?Para qu¨¦ a¨²n filosof¨ªa?
Que la Filosof¨ªa hace tiempo que se presenta como del todo prescindible es algo que se evidencia a medida que el pa¨ªs de nuestros dolores se moderniza. ?Y qui¨¦n m¨¢s partidario del progreso que nuestros actuales gobernantes? Para sus adversarios electorales, con mucho de pre-modernos, a¨²n parec¨ªa hac¨¦rseles necesaria, en su iluso intento de convertirla en agua santa que bendijese desde los altos conceptos la catequesis ideol¨®gica, pero en la sociedad de lo funcional y del individuo como pieza bien engrasada de la maquinaria sist¨¦mica, se alza como "¨²ltima pregunta" definitiva el "?para qu¨¦ sirve?", y el utilitarismo mas estrecho termina por imponerse a unos y otros. De ah¨ª que ministerios y conseller¨ªas la hayan emprendido una y otra vez contra esto que juzgan residuo de otro tiempo.
Los sorprendentes actuales herederos de la tradici¨®n humanista de la que se ha reclamado siempre el socialismo han intentado una y otra vez reducir la presencia del pensamiento filos¨®fico en la ense?anza. Hoy tornan a la carga con nuevos br¨ªos pedag¨®gicos; ahora se les ha ocurrido que tal materia puede ense?arse en un par de horas semanales, y adem¨¢s reformularse en Filosof¨ªa y Ciudadan¨ªa. Ambas modificaciones, m¨¢s all¨¢ de lo que toca a la filosof¨ªa, constituyen una tendencia general que hunde m¨¢s si cabe nuestro sistema de ense?anza: cada vez m¨¢s un n¨²mero mayor de materias sin apenas horas semanales inunda el programa de cada curso, lo que sin duda es un fraude para todo estudiante que, en tan escaso tiempo y sin continuidad, apenas recibe contenido alguno, pero, claro, obtiene con toda facilidad el aprobado. Mucho nos tememos que con tal medida, unida a la laxitud impuesta en los criterios de calificaci¨®n, tan s¨®lo se pretenda rebajar enga?osamente los n¨²meros del fracaso escolar.
La nueva denominaci¨®n de Filosof¨ªa y Ciudadan¨ªa podr¨ªa tener una dimensi¨®n racional, que merecer¨ªa la pena en alg¨²n momento comentar, pero que en el actual contexto desaparece con seguridad. La progresiva disminuci¨®n de la importancia de los contenidos conceptuales de cada materia, contrapuesta de forma totalmente equivocada a la insistencia en m¨¦todos y valores, resulta m¨¢s da?ina si tratamos de una materia que por excelencia es la reflexi¨®n sobre la totalidad, que busca el establecimiento de nexos de sentido, y que, en consecuencia, exige la disposici¨®n de la mayor amplitud posible de contenidos. Si ¨¦stos se diluyen, el examen de valores carecer¨ªa de toda problematicidad, convirti¨¦ndose entonces en vacuo adoctrinamiento, por bien intencionado que sea.
La cuesti¨®n, esta vez, viene motivada por la introducci¨®n de una nueva materia cuya medi¨¢tica denominaci¨®n es bien significativa -Ciencias para el Mundo Contempor¨¢neo- como si hubiera ciencias que no lo fueran. En realidad, lo que se nos dice con tal t¨ªtulo es "ayuda a la lectura de la informaci¨®n cient¨ªfica en la prensa diaria". Una vez que la formaci¨®n s¨®lida en ciencias se ha menoscabado sistem¨¢ticamente, pretende suplirse su vac¨ªo con materias de tal clase. Hay que tomarlo como s¨ªntoma de toda una direcci¨®n. De ese tenor ser¨¢n las asignaturas de la educaci¨®n que se nos anuncia; existe ya una materia denominada Esp¨ªritu Emprendedor (sic); sugerimos un Las m¨¢quinas en casa en lugar de la vieja F¨ªsica, Nuestros animales y enfermedades en lugar de la Biolog¨ªa, o El maravilloso mundo de la cocina en lugar de Qu¨ªmica. La atenci¨®n a lo inmediato, a lo concreto, y utilitario, entendido como m¨¢s motivador, pretende disimular el inmenso vac¨ªo existente, que, sin embargo, desvelar¨¢ toda su magnitud con el paso del momento.
Se dir¨ªa que el principio neorrouseauniano que manejan los pedagogos que hoy asuelan la ense?anza, podr¨¢ suplirlo todo: as¨ª como parece partirse de un malentendido, "todo hombre es fil¨®sofo", y en consecuencia ?para qu¨¦ filosof¨ªa?, algo semejante se esperar¨ªa de las ciencias, cuyo conocimiento llegar¨ªa al aprendiz con solo una mirada atenta y motivada al mundo que le rodea. El joven redescubrir¨ªa con f¨¢cil espontaneidad lo que a la gran teor¨ªa le ha costado el laborioso esfuerzo de las mejores mentes.
En fin, si tales son los objetivos y presupuestos, manifestamos nuestro acuerdo sin fisuras con las autoridades: para todo esto el pensamiento cr¨ªtico -perdonen la redundancia- no es mas que un estorbo.
Jorge ?lvarez Y¨¢g¨¹ez es catedr¨¢tico de Instituto y Arturo Leyte Coello, catedr¨¢tico de la Universidade de Vigo
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