Tan antigua, tan moderna

Han pasado 30 a?os desde la emblem¨¢tica trilog¨ªa monteverdiana de la ?pera de Z¨²rich con Harnoncourt y Ponnelle. El Teatro Real se lanza ahora a la aventura de recuperar las ra¨ªces de la ¨®pera e inicia con L'Orfeo un recorrido a tres a?os vista por las ¨®peras mayores y mejor conservadas de Monteverdi, con la garant¨ªa de homogeneidad que supone trabajar con los mismos directores musical y esc¨¦nico: William Christie y Pier Luigi Pizzi, respectivamente. Hay que valorar la iniciativa de este proyecto y tambi¨¦n del paralelo de programar otras ¨®peras alrededor de la figura de Orfeo como las de Gluck y Krenek. Tambi¨¦n es loable la recurrencia a una orquesta de instrumentos de ¨¦poca como Les Arts Florissants.

William Christie consigue cotas po¨¦tico-dram¨¢ticas de gran intensidad

El espect¨¢culo est¨¢ dividido en dos partes. La primera reproduce el ambiente de las habitaciones de la Corte de Mantua, en que L'0rfeo se estren¨®. No hay foso orquestal. Los m¨²sicos y su director van vestidos de ¨¦poca. En la segunda parte la situaci¨®n se normaliza -estamos en 2008- aunque se mantiene la escenograf¨ªa de partida. El final es una explosi¨®n de alegr¨ªa con bailes y movimientos de hoy. El mensaje es claro y alude a la pervivencia de la ¨®pera. La realizaci¨®n es matizable.

Constituye un lujo contar con la presencia de William Christie con su orquesta y coros. Como en Il ritorno d'Ulisse in patria de Aix-en-Provence o en L'¨ªncoronazione di Poppea de Lyon, Christie otorga un valor expresivo a las exigencias del "recitar cantando" y consigue cotas po¨¦tico-dram¨¢ticas de gran intensidad que se manifiestan hasta en los valores musicales que adquieren los silencios. Los coros transmiten asimismo vitalidad y familiarizaci¨®n con este repertorio. La laguna principal de la representaci¨®n se debe a la caracterizaci¨®n de Orfeo por Dietrich Henschel, que no alcanza en la m¨²sica de este periodo sus niveles art¨ªsticos habituales, ni en la construcci¨®n del personaje ni en capacidad de comunicaci¨®n. El resto del reparto es bastante equilibrado y de ¨¦l sobresalen figuras consagradas como Maria Grazia Schiavo y Sonia Prina y otras emergentes como Xavier Sabata.

La puesta en escena tiene dos momentos espectaculares en el arranque y el final de la obra. Parte de una idea magn¨ªfica y se mantiene tal vez con m¨¢s eficacia est¨¦tico-hist¨®rica en la primera parte. No es f¨¢cil adaptar a los condicionamientos de un teatro una obra pensada para otro espacio. Pizzi transmite en general una sensaci¨®n de movilidad pero no seduce con la misma intensidad en todas las situaciones dram¨¢ticas. Brilla en cualquier caso, en pensamiento y belleza pl¨¢stica, para dotar a la representaci¨®n de una atm¨®sfera apropiada a lo que se est¨¢ contando. Ayuda, junto a Christie, a reflejar que el tiempo pasa pero la obra maestra de Monteverdi se mantiene con la misma vigencia y renovada modernidad.