Sicilia, tierra cansada
Cuando uno es invitado a comer a su casa por la escritora siciliana viva m¨¢s importante, descendiente de una familia noble de Agrigento y afincada en Londres desde los a?os setenta, espera un desfile de esos manjares que resumen la historia de la isla m¨¢s grande del Mediterr¨¢neo: spaghetti con sardinas, involtini de pez espada, caponata (una especie de pisto de berenjenas y tomate). Sin embargo, las d¨¦cadas de nieblas y fr¨ªo se notan, y Simonetta Agnello Hornby (Palermo, 1945) llena la mesa de eso que los brit¨¢nicos llaman comida y el resto de la humanidad, alimentaci¨®n de supervivencia. Pero el roast beef es la ¨²nica decepci¨®n que sufre el visitante durante su encuentro con la autora de las novelas La Mennulara, La t¨ªa marquesa y Boca sellada, que acaba de aparecer en Espa?a editada por Tusquets. Agnello Hornby es como su trilog¨ªa siciliana: inteligente y sorprendente, una persona que lucha contra los t¨®picos y dispuesta a enfrentarse a verdades dolorosas sin pesta?ear, una novelista que ha sido capaz de adoptar una mirada a la vez cr¨ªtica y cercana sobre el mundo del que viene: la aristocracia siciliana.
"Tuve que mirar dentro de m¨ª misma, buscar la Mafia en m¨ª, que est¨¢ ah¨ª. Lo que es doloroso"
"Lo impregna todo... Cuando pones perfume en una habitaci¨®n, o mal olor en este caso, est¨¢ en todas partes"
"Tuve una infancia muy extra?a. Nadie trabaj¨® en mi familia. Es dif¨ªcil de explicar: no entend¨ªa qu¨¦ eran los festivos"
"Lampedusa se bas¨® en la ¨²nica gente que conoc¨ªa, los arist¨®cratas. Su novela es una generalizaci¨®n y es indolente"
"La aut¨¦ntica naturaleza de los sicilianos est¨¢ en Oriente Pr¨®ximo. Me encuentro completamente en casa en el mundo ¨¢rabe"
Abogada especialista en ni?os en uno de los barrios m¨¢s duros de Londres, Brixton, y una importante jurista en el Reino Unido -lleg¨® a presidir el Tribunal Especial de Menores durante ocho a?os-, Agnello Hornby empez¨® a escribir a los 55 a?os gracias a un retraso que le dej¨® tirada en el aeropuerto de Roma. De aquella larga estancia en Fiumicino naci¨® La Mennulara, una historia de tintes policiacos sobre una mal avenida familia siciliana y su ama de llaves, ambientada en los a?os sesenta. El libro se convirti¨® en un ¨¦xito mundial, con cientos de miles de ejemplares vendidos en 18 idiomas. Luego siguieron La t¨ªa marquesa, una novela cl¨¢sica basada en una antepasada, una mujer rechazada por su familia y atrapada en un matrimonio desgraciado, ambientada en la Italia decimon¨®nica, que transcurre pr¨¢cticamente en los mismos a?os que los dos cl¨¢sicos de la literatura de la isla: El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, y Los virreyes, de Federico de Roberto, una joya de la literatura italiana, que est¨¢ a punto de reeditar Acantilado (Agnello Hornby considera, al igual que Leonardo Sciascia, que es la mejor novela sobre la isla). Acaba de cerrar la trilog¨ªa con Boca sellada, otro relato sobre la familia y el desamor, aunque en este caso est¨¢ ambientado en la Sicilia actual, un lugar al que llegan inmigrantes en vez de irse. Son libros que saben jugar con los t¨®picos sin caer en ellos, que no decepcionan a los amantes de la isla (hay Mafia, familias decadentes, palacios herrumbrosos, almendros, odios, campesinos y bandidos); pero que van mucho m¨¢s all¨¢ del Mediterr¨¢neo. Son obras que reflejan una vida rica y dif¨ªcil, de una mujer que se cas¨® y se divorci¨® muy joven, se instal¨® en el Reino Unido y escogi¨® dedicarse a un oficio muy duro, abogada de menores en barrios desfavorecidos, un lugar al que llegan constantemente casos terribles.
Agnello Hornby es una mujer atractiva, divertida, clara, rotunda e ir¨®nica en sus opiniones, que rara vez coinciden con lo que uno espera de una noble siciliana, tan cr¨ªtica como orgullosa de sus or¨ªgenes. Habla perfectamente ingl¨¦s, italiano y franc¨¦s -los tres idiomas que se mezclan en su desordenada biblioteca-, le apasiona viajar y considera que la fama que conlleva haberse convertido en una escritora importante es un molesto engorro del que trata de librarse con la mayor dignidad posible. Su agradable piso del centro de Londres, a cuatro pasos de la estaci¨®n Victoria, est¨¢ lleno de fotos de sus dos hijos y sus cuatro nietos. Como no pod¨ªa ser de otra forma, el primer tema de conversaci¨®n es la Mafia. Agnello Hornby recuerda un art¨ªculo que public¨® en julio de 2005 en el magazine del Financial Times. Su t¨ªtulo lo dice todo: The fear lives on (El miedo contin¨²a).
"El editor, que es un amigo, me pidi¨® que escribiese sobre mis propias experiencias con la Mafia. Y tuve que mirar dentro de m¨ª misma, buscar la Mafia en m¨ª, que est¨¢ ah¨ª. Lo que es doloroso. Llamamos mafiosit¨¢ a la cultura de la Mafia. Hace unos a?os, en Sicilia, ten¨ªa en brazos a mi nieto peque?o, de unos seis meses, y toc¨® algo y se cort¨®. Sus padres no estaban: mi reacci¨®n inmediata fue llamar a un amigo y preguntarle a qui¨¦n conoc¨ªa en el hospital. Luego vino mi hermana y me dijo que las urgencias funcionaban perfectamente. Le llevamos al doctor y todo fue bien. La Mafia crece cuando el Estado fracasa en su responsabilidad de proveer servicios. Si vas a un hospital en Sicilia lo primero que se te pasa por la cabeza es a qui¨¦n conoces. Yo jam¨¢s pens¨¦ que iba a tener esa reacci¨®n".
En sus libros, sobre todo en La Mennulara, la Cosa Nostra es una presencia fantasmal, pero muy poderosa: apenas se ve, pero est¨¢ en todas partes. La aparici¨®n de un padrino en una misa hace que un parroquiano se mee literalmente en los pantalones. "Siempre es as¨ª... Lo impregna todo... Cuando pones perfume en una habitaci¨®n, o mal olor en este caso, est¨¢ en todas partes". Desde que se fue a vivir a Londres -lo cual no quiere decir que abandonase la isla, porque all¨ª vive su hermana, que ha convertido la casona familiar cercana a Agrigento en un agroturismo, y sigue viajando mucho, tanto que considera que sus hijos tienen la doble cultura-, los tiempos han cambiado mucho pero la Mafia no. Ha sabido transformarse para mantener su poder, esconderse para seguir presente y eso es algo que se percibe en el trasfondo de Boca sellada. "La Mafia es una organizaci¨®n muy inteligente, extraordinariamente h¨¢bil. Se adapta. Al principio era dirigida por gente muy poco cultivada, pero luego los mafiosos que tienen mi edad enviaron a sus hijos a buenas escuelas y se convirtieron en profesionales. Ahora tienen el mismo aspecto que nosotros, mientras que antes parec¨ªan campesinos... Son indistinguibles. Les gusta estar cerca del poder pol¨ªtico, aunque no tenerlo directamente en sus manos porque ese poder va y viene, pero si controlas todos los gobiernos es mucho mejor. Les gusta el poder m¨¢s que el dinero, que tambi¨¦n les gusta, no nos enga?emos. Tenemos un proverbio en Sicilia que dice 'tener poder es mejor que hacer el amor' y es el ¨²nico lugar en el que he visto un dicho como ¨¦ste. No es precisamente muy sexy... Una caracter¨ªstica de la Mafia es su profunda relaci¨®n con el territorio... Todos los sicilianos tenemos esa relaci¨®n, pero es curioso c¨®mo los m¨¢s poderosos jefes de la Mafia, como Provenzano, prefirieron quedarse en su territorio, aunque fuese en circunstancias muy inc¨®modas".
"Nada puede cambiar a no ser que sea por la voluntad del Estado, si las cosas funcionasen bien en Sicilia la Mafia no podr¨ªa existir", prosigue. "Necesitamos un lugar en el que puedas encontrar un trabajo sin contactos, en el que vayas a una oficina y el empleado cumpla con su deber, necesitamos un sistema en el que no haya corrupci¨®n. En enero estaba hablando con amigos en Sicilia y en un momento dado dije, y tal vez no deb¨ª hacerlo, 'todos vuestros hijos, que son brillantes profesionales, han conseguido trabajos a trav¨¦s de los contactos familiares o de los contactos pol¨ªticos'. Y se produjo un tremendo silencio. Estamos hablando de ingenieros, de altos profesionales, de abogados que en la Sicilia de hoy no encuentran trabajo si no es a trav¨¦s de contactos. Eso es Mafia. Es la mafiosit¨¢".
Su trilog¨ªa siciliana, escrita en apenas seis a?os, toca tres periodos muy diferentes: el siglo XIX y la decadencia de una clase social, la aristocracia borb¨®nica, los a?os sesenta del siglo pasado con la decadencia completada, aunque la nobleza sigue agarrada a lo que fue, y el presente, un mundo moderno, al que por fin ha llegado Europa, pero que en algunos momentos sigue anclado en el universo lampedusiano. Pero hay dos temas que se repiten de forma constante: la familia, muchas veces como un espacio en el que se producen situaciones terribles, y el amor, generalmente desdichado. "?Por qu¨¦ la familia y el amor? Porque es la vida, mi vida. Me gusta la familia, soy abogada de familia. Creo que soy una persona feliz, tengo problemas, pero amo la vida, he pasado por muchas dificultades, pero la vida es as¨ª. El mensaje que trato de transmitir es que nada es blanco o negro, y tambi¨¦n que pueden ocurrir cosas terribles, como el incesto, que aparece en Boca sellada. En mi vida, a causa de mi trabajo, he visto cosas horribles. La familia de La Mennulara en el fondo es muy normal, porque cuando miras a fondo cualquier familia aparecen estas cosas. Mi madre, que es mi mejor editora, censora y lectora, cuando termin¨¦ La t¨ªa marquesa me dijo: 'Es una historia terrible, ?no puedes hacerla un poco m¨¢s feliz?'. Le respond¨ª que no. Y me dijo: '?Los Agnellos son realmente tan malos?' (risas). Cuando te introduces en una familia son todas horribles, pero nos olvidamos. Es en lo que nos ha convertido la vida. Toda familia tiene sus secretos, sus dramas...".
Pero los dramas familiares que aparecen en su obra no est¨¢n tomados s¨®lo de Sicilia, sino que, camuflados, emergen los casos que ha tratado en su vida de jurista. "En La Mennulara, por ejemplo, la violaci¨®n es algo a lo que me he enfrentado muchas veces a trav¨¦s de mis peque?os clientes. Fue algo f¨¢cil de escribir, horrible, pero f¨¢cil. En La t¨ªa marquesa la escena de violencia de la madre hacia su hija es algo que me hab¨ªan descrito personas que lo hab¨ªan sufrido. Mi trabajo est¨¢ all¨ª, tiene que estar all¨ª. No sabe usted la cantidad de veces que me he enfrentado a matrimonios infelices no consumados en la clase media inglesa. Tengo una enorme experiencia de esas cosas, es mi trabajo".
Sin embargo, resulta dif¨ªcil que la conversaci¨®n permanezca mucho tiempo fuera del Mediterr¨¢neo. Al final, las palabras regresan al lugar en el que nacen sus libros, la isla y su infancia.
Simonetta Agnello Hornby naci¨® en 1945, al final de la II Guerra Mundial (aunque en Sicilia el conflicto acab¨® en 1943, con el desembarco aliado, dejando paso a un mundo de profunda pobreza, de bandidos y convulsiones sociales, en el que la Mafia creci¨® como una hidra). El escenario de su infancia es Agrigento, una ciudad del centro-sur de la isla, actualmente conocida por el Valle de los Templos (un conjunto de monumentos hel¨¦nicos Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), pero en aquellos a?os de pobreza era una tierra de minas de azufre y Mafia despiadada. El medio en el que creci¨® era la baja nobleza siciliana. "Tuve una infancia muy extra?a. No fui al colegio hasta los 11 a?os porque mi padre decidi¨® vivir en Agrigento, que es la ciudad de mi madre, mientras que el resto de la familia viv¨ªa en Palermo. Est¨¢bamos aislados y ¨¦ramos la familia prominente. Ve¨ªamos a otra gente pero, nosotros, los ni?os, no nos mezcl¨¢bamos con ellos. Tuve una ni?era h¨²ngara. Un profesor ven¨ªa todas las ma?anas una hora y media. Y pasaba el resto del d¨ªa jugando, pintando. En verano ven¨ªa toda la familia. Recuerdo que una vez me choc¨® que una amiga de mi madre fuese llamada 'se?ora' porque toda la gente que conoc¨ªa ten¨ªa un t¨ªtulo. Es extra?o. Nadie trabaj¨® en mi familia. Le¨ªa libros sobre gente cuyos padres trabajaban y no sab¨ªa lo que significaba. Es dif¨ªcil de explicar: no entend¨ªa qu¨¦ eran los festivos. Los d¨ªas eran todos iguales. Hab¨ªa muchos miedos, porque estaba Giuliano y los bandidos. Mi padre era un hombre muy interesante. Fue un marido realmente muy malo y tampoco puedo decir que fuese un buen padre, pero le quer¨ªamos. Era un igualitario, no estaba a gusto en su posici¨®n: no pod¨ªa trabajar, porque los hijos de los barones no trabajaban, no quer¨ªa hijos ni quer¨ªa casarse, pero se cas¨® porque amaba a mi madre. Nacimos porque a mi madre le dijeron que no iba a poder tener hijos. Y siempre nos dijo que ten¨ªamos que trabajar, parece normal, pero dec¨ªrselo a una hija en aquel mundo era extraordinario. Nos pidi¨® que no nos cas¨¢semos nunca y que no tuvi¨¦semos hijos. Su teor¨ªa es que pertenec¨ªamos a una clase destinada a desaparecer, que hab¨ªa demasiados habitantes en el mundo, que no ten¨ªa sentido reproducirse. Realmente nos quer¨ªa. Ten¨ªa esa vida en la que nadie trabajaba, esa extra?a infancia. Cuando est¨¢bamos en el campo nos dejaba jugar con los hijos de los campesinos y nos oblig¨® a hablar siciliano. Tuvo problemas con la Mafia, que estaba all¨ª todo el tiempo".
Es inevitable que El Gatopardo, el cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos sobre Sicilia, publicado hace 50 a?os y convertido en pel¨ªcula por Visconti, que cre¨® una de las obras cumbre del cine europeo, aparezca en la conversaci¨®n. De peque?a, Agnello Hornby conoci¨® a Giuseppe Tomasi de Lampedusa, que era amigo de un t¨ªo abuelo suyo -"si conocer es decir 'buenos d¨ªas pr¨ªncipe, buenas noches pr¨ªncipe', puedo decir que le conoc¨ª", afirma-. Sin embargo, esta escritora se muestra muy dura con El Gatopardo, un libro con el que parece mantener una relaci¨®n de amor / odio y al que pertenece este fragmento: "En Sicilia no importa hacer mal o bien: el pecado que nosotros los sicilianos no perdonamos nunca es simplemente el de 'hacer'. Somos viejos
... muy viejos. Hace por lo menos 25 siglos que llevamos sobre los hombros el peso de magn¨ªficas civilizaciones heterog¨¦neas, todas venidas de fuera, ninguna germinada entre nosotros, ninguna con la que nosotros hayamos entonado. Somos blancos, como lo es usted y como la reina de Inglaterra; sin embargo, desde hace dos mil quinientos a?os somos colonia. No lo digo lament¨¢ndome: la culpa es nuestra. Pero estamos cansados y vac¨ªos. (...) El sue?o, querido Chevalley, el sue?o es lo que m¨¢s desean los sicilianos y siempre odiar¨¢n a quien les despierte".
Preguntada por este pasaje, uno de los m¨¢s c¨¦lebres del libro, responde (no sin antes hacer una excursi¨®n al horno, que la aleja por unos momentos a miles de kil¨®metros del Mediterr¨¢neo hasta el roast beef). "Tiene raz¨®n: somos una naci¨®n muy cansada. He le¨ªdo El Gatopardo varias veces, creo que est¨¢ bien escrito y que permanecer¨¢ como uno de los grandes libros italianos del siglo XX, pero no el mayor. Con el tiempo, algunos libros se desinflan... Lampedusa se bas¨® en la ¨²nica gente que conoc¨ªa, los arist¨®cratas, aunque los ¨²nicos en Sicilia que miran hacia el futuro son los mafiosos. Esta novela es una generalizaci¨®n y es indolente".
PREGUNTA. ?Pero no cree que este pasaje contiene muchas de las claves de Sicilia?
RESPUESTA. Creo que se han dicho muchas tonter¨ªas sobre el pasado griego de Sicilia. Si uno va a Grecia, ?piensa alguna vez en la cultura cl¨¢sica? No, ha desaparecido... Creo que la aut¨¦ntica naturaleza de los sicilianos, los sicani, est¨¢ en Oriente Pr¨®ximo. Me encuentro completamente en casa en el mundo ¨¢rabe. Los griegos fueron colonias, que estaban en la costa. Nunca hubo granjeros griegos. Los sicilianos somos gente de tierra, somos campesinos, de secano. Los griegos no llegaron al interior. Creo que el aut¨¦ntico periodo siciliano es bizantino.
P. ?Y los normandos, que en la Edad Media crearon un reino que, mezclando el mundo musulm¨¢n y el cristiano, se convirti¨® en una de las culturas m¨¢s fascinantes de Europa?
R. Estoy hablando de la gente. Los bizantinos realmente vivieron all¨ª y tenemos sangre bizantina. Los normandos vinieron y crearon una cultura maravillosa, pero se limit¨® a Palermo. Nunca fuimos realmente conquistados por ellos. Las civilizaciones que nos dominaron nos transmitieron el sentimiento de que ¨¦ramos una colonia, y tambi¨¦n nos dieron un sentimiento de pasividad, algo que ocurre con otros pueblos que han sido dominados.
P. Y luego vinieron los espa?oles, que acabaron de fastidiarlo todo...
R. Y luego llegaron ustedes, efectivamente. En realidad, nunca nos quisieron. El rey s¨®lo vino una vez, en el siglo XVIII. Yo vengo de la aristocracia, que es lo peor en todas partes, pero aqu¨ª es el doble de mala. Porque tenemos la aristocracia y adem¨¢s el feudalismo, con lo que desempe?¨¢bamos un papel en la estructura de poder. Viv¨ªan s¨®lo de la pompa. Mi familia es borb¨®nica y es un tema sobre el que he le¨ªdo mucho. La tragedia es que hay mucho escrito sobre Sicilia, pero la inmensa mayor¨ªa ha sido por extranjeros, no por sicilianos. Tiene que haber una raz¨®n. El verdadero desastre para Sicilia fue la conquista por parte de los italianos y Garibaldi, porque coincidi¨® con el principio de la Mafia tras la abolici¨®n de los feudos. Lo que ocurri¨® es que, en el feudalismo, los due?os de la tierra se ocuparon de mantener el orden. Hab¨ªa un sistema de justicia e incluso mandaban a la gente a prisi¨®n. Y, a causa de que eran unos vagos o estaban en Palermo esperando al rey que nunca ven¨ªa, transfirieron el poder a los capataces. En 1812, con la nueva Constituci¨®n y la abolici¨®n del feudalismo, pudieron vender las tierras. Pero los capataces ya no ten¨ªan el poder institucional as¨ª que tuvieron que buscar nuevos poderes al margen del Estado. Con mucha inteligencia ayudaron a los luchadores por la unidad de Italia y les proporcionaron transporte y traductores. Cuando vino Garibaldi, confi¨® en ellos para la creaci¨®n de un sistema pol¨ªtico e institucional. La Mafia ya controlaba el Gobierno, desde el nacimiento de Italia... Lo que ocurre con Forza Italia es un d¨¦j¨¤ vu...
P. O sea, que todo tiene que cambiar para que todo siga siendo lo mismo...
R. Es una tonter¨ªa de Lampedusa, aunque sea un buen aforismo. Es sentido com¨²n. Era un hombre muy desagradable, que trataba a la gente que no perteneciese a la aristocracia como inferior y eso es algo que no puedo aceptar. No trabaj¨® un solo d¨ªa en toda su vida. Pero hay una cosa que me molesta especialmente, que creo que aparece en la biograf¨ªa de David Gilmour (El ¨²ltimo Gatopardo, publicada en Espa?a por Siruela): Lampedusa, despu¨¦s de la guerra, fue nombrado presidente de la Cruz Roja en Sicilia. Y no hizo nada. Eso es algo que no puedo perdonar a nadie. Sicilia era muy pobre despu¨¦s de la II Guerra Mundial y, a pesar de estar muy bien pagado, no hizo nada.
Despu¨¦s de comer, Agnello Hornby enciende una pipa y ofrece un estupendo caf¨¦, espeso y contundente. Habla de sus amigos londinenses, de c¨®mo ha cambiado la ciudad desde los atentados del 7-J de 2005, de Brixton, el principal barrio del sur de Londres, de poblaci¨®n mayoritariamente de origen caribe?o, de las revueltas de los a?os setenta, durante las que fue destruido su despacho. Relata con humor -es una narradora estupenda, tanto cuando habla como cuando escribe- los cambios que ha padecido desde que se convirti¨® en una escritora famosa y muestra en el ordenador el principio de su nuevo libro, escrito en ingl¨¦s y ambientado en Londres: su t¨ªtulo es There's nothing wrong with it (no hay nada malo en ello) y habla de abusos a menores. La tarde sigue lluviosa y por las ventanas entra la luz agotada de la primavera londinense. Sicilia parece muy lejana. Pero la fuerza y la iron¨ªa, la inagotable lucha con la historia y las tradiciones que Simonetta Agnello Hornby transmite arrastra sus palabras hasta esa tierra cansada del sur de Europa. Pero por eso ella no es lampedusiana: porque ha luchado toda su vida para despertar del sue?o y enfrentarse a la realidad. Su trilog¨ªa, su propia vida, su discurso son una prueba de que lo ha conseguido.
Boca sellada. Simonetta Agnello Hornby. Traducci¨®n de Carlos Gumpert. Tusquets. Barcelona, 2008. 313 p¨¢ginas. 19 euros. La Mennulara. Tusquets, 2003. La Magrana, 2003 (en catal¨¢n). C¨ªrculo de Lectores, 2004. Quinteto, 2006. La t¨ªa marquesa. Tusquets, 2006. C¨ªrculo de Lectores, 2006.
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