Cuando morena rimaba con agarena
Hac¨ªa mucho tiempo que no o¨ªa rimar "morena" con "agarena". Desde El hu¨¦sped del sevillano, concretamente. Es una rima modernista, y una de las pocas interesantes de La leyenda del beso, requetebi¨¦n montada por Jes¨²s Castej¨®n en el Teatro de la Zarzuela. Pill¨¦ otra, espantosa, pero que le hubiera encantado a Manolito Puig: "Es la fuente del mal mi belleza fatal". Basta y sobra para resumir el argumento. La madre de Amapola, la morena agarena en cuesti¨®n, le lanz¨® una maldici¨®n gitan¨ªsima: todo aquel que la bese morir¨¢. Pero el conde Mario, ay, acepta el envite. Me casqu¨¦ (o me cascaron) de peque?ito todo el repertorio y sigo pensando lo mismo que entonces. Tengo cuatro ases incontestables (Do?a Francisquita, La rosa del azafr¨¢n, La verbena de la Paloma y Luisa Fernanda, con un joker revistero, La Gran V¨ªa), y despu¨¦s adoro las zarzuelas ex¨®ticas, raras, acaballadas. Sospecho que a Castej¨®n le sucede lo mismo, porque ha exhumado (o revivido), con gran ¨¦xito, El ni?o jud¨ªo, El asombro de Damasco y ahora La leyenda del beso, que tem¨¢ticamente hace pensar en una ins¨®lita mixtura entre La tempranica y La Monter¨ªa.
Musicalmente, los h¨¦roes son Aquiles Machado y la soprano Mar¨ªa Rodr¨ªguez
Soutullo y Vert, sus autores, eran casi los Gershwin del momento, y el momento era los a?os veinte. Entre el 24 y el 27 marcan tres golazos: La leyenda, La del Soto del Parral y El ¨²ltimo rom¨¢ntico. El fin de la pareja es m¨¢s tr¨¢gico que sus zarzuelas. Primero muere Vert, muy joven, a los 41. Y al a?o siguiente, Soutullo. Hay dos versiones de su muerte: costumbrista (bronconeumon¨ªa) y ¨®pera moderna (accidente de coche). Escog¨ªan a libretistas atroces -Reoyo, Silva y Antonio Paso hijo no pueden meter m¨¢s t¨®picos por l¨ªnea, y la mayor¨ªa de sus chistes son de pared¨®n-, pero musicalmente eran de una sofisticaci¨®n inusitada. Soutullo, para empezar, estudi¨® con Ravel y Saint-Saens. Y Vert era un wagneriano de fuste, como se percibe desde la mism¨ªsima obertura, con sus trompas de caza y sus arpegios rezumando f¨¢tum. A los diez minutos hemos escuchado un coro h¨²ngaro, Cantando amarguras (todav¨ªa campeaba la estela del Canta, vagabundo de Alma de Dios) y una salutaci¨®n de opereta vienesa (?Que viva Mario, valiente cazador!), en la l¨ªnea que los Marx llevaron a la cima con el inmortal Hurrah for Captain Spaulding! de Animal Crackers. Hablando de pel¨ªculas, Castej¨®n ha plantado en el castillo del conde (con la ayuda de Ana Garay, responsable de escenograf¨ªa y vestuario, ambos estupendos) una escalinataza que parece sacada del set de La muerte en vacaciones. Debe costar un horror subir esos pelda?os, pero queda imponente. Tambi¨¦n hay muchas botellas de Veuve Cliquot, y una gran parada de criaditas con cofia, y un gram¨®fono en el que Frankie Trumbauer gime Sentimental Baby. El conde es el bar¨ªtono Manuel Lanza, un apellido que marca. Formidable cantante, floj¨ªsimo actor. Los cantantes que no act¨²an, o act¨²an acartonadamente, siguen siendo el gran problema de nuestra zarzuela. Sobre todo si a su lado hay actores de verdad, como Rafa Castej¨®n, que interpreta al gracioso Gor¨®n como un cruce entre el Pablito Picavea de La se?orita de Tr¨¦velez y el John Hurt permanentemente achispado de Las puertas del cielo. Rafa Castej¨®n, que ya demostr¨® sus dotes de cantante en El asombro de Damasco, lidera aqu¨ª una serenata que arranca casi en pasodoble y de pronto, capic¨²a, gira a guajira. Como el castillo recuerda a Moulinsart no cuesta imaginar a Gor¨®n como un Tint¨ªn l¨²brico, cuyo Haddock ser¨ªa el muy bruto Crist¨®bal (Pedro Bachura), celoso guardi¨¢n de Simeona (Ainhoa Aldanondo): actoralmente, los tres se llevan la funci¨®n. La funci¨®n, por cierto, es un aut¨¦ntico family affair, como cantaba Sly Stone: el clan Castej¨®n al completo. Jes¨²s, Rafa, Nuria, que se luce con la coreograf¨ªa, y don Rafael y do?a Pepa Rosado, que se despiden de la afici¨®n en los roles del patriarca Ulesko y la hechicera Ulita. No hay nada m¨¢s bonito que la familia unida: bien por ellos. Y qu¨¦ envidia. Musicalmente, los h¨¦roes de la velada, para mi gusto, son el poderos¨ªsimo tenor venezolano Aquiles Machado, que debuta en el g¨¦nero interpretando a Iv¨¢n, el gitano celoso, y la soprano Mar¨ªa Rodr¨ªguez, clara como el agua clara. L¨¢stima que no tenga un temazo en solitario, porque Mi canci¨®n quiere fingir no es excepcional. A cambio, Soutullo y Vert le regalan dos d¨²os casi puccinianos con el cuitado conde. El ¨²ltimo, justo antes del beso fatal, est¨¢ a un paso de la Butterfly. Iv¨¢n, como sufre m¨¢s, tiene las melod¨ªas m¨¢s suculentas. Ya se intuye que la cosa no acabar¨¢ bien cuando le vemos afilando su faca mientras canta, con el coraz¨®n part¨ªo, la preciosa Hecha de un rayo de luna. Castej¨®n ha pulido el texto y ha hecho bien. Y ha cambiado el final y tambi¨¦n ha hecho bien. Y, otra gran idea, le ha encargado a su hermana una danza de lujo, muy elegante, en el estilo de El amor brujo pero en moderno, con n¨ªveas bailarinas en un c¨ªrculo de luna, para servir el c¨¦lebre intermedio entre los dos cuadros del segundo acto. Ya es curioso que el tema m¨¢s popular de La leyenda del beso, su highlight, sea una pieza instrumental, sin letra. Bueno, los de Mocedades se la metieron (la letra) y les sali¨® Amor de hombre, algo as¨ª como el YMCA de Village People cantada por cinco numerarios del Opus. Olvidemos esa triste p¨¢gina de nuestra historia y volvamos a las danzas y las pasmosas mixturas de los se?ores Soutullo y Vert. En el segundo acto hay una espa?ol¨ªsima zambra, como dir¨ªa un cr¨ªtico antiguo, muy bien bailada, pero mi favorita viene a continuaci¨®n: un foxtrot gitano. O, para ser m¨¢s precisos, un burbujeante cruce entre fox y garrot¨ªn, a cargo del pollopera Gor¨®n, heraldo del ritmo moderno, y de las z¨ªngaras, que por supuesto defienden lo suyo, acaudilladas, y justo es mencionarla, por Amara Carmona (?la recuerdan en Alma Gitana?) en un breve pero lucido papel. Hubo merecid¨ªsimos aplausos tambi¨¦n para el coro, a las ¨®rdenes de Antonio Faur¨®, y para la orquesta, dirigida por el maestro Miguel Ortega. La leyenda del beso va a ser -ya est¨¢ siendo- un ¨¦xito de campanillas.
La leyenda del beso. Teatro de la Zarzuela. Madrid. Hasta el pr¨®ximo d¨ªa 25. http://teatrodelazarzuela.mcu.es/
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.