Los ni?os de la 'raza maldita'
El rechazo persigue a miles de mujeres violadas y a sus hijos en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo
En la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo a miles de ni?os se les llama serpientes; en Ruanda, cucarachas, y en Burundi se les agrupa bajo el apodo de raza maldita. Todos tienen en com¨²n un triste origen: son hijos de mujeres violadas, que suman a su desgracia el repudio por haber engendrado estos ni?os de la guerra y el odio. Los datos oficiales cifran en 43.000 las mujeres que sufrieron violencia sexual en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo entre 2004 y 2006, pero reina el silencio: las v¨ªctimas pueden ser muchas m¨¢s. Abandonadas por sus maridos y se?aladas por los vecinos, luchan por salir adelante con peque?os trabajos dom¨¦sticos y agr¨ªcolas mal pagados. Los empleadores tienen la excusa perfecta: el salario que abonan no debe servir para alimentar a una serpiente.
Los cr¨ªmenes responden a un objetivo de dominaci¨®n
Auspiciadas por el Partido Socialista Europeo, mujeres de pa¨ªses afectados por la guerra y las violaciones se han reunido durante dos d¨ªas en Bruselas para debatir y dar a conocer sus reivindicaciones, que podr¨ªan resumirse en una: justicia. Del tipo que sea. Unas preferir¨¢n dinero. Otras, resta?ar sus heridas con una buena atenci¨®n m¨¦dica. O recuperar la dignidad robada. O derechos. O un estatus seguro para sus hijos, como el de refugiados de guerra.
Pero la justicia tiene sus muros y las mujeres que pelean en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo pueden describirlos. "No es concebible que los tribunales internacionales puedan castigar s¨®lo los delitos cometidos despu¨¦s de una fecha y los anteriores, no". Tampoco los desmantelados y mal provistos sistemas de justicia se hacen cargo de estos cr¨ªmenes. Algunas mujeres se han asociado para recabar testimonios de las v¨ªctimas que, poco a poco, se han decidido a romper su mutismo.
Las mujeres "s¨ª denuncian". Tatiana Miralles, de la organizaci¨®n WorldCom-Lola Mora, lo aseguraba ayer en contra de quienes se escudan en su silencio o en la ausencia de pruebas. Tanto esta organizaci¨®n como FRIDE han coorganizado este seminario, que comenz¨® el martes pasado en el Parlamento Europeo. Ellos y las ponentes reclamaron un primer reconocimiento: que las v¨ªctimas son armas de guerra a las que les hacen vivir un horror perfectamente organizado para desarmar a toda una sociedad. "Estos cr¨ªmenes no responden a una motivaci¨®n sexual de la soldadesca, sino a un objetivo de dominaci¨®n bien articulado", reiteraron.
Latinoamericanas, africanas y anglosajonas debatieron las formas de reparaci¨®n de las v¨ªctimas, ahogadas por una legislaci¨®n incompleta o por su falta de aplicaci¨®n. "En mi pa¨ªs hay una ley sobre abusos sexuales, pero no se toman las medidas para hacerla efectiva. No lo imponen los pol¨ªticos, ni los jueces, mal pagados, que acaban haciendo un apa?o a base de dinero", critic¨® la jurista y periodista Jolly Kamuntu. Ella y otras mujeres periodistas pusieron en marcha un programa de radio donde se animaba a las v¨ªctimas a denunciar. La iniciativa tuvo ¨¦xito, y sus voces se escuchan en el Parlamento, pero los logros pol¨ªticos no son muchos. Y se preguntan aterrorizadas qu¨¦ va a ser de toda una generaci¨®n de ni?os que viven rechazados por todos. "Esta situaci¨®n es una bomba de relojer¨ªa", advirtieron.
El aborto no est¨¢ permitido en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, y ayer las activistas solicitaron una comisi¨®n nacional o internacional que aborde la situaci¨®n de las mujeres violadas. No todo el pa¨ªs vive bajo esa lacra, pero s¨ª la zona en la que se ceb¨® la guerra. Incluso en el ¨¢mbito universitario las estudiantes tienen que pagar con favores sexuales el paso de curso. La pr¨¢ctica est¨¢ mucho m¨¢s extendida que el uso y acceso a m¨¦todos profil¨¢cticos. La depauperada sanidad, la ineficacia pol¨ªtica y un personal judicial sin medios ni formaci¨®n suficientes abonan un terreno ya de por s¨ª f¨¦rtil para el desarrollo de falsas creencias y supersticiones que utilizan a la mujer como un objeto de guerra desde el que aniquilar a toda una sociedad.
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