El paisaje moral de Andrea Camilleri
Sicilia es fea, sucia. Sus ciudades son el fruto de la especulaci¨®n, de los manejos mafiosos, de la destrucci¨®n del patrimonio. El sol, la naturaleza, su luz cegadora s¨®lo trae calor, un calor inaguantable para los habitantes de la isla, que huyen como pueden. Los coches invaden el territorio por carreteras malditas que conducen siempre lejos del destino deseado. El cielo, el escenario oscuro en el que se desarrollan tenebrosas tormentas que atormentan el sue?o agitado, sudoroso, del comisario Montalbano. El mar no es m¨¢s que una piscina en la que Salvo Montalbano deshace su melancol¨ªa dando brazadas todas las ma?anas, o, tambi¨¦n, una despensa, la cueva de la que surgen los pulpitos tiern¨ªsimos, los salmonetes que hacen llorar de gozo al protagonista de gran parte de las novelas de Camilleri, al hombre a trav¨¦s de cuyos ojos el escritor siciliano nos traza, l¨ªnea a l¨ªnea, el paisaje moral de su isla.
En 'Il campo del vasaio', m¨¢s sombr¨ªo que nunca, profundiza en esa descripci¨®n interna, fea, de la Sicilia que ¨¦l vio transformarse
En la ¨²ltima entrega de las andanzas de Montalbano, Il campo del vasaio, el hallazgo de un cad¨¢ver despedazado en 30 trozos, como las monedas de la traici¨®n de Judas, en un gredal maligno, p¨²trido y pantanoso, un cementerio de arcilla, le sirve a un Camilleri-Montalbano m¨¢s sombr¨ªo que nunca, m¨¢s estupefacto y pesimista, para profundizar en esa descripci¨®n interna, fea, de la Sicilia que ¨¦l vio transformarse desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la alianza de la Iglesia, los terratenientes y la Mafia bajo el paraguas de la Democracia Cristiana, hasta convertirse en el campo de la traici¨®n. Sicilia, tan desmedida, como el pobre Catarella, bruto como un arado, sensible como una Magdalena, el ¨²ltimo mono en la comisar¨ªa, tan tierna como ¨¦l, tambi¨¦n. Al final de la novela se sabe que lo que aparentaba ser un asesinato ritual de la Mafia no era m¨¢s que una tapadera para un crimen pasional, para una historia de cuernos. Se cierra el c¨ªrculo, entonces.
Un c¨ªrculo que quiz¨¢s se abri¨® en el mes de julio de 1943.
Andrea Camilleri tiene entonces 18 a?os y para huir de los bombardeos aliados sobre su ciudad, Porto Empedocle (la Vigata de Montalbano) y Agrigento (Montelusa), las bombas que tanto le fascinan durante las noches prohibidas de La Pensi¨®n Eva (Salamandra, 2008), se refugia con su madre en la casa de un pariente de Serradifalco, en la monta?a. Su padre se queda en Porto Empedocle, aislado de su familia. Un d¨ªa de julio, al joven Camilleri le despierta el silencio. Los alemanes han huido. Los americanos han desembarcado, est¨¢n conquistando la isla. Preocupado por su padre, del que no tienen noticias desde hace meses, Camilleri coge una bicicleta, una Montante, fabricada precisamente en Serradifalco por Calogero Montante, ex ciclista profesional siciliano, y se lanza hacia Porto Empedocle por carreteras inexistentes, por calzadas destrozadas por los bombardeos, llenas de metralla, de restos de carros de combate carbonizados, y en sentido contrario a las tropas norteamericanas, que avanzan sin encontrar resistencia comandadas por el general Patton. Camilleri parte acompa?ado de su primo Alfredo, que se raja ante las dificultades, y prosigue solo, domando en soledad, como los campeones ciclistas, la naturaleza y la carretera hostiles. De la boca de un tanque desventrado surge el cuerpo muerto de un soldado italiano boca abajo. La camisa del soldado, por efecto de la gravedad, cae hacia tierra, cubri¨¦ndole la cabeza. De su bolsillo ha ca¨ªdo al suelo un mazo de cartas no enviadas que el joven Andrea recoge con la intenci¨®n de mand¨¢rselas a su familia. Pero el hombre que dedicar¨¢ el resto de su vida a contar historias no lo hace, hablaban de una traici¨®n conyugal, no era el caso, explic¨® 60 a?os despu¨¦s. A¨²n las conserva. No as¨ª la bicicleta, la Montante, que le llev¨® hasta su padre, que estaba perfectamente bien, sin sufrir ni un solo pinchazo durante los 55 kil¨®metros de ida, de veloz descenso hacia el mar por caminos imposibles, ni en la vuelta. La bici no era suya, pero el fabricante, Montante, le ha regalado una r¨¦plica, casi id¨¦ntica, de aquel modelo Kalos. En agradecimiento a la montura que tan bien le trat¨® entonces, el viejo Camilleri, ya a punto de cumplir 83 a?os y sumergido en periodo de fecunda creaci¨®n, ha escrito el pr¨®logo a un op¨²sculo, La volata de Cal¨°, que cuenta la historia de aquel ciclista que empez¨® a fabricar bicicletas en un lugar tan inh¨®spito como la Sicilia interior.
En agradecimiento a la bicicleta como objeto de libertad y autonom¨ªa, tambi¨¦n, a la bicicleta que simboliz¨® en la segunda posguerra la reconstrucci¨®n italiana, f¨ªsica y moral. Pocos meses despu¨¦s de aquel viaje inici¨¢tico de Camilleri, en octubre de 1943, en la Toscana ocupada por las tropas nazis, Gino Bartali efectu¨® una serie de viajes maratonianos entre Florencia y Perugia, m¨¢s de 380 kil¨®metros diarios de ida y vuelta, portando escondidos, dentro de los tubos de su bicicleta, documentos que salvar¨ªan la vida de decenas de jud¨ªos. Bartali ser¨ªa despu¨¦s una de las figuras del Giro. Su mito se cre¨® con las retransmisiones radiof¨®nicas, con las narraciones del Giro que tambi¨¦n Camilleri escuchaba. El Giro cambi¨® tambi¨¦n el paisaje f¨ªsico de la isla: su llegada significaba la reconstrucci¨®n de los puentes, el asfaltado de los caminos, el progreso.
De Serradifalco, tierra de minas de azufre y latifundio, a Agrigento, a la Montelusa en la que Montalbano nunca visita los templos griegos, su perspectiva m¨¢s hermosa, la ¨²nica, la carretera actual baja serpenteando entre un paisaje duro y desolado, polvoriento, de rocas quemadas. En la Sicilia interior, como en Castilla, un ¨¢rbol es un tesoro. Camilleri, que habita en Roma, lo cont¨® el domingo pasado por la RAI durante la retransmisi¨®n del Giro. "Mi viaje en bicicleta fue un viaje hacia la libertad, una reconquista. Seg¨²n me acercaba al mar me iba desnudando. No era por el calor, era porque al fin pod¨ªa sentirme libre" -
Obras recientes de Andrea Camilleri en Espa?a: La pensi¨®n Eva (Salamandra), La ¨®pera Vigata (Destino) y en edici¨®n de bolsillo La peciencia de la ara?a, El miedo de Montalbano y La forma del agua (Quinteto).
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