Sesenta a?os de exilio y ausencia
La gran pregunta es si los israel¨ªes sabr¨¢n aprovechar el aniversario de su Estado para buscar una reconciliaci¨®n con el pueblo palestino que s¨®lo es posible si se acepta el derecho al retorno de los expulsados en 1948
Tuvimos el cuadrag¨¦simo y el quincuag¨¦simo, y ahora llega el sexag¨¦simo. Me refiero, claro est¨¢, a los aniversarios decenales del "milagro" israel¨ª que, como todo el mundo sabe, hizo florecer el desierto a base de repoblar una tierra vac¨ªa y a golpes de experiencias colectivistas y de vanguardia, llevadas a cabo en kibbutz cuyos miembros eran campesinos de d¨ªa y, por las noches, interpretaban a Schubert o Mozart; en resumen, un milagro consistente en un Estado rodeado por un oc¨¦ano de odio ¨¢rabe.
Este discurso, esta yuxtaposici¨®n de t¨®picos, ha servido durante d¨¦cadas para que los israel¨ªes se otorgaran legitimidad a s¨ª mismos. Son argumentos que, desbaratados por los historiadores palestinos, en un principio, por los propios historiadores israel¨ªes despu¨¦s, y por la aparici¨®n y reafirmaci¨®n del hecho nacional palestino, ya no utilizan pr¨¢cticamente nunca ni siquiera los israel¨ªes y no requieren ninguna respuesta. Ni siquiera en el 60? aniversario.
Los palestinos ya renunciaron en 1988 a tener un Estado en todo el territorio de su patria
Ning¨²n derecho se aplica absolutamente. Si Israel reconoce el del retorno, puede pactar su aplicaci¨®n
Soy refugiado palestino desde el mes de abril de 1948, cuando ten¨ªa 14 meses y me expulsaron, junto con mi familia, de nuestra ciudad de Haifa hacia el vecino L¨ªbano. Ese a?o, casi 800.000 compatriotas -hoy son casi seis millones- sufrieron la misma suerte. Porque aquel "milagro" de 1948, la aparici¨®n del Estado de Israel, fue acompa?ado de una desaparici¨®n, la de mi pueblo. Una desaparici¨®n que los nuevos ocupantes de Palestina arrastran como un pecado original, todav¨ªa no suficientemente reconocido, pero que jam¨¢s se ha borrado.
Un fantasma recorre Israel desde hace 60 a?os, el fantasma de los palestinos suplantados en su patria engullida en 1948 tras una primera guerra de conquista y expulsi¨®n que precedi¨® a la otra guerra, la que, en una Palestina ya "vac¨ªa de ¨¢rabes", a partir del 15 de mayo de 1948, enfrent¨® a las tropas del Estado israel¨ª con las fuerzas de los pa¨ªses ¨¢rabes vecinos. Las exhaustivas investigaciones sobre esta guerra llamada de independencia, sobre su desarrollo, sobre la correlaci¨®n de fuerzas claramente favorable a la Haganah y sobre la complicidad activa o pasiva de las grandes potencias y de varios gobiernos ¨¢rabes, permiten establecer hoy los hechos. Mi prop¨®sito aqu¨ª no es repetir esos datos, sino abordar la dolorosa situaci¨®n, p¨²blica e ¨ªntima, colectiva y personal, vivida por los desaparecidos.
La ocupaci¨®n "cl¨¢sicamente colonial" de Jerusal¨¦n Este, Cisjordania y la franja de Gaza en junio de 1967, adem¨¢s de inaugurar un calvario que persiste desde hace 41 a?os, nubl¨® parad¨®jicamente la imagen de lo que hab¨ªa sucedido en 1948. Las negociaciones de paz que pretenden lograr un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos y la construcci¨®n de un Estado palestino en los territorios ocupados en 1967 han ocultado, en cierto modo, la desaparici¨®n que se produjo en 1948. No obstante, es fundamental comprender que, en 1948, Palestina, el territorio que se convirti¨® en el Estado de Israel delimitado por las l¨ªneas del armisticio -m¨¢s conocidas hoy con el nombre de l¨ªnea verde-, fue el escenario no de una ocupaci¨®n sino de una desaparici¨®n, la sustituci¨®n de un pueblo por otro.
En 1948 desaparecieron dos nombres, Palestina y palestinos, literalmente borrados de los mapas y las enciclopedias. "Palestina y los palestinos no existen ni han existido jam¨¢s", repitieron sin cesar dirigentes pol¨ªticos, universitarios y propagandistas de todo tipo, israel¨ªes y amigos de Israel en todo el mundo. Este negacionismo, apoyado en un florilegio de trabajos presuntamente cient¨ªficos dedicados a la incansable revisi¨®n de la historia de Palestina, pretend¨ªa limpiar as¨ª el pecado original y dejar claro que el Estado de Israel ten¨ªa una legitimidad absoluta, en la medida en que su nacimiento no fue de la mano de ninguna injusticia respecto a un pueblo palestino que, a fin de cuentas, nunca existi¨®... Tras su expulsi¨®n, los refugiados y exiliados palestinos emprendieron desde los primeros a?os una lucha para regresar a su tierra natal. Gracias a los sacrificios y la batalla para recuperar los derechos leg¨ªtimos, esa lucha es hoy, con sus avances y sus retrocesos, de sobra conocida; ocupa el primer plano de la actualidad del mundo desde hace muchos a?os.
Pero hay otro combate fundamental, en gran parte invisible para el mundo exterior: el combate encarnizado que han llevado a cabo los palestinos para acabar con la desaparici¨®n de su nombre y el de su tierra. Si hubiera que describir con una sola palabra la quintaesencia de la lucha del movimiento nacional palestino desde 1948, dir¨ªa que todos estos a?os nos hemos dedicado a intentar que reaparezca nuestro nombre, el de las personas y el de las tierras, para terminar as¨ª, no con el exilio, o al menos no todav¨ªa, sino con la ausencia, la negaci¨®n de la "existencia" de los palestinos.
Hoy, ese objetivo se ha logrado. No hay nadie en el mundo, empezando por los israel¨ªes, que se atreva a afirmar que no existimos. Y es esa reconquista de nuestro nombre lo que nos ha permitido -ya visibles y reconocidos- abordar la negociaci¨®n con Israel sobre todos los asuntos pendientes, entre ellos el de los refugiados de 1948. ?Es imposible la negociaci¨®n del derecho de retorno, basada en la Resoluci¨®n 194 de la ONU de 11 de diciembre de 1948? ?Ser¨¢ ¨¦sta la piedra con la que tropezar¨¢n todos los esfuerzos diplom¨¢ticos? Entre 1992 y 1997, en las negociaciones de paz, tuve el honor de encabezar la delegaci¨®n palestina sobre el asunto de los refugiados, y me gustar¨ªa decir unas cuantas cosas sobre en qu¨¦ consist¨ªa y en qu¨¦ consiste a¨²n la ofrenda de paz palestina al respecto.
En 1988, El CNP, el parlamento palestino, reunido en Argel bajo la batuta del presidente Yasir Arafat, vot¨® avanzar hacia una paz basada en el principio de los dos Estados, israel¨ª y palestino, de acuerdo con las resoluciones 242 y 337 de la ONU. Este voto, obtenido tras largos y apasionados debates, permit¨ªa, a partir de ese momento, las negociaciones de paz. Esto es bien sabido. Lo que no se conoce tanto es que aquel d¨ªa los representantes del pueblo de Palestina hicieron una distinci¨®n fundamental entre la patria y el Estado, que permiti¨® que los palestinos se adhiriesen a un aut¨¦ntico compromiso hist¨®rico. Lo que se vot¨®, de hecho, no fue el reconocimiento palestino de que Palestina no es su patria, sino de que el Estado palestino no se establecer¨ªa sobre la totalidad del territorio de su patria. A partir de ese postulado, la cuesti¨®n de los refugiados deja de ser el problema insoluble que se cre¨ªa hasta entonces, siempre que se tengan en cuenta unos puntos concretos, sin los que se volver¨ªa a caer en una situaci¨®n de punto muerto.
Dichos puntos son los siguientes: como condiciones previas a toda negociaci¨®n sobre la aplicaci¨®n del derecho de retorno, son necesarios el reconocimiento del derecho inalienable del pueblo de Palestina a vivir, como todo pueblo, en su tierra, y el reconocimiento solemne por parte de Israel del agravio hist¨®rico cometido contra el pueblo palestino con su expulsi¨®n forzosa en 1948.
Esas condiciones previas son indispensables, porque un derecho no debe ser relativo -se posee o no se posee-, mientras que, por el contrario, la aplicaci¨®n negociada de un derecho es obligatoriamente relativa, puesto que ning¨²n derecho negociado puede ser, por un principio de realidad, objeto de una aplicaci¨®n absoluta. En otras palabras, la condici¨®n previa del reconocimiento del derecho es la clave de su aplicaci¨®n negociada, porque, mientras no se reconozca el derecho de retorno, ninguna persona en Palestina querr¨¢ ni podr¨¢ estar de acuerdo en negociar su aplicaci¨®n relativa. A partir de ah¨ª, y a condici¨®n de respetar este orden, es posible la negociaci¨®n.
Incluso tenemos la prueba, dado que ya ha habido importantes intentos de negociaci¨®n -en particular las negociaciones de Taba y la iniciativa de Ginebra- que han respetado esta idea de las condiciones previas y han permitido relativizar la noci¨®n de que el problema de los refugiados no ten¨ªa soluci¨®n.
?Qu¨¦ soluci¨®n concreta dar¨¢n esas negociaciones al problema de los refugiados? ?Se llevar¨¢n a cabo? El tiempo nos lo dir¨¢. Pero es evidente que el reconocimiento previo del derecho, para poder negociar su aplicaci¨®n, es el primer paso ineludible para que la desaparici¨®n forzosa de los palestinos en 1948 encuentre una salida al mismo tiempo justa, honorable y realista.
?Sabr¨¢n aprovechar los israel¨ªes -antes de que sea demasiado tarde en este Oriente Pr¨®ximo en el que se vislumbran se?ales de nuevos cataclismos- la oportunidad de una verdadera reconciliaci¨®n hist¨®rica que s¨®lo puede llegar mediante la soluci¨®n del nudo original del conflicto?
?sta es, en mi opini¨®n, la ¨²nica pregunta que merece la pena hacerse en este 60? aniversario. Sin ella, todo esto a lo que asistimos no ser¨¢ m¨¢s que fanfarrias y festividades ilusas.
Elias Sanbar es escritor y embajador de Palestina ante la Unesco. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.