Un arma de guerra atroz que destruye todo tu mundo
Las violaciones en grupo por las partes en conflicto en Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo causan importantes secuelas a las v¨ªctimas. - Interm¨®n Oxfam exige que la misi¨®n de la ONU proteja a los civiles de forma activa
"Prefiero la muerte a la vida. Ahora ya no estoy en el mundo". De esta manera desgarradora describe una mujer de 27 a?os sus sentimientos tras ser violada por un grupo de hombres armados delante de su marido y sus tres hijos, que la abandonaron por el estigma que supone la agresi¨®n sexual en Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo.
El uso de las violaciones sistem¨¢ticas como arma de guerra por parte de los grupos que combaten desde hace m¨¢s de una d¨¦cada en el este del pa¨ªs es una constante, m¨¢s sangrante a¨²n por la presencia en la zona de una de las mayores misiones de paz de la ONU. As¨ª lo pone de manifiesto un informe difundido por Interm¨®n Oxfam, que demanda a Naciones Unidas un mandato m¨¢s claro para la protecci¨®n de los civiles.
Las historias son tan atroces que cuesta imaginarlas desde nuestro mundo:
"Era de noche y est¨¢bamos durmiendo cuando atacaron nuestra casa. Seis asaltantes entraron, cuatro bien armados con pistolas (...). Obligaron a mi marido a transportar sus cosas al bosque. Dejaron a uno de mis hijos atr¨¢s, pero nos sigui¨®, y trajo dinero para que nos liberaran. Los asaltantes le cortaron los dedos y perdi¨® mucha sangre. Seis hombres me violaron delante de mi marido, y le obligaron a sujetar mis piernas mientras me violaban".
Como ella, el 60% de las 4.311 mujeres entrevistadas entre 2004 y 2008 en el hospital Panzi en Bukavu (en la provincia de Kivu Sur) relatan una violaci¨®n en grupo cometida por uniformados. M¨¢s de la mitad de las agresiones se produjeron de noche, en la casa familiar y delante del marido y los hijos de la v¨ªctima, seg¨²n el estudio, elaborado por Harvard Humanitarian Initiative y patrocinado por Interm¨®n Oxfam. Algunas fueron utilizadas como esclavas sexuales durante a?os.
Las v¨ªctimas reales son muchas m¨¢s, explica Jorge Jimeno, portavoz para temas humanitarios de ?frica de la ONG. Naciones Unidas habla de 5.000 en la provincia s¨®lo en 2009. Mujeres de cualquier edad, condici¨®n y etnia sufrieron violaciones. La mayor¨ªa de ellas son analfabetas y viven de la agricultura de subsistencia, seg¨²n la investigaci¨®n. Son v¨ªctimas de un conflicto que se calcula que ha causado 5,4 millones de muertos.
"Se limitan a estar"
La sensaci¨®n de inseguridad entre los civiles es enorme, pese a la presencia de m¨¢s de 18.000 cascos azules y de 1.200 polic¨ªas de la misi¨®n de la ONU en Congo, la MONUC. "Nos cansamos de pedir mandatos de protecci¨®n. Las resoluciones lo establecen, pero no se lleva a cabo", afirma Jimeno.
"Muchas veces, se limitan a estar, creyendo que con eso es suficiente para reducir los riesgos para los civiles, pero se necesita m¨¢s actividad, m¨¢s implicaci¨®n: que exista la sensaci¨®n de que est¨¢n ah¨ª y que los asaltantes se los pueden encontrar en cualquier momento", dice.
Interm¨®n Oxfam pide que los cascos azules realicen patrullas nocturnas, pues la mayor¨ªa de las violaciones se cometen de noche, mayor flexibilidad a la hora de desplegarse, que interact¨²en con las comunidades locales, y que presionen a las fuerzas armadas y de seguridad congole?as a cumplir con su tarea de protecci¨®n.
"En muchas ocasiones, son las propias fuerzas armadas las que cometen actos de violaci¨®n de los derechos humanos y sexuales. Y son fuerzas apoyadas por la MONUC", recuerda. La ONG ya denunci¨® en un informe anterior esta situaci¨®n. La misi¨®n est¨¢ compuesta por tropas de casi 50 pa¨ªses, tan variados como Bangladesh, Camer¨²n, Canad¨¢, China, Espa?a, Rusia, Francia, Guatemala, India, Indonesia, Mal¨ª, Marruecos, N¨ªger o Yemen, algunos de ellos sin una cultura de protecci¨®n de derechos humanos.
Sentimiento de culpa
Las mujeres que figuran en el estudio son s¨®lo las que acudieron a recibir ayuda, casi todas m¨¢s de dos meses despu¨¦s de sufrir la agresi¨®n, muchas (el 37%) incluso despu¨¦s de tres a?os. El hospital Panzi desarrolla un programa de asistencia a v¨ªctimas de violencia sexual, a las que dedica 200 de las 334 camas. Muchas s¨®lo acuden porque las consecuencias f¨ªsicas de la agresi¨®n persisten o se agravan con el tiempo: temor a contrar el HIV; dolores lumbares y abdominales, lesiones vaginales, incontinencia, infertilidad...
Las consecuencias psicol¨®gicas tambi¨¦n son graves: tristeza, ira, ansiedad, angustia por la p¨¦rdida del marido o de los hijos, agravada por haber tenido que presenciar sus muertes y el sentimiento de culpa por no haberlas podido evitar... Los problemas psicol¨®gicos se ven agravados muchas veces por embarazos no deseados fruto de las violaciones o por el abandono conyugal.
Aumento de las violaciones por civiles
Un dato preocupante que muestra este estudio es el aumento de agresiones sexuales perpetradas por civiles, que se ha multiplicado por 17 entre 2004 y 2008. Despu¨¦s de tantos a?os de asistir a la violencia extrema cometida por los militares, "la violaci¨®n se est¨¢ percibiendo como algo normal por la poblaci¨®n civil. Al ver que se cometen y que nada pasa, incluso personas desarmadas y solas tambi¨¦n lo hacen", opina Jimeno.
Congo es uno de los pa¨ªses con unas leyes m¨¢s duras contra la violencia sexual, pero el problema es que no se persigue a los autores ni se les juzga. Interm¨®n Oxfam exige al Gobierno congol¨¦s que act¨²e para acabar con esta situaci¨®n.
"El ambiente de impunidad debe terminar. Las leyes contra la violencia sexual se deben cumplir y los violadores deben responder de sus actos", dice el informe. En paralelo, a?ade, "se tiene que reajustar el pensamiento de toda la sociedad para reconocer que la violaci¨®n es moralmente inaceptable y un acto criminal".
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