Soledad de soldado
Memorias. En una fonda italiana, y en 11 d¨ªas, escribi¨® el capit¨¢n Alonso de Contreras (1582-?1644?) su vida, presentada ahora por Arturo P¨¦rez-Reverte, que hizo a Contreras amigo de Alatriste. "El incre¨ªble soldado", le llam¨® Ortega y Gasset, juzg¨¢ndolo prototipo del militar del siglo XVII por su autobiograf¨ªa inveros¨ªmil y probablemente verdadera. Contreras cuenta m¨¢s de treinta a?os de vida trepidante, hasta 1633, como si en una sobremesa regalara sus an¨¦cdotas de muertes, astucias, combates en mares y tabernas, abordajes, toma de fortalezas, secuestros y emboscadas. Fue corsario en el Mediterr¨¢neo, "frontera m¨®vil de aventura, horror y prosperidad", explica P¨¦rez-Reverte, y fue famoso: Solim¨¢n de Catania colg¨® el retrato del capit¨¢n por los puertos de Levante y Barber¨ªa, busc¨¢ndolo para matarlo.
Vida de este capit¨¢n
Alonso de Contreras
Pr¨®logos de Arturo P¨¦rez-Reverte y
Jos¨¦ Ortega y Gasset
Reino de Redonda. Madrid, 2008
308 p¨¢ginas. 21 euros
Otros soldados de aquel tiempo escribieron su historia personal como si se tratara de un cap¨ªtulo heroico de la novela picaresca. Incluso repiten episodios que podr¨ªan hacernos pensar en t¨®picos de una ¨¦poca feroz, que, sin embargo, ten¨ªa una concepci¨®n ret¨®rica de la vida: el crimen como v¨ªa hacia la milicia, el asesinato de la mujer amada y su amante, el refugio en la religi¨®n. Pero Contreras escribi¨® la autobiograf¨ªa m¨¢s palpitante y desnuda. Lo ¨²nico que tiene suyo el capit¨¢n es su sangre limpia, de cristiano viejo y pobre, y su agilidad con la espada y la palabra. Un d¨ªa de feria falta a la escuela y mata a un compa?ero. Tira un c¨¢ntaro a la cabeza de la esposa del platero al que sirve como aprendiz, pues no servir¨¢ a nadie que no sea el rey. Soldado, viajar¨¢ por Italia y Flandes, y quien se aventura lejos de su casa siempre vuelve rico en historias. Jugar¨¢ y desertar¨¢, robar¨¢, corsario y piloto en las galeras de Sicilia y Malta, h¨¦roe en Levante, contra los turcos. Cobrar¨¢ "tantas presas que es largo de contar", desde el primer bot¨ªn, un sombrero lleno de reales, inmediatamente jugados y gastados.
Ortega hablaba en 1943 de la vida descoyuntada y el destino espasm¨®dico del capit¨¢n Contreras, y descoyuntado y espasm¨®dico fue su mundo, el Mediterr¨¢neo, tal como lo describe insuperablemente P¨¦rez-Reverte: "Patio trasero de Oriente y Occidente donde se conoc¨ªa todo el mundo, recinto interior de potencias ribere?as que all¨ª ajustaron sus cuentas, mezclaron carne, acero, sangres y lenguas, renegando, negociando y al mismo tiempo combatiendo entre s¨ª". No hay guerra de religiones o patrias. Lo mismo son moros que cristianos. Se pelea por vivir. Valor, temple e ingenio son lo ¨²nico que tiene el soldado, inmensamente solo en su universo violento y populoso. "Nos ten¨ªan por hombres sin alma", dice Contreras, orgulloso de haber merecido el amparo y el afecto de sus sucesivos se?ores. Lo que parece abrigar m¨¢s al capit¨¢n es su h¨¢bito de la Orden de San Juan de Jerusal¨¦n, a la que tambi¨¦n perteneci¨® Lope de Vega, que lo cobijar¨ªa en su casa en 1625 y le dedicar¨ªa la comedia El rey sin reino.
Lope oy¨® las historias que contaba Contreras, y lo juzg¨®, temido en Turqu¨ªa y en toda la Berber¨ªa, digno de un poema heroico despu¨¦s de haber "librado la vida de tantas pendencias, asaltos, batallas, emboscadas, envidias, desaf¨ªos, mares y extra?as tierras, y ¨²ltimamente de dos venenos". A Contreras lo envenenaba la proximidad de la Corte, hasta la desesperaci¨®n de herir a un escribano en El Escorial y hacerse ermita?o en el Moncayo. El episodio, excelente, de humor m¨ªstico, se inicia con la compra de instrumentos para la nueva funci¨®n del capit¨¢n: cilicio, disciplinas, sayal, reloj de sol, libros de penitencia, semillas, azad¨®n y calavera. A fray Alonso de la Madre de Dios, nombre religioso del intr¨¦pido capit¨¢n, lo salva de terminar haciendo milagros la fabulosa acusaci¨®n de ser rey de los moriscos. Conforme los sucesos narrados se aproximan al momento en el que fueron escritos, la realidad se vuelve enso?aci¨®n, y vemos a Contreras soberano de islas africanas y ciudades de Italia, sospechoso de espionaje en Francia, preso en fuga, excomulgado, adversario del fantasma de sir Walter Raleigh en las Indias, hombre que se re¨²ne con el rey y el Papa, triste pretendiente en la Corte, envenenado en Roma y en Osuna, ca¨ªdo en desgracia de su se?or, y siempre ansioso de dignidad.
Mientras cuenta desmanes, parece iluminado por el asombro de seguir con vida, hacia adelante: "Yo no pod¨ªa huir", dice, renegando de la cobard¨ªa infame, y obligado a recurrir a la ma?a muchas veces, "cuando me vi casi perdido". El mayor rufi¨¢n de Espa?a lo consider¨® alguna autoridad, que quiz¨¢ present¨ªa su futura leyenda. Benedetto Croce y Leonardo Sciascia han recordado su paso por N¨¢poles y Sicilia. Su autobiograf¨ªa es un documento que rompe las ideas recibidas sobre lo que un soldado del Siglo de Oro llegaba a sentir por la patria, Espa?a, el altar y el trono.
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