Los abriles de Manolo
"Era distinto abril, entonces/ hab¨ªa alegr¨ªa, y rastro de mejillones/ en la escollera, canciones/ a la orilla del crep¨²sculo, pretendientes/ vanamente apostados en las esquinas/ tras las persianas verdes remendadas,/ tras los geranios alimentados con mo?igos/ de percherones lentos, espi¨¢bamos/ la variaci¨®n anormal de la chaqueta a cuadros/ Pr¨ªncipe de Gales...".
La voz profunda de Josep Maria Pou, susurrada apenas desde una fatiga extrema, se deslizaba entre los arcos g¨®ticos de la Biblioteca de Catalu?a, la tarde del mi¨¦rcoles. Motivo: la presentaci¨®n de Poes¨ªa completa. Memoria y deseo (1963-2003), de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n (Pen¨ªnsula), volumen definitivo de su obra en verso. Abril, "el mes m¨¢s triste" de T. S. Eliot, la gran referencia de Manolo, el mes en que se proclam¨® la Rep¨²blica, el mes en que acab¨® oficialmente la guerra espa?ola. "Nac¨ª en la cola del ejercito huido", escrib¨ªa Manolo. Naci¨®, en efecto, en 1939, y aquel ej¨¦rcito "cautivo y desarmado" que hu¨ªa hacia la frontera hab¨ªa de marcar toda su literatura.
"... Nada qued¨® del puerto,/ gr¨²as retorcidas, patrulleros hundidos, serones/ cargados de alcaparras y girasoles, cascotes/ de bombas misteriosamente humanizadas, se o¨ªan/ caer despu¨¦s, ya de vuelta a la ciudad, como/ una noche impuesta que se impone gritando/ murieron/ pretendientes y nadie descendi¨® a la calle...".
Josep Maria Castellet, prologuista de la obra, recordaba c¨®mo hab¨ªa conocido a ese muchacho t¨ªmido que fue a verle, en compa?¨ªa de Salvador Clotas y Helena Valent¨ª, un d¨ªa de 1959 -?ser¨ªa en abril?-, al poco de publicarse la antolog¨ªa Veinte a?os de poes¨ªa espa?ola. Mantuvieron unas cuantas sesiones, muy animadas ("el mejor regalo para un ant¨®logo es que la gente joven se interese por su trabajo"), luego ya no supo de ¨¦l hasta que fue encarcelado en la prisi¨®n de Lleida, en 1963. Hasta all¨ª fue Castellet a visitarle y le pregunt¨® a qu¨¦ dedicaba sus horas. "He empezado un libro de poes¨ªa", le arranc¨®. Ese libro era Una educaci¨®n sentimental, que se abre precisamente con Nada qued¨® de abril... y que Castellet prologar¨ªa en la primera recopilaci¨®n de poemas publicada, Memoria y deseo, Seix Barral, 1986.
"... Inmutables, m¨¢s all¨¢ de esta ventana, de esta/ persiana, de estas macetas vac¨ªas como planetas/ deshabitados, los palos grises para tender/ la ropa, azoteas de arenisca y ladrillos desportillados,/ negras chimeneas rotas/ y amarillos jaramagos sobre tejados en erosi¨®n".
Poes¨ªa urbana hasta el tu¨¦tano, la ciudad convertida en territorio de la memoria y el deseo, en esta semana en que Barcelona quiere hacerse verso. "La novela, el periodismo y el ensayo, que conforman el grueso de su producci¨®n, se han comido a la poes¨ªa", observaba Castellet. "Pero ¨¦l se sent¨ªa poeta por encima de cualquier otra cosa". Y recordaba cierta sesi¨®n en Sitges, en 1985, en la que el escritor disertaba sobre el futuro y fue replicado por dos fil¨®sofos posmodernos de considerable arrogancia, Gianni Vattimo y Massimo Cacciari, a lo que ¨¦l atin¨® ¨²nicamente a contestar: "Yo s¨®lo soy un poeta...".
"Definitivamente nada qued¨® de abril/ pobre Rosa de Abril el mes m¨¢s cruel/ dibujada de muerte -hip¨®tesis de la muerte-/ entre mis manos tu rostro fr¨ªo confirmaba/ el silencio al que llevas mi memoria/ memoria de mi infancia y tu posguerra...".
Volv¨ªa a sus abriles M. V. M. en el cierre de Pero el viajero que huye, con el que daba por finalizado el ciclo Memoria y deseo. Pero el poema m¨¢s helado de este conjunto es sin duda aquel otro en que el poeta parece anunciar, 13 a?os antes, su propia muerte en Bangkok: "El cartero ha tra¨ªdo el Bangkok Post/ el Tahilandia Travel/ una carta sellada/ la muerte de un ser querido para la muchacha de mi American Breakfast...".
El volumen incluye un largo poema in¨¦dito, Rosebud, ¨²ltima palabra po¨¦tica del ciudadano Manolo. Qui¨¦n sabe si uno de sus abriles volvi¨® a colarse all¨ª.
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