Tormenta de sangre y acero
Okinawa: un oficial de marines se retuerce dentro de un tanque alcanzado por un impacto. Tiene la barriga desgarrada, las tripas fuera y un brazo que pende de una hebra de carne destrozada. "Dios m¨ªo, mam¨¢, ay¨²dame", gime. Hay que salir del blindado y el joven corta con su cuchillo el fragmento que une el miembro a su cuerpo: la extremidad cae con un ruido sordo. Normand¨ªa: el comandante SS de la 12? Divisi¨®n Panzer, Kurt Meyer, aguanta un contraataque de los canadienses. Cuando se dirige a animar al jefe de uno de sus batallones, ve volar ante ¨¦l la cabeza del infortunado, alcanzado por un proyectil de carro. Monte Cassino: los soldados estadounidenses enterrados en sus mugrientos pozos de tirador orinan sobre sus rifles para deshelarlos mientras las ametralladoras enemigas truenan regulares como un golpe de guada?a. De la tierra de nadie llegan chillidos desgarrados en alem¨¢n: "?Me muero, Otto!".
Lo mejor del libro de Keegan es el relato de los brutales ataques y contraataques en los espesos sotos normandos
Son escenas, terribles escenas, de tres nuevos libros sobre la II Guerra Mundial -respectivamente, Okinawa, de Bill Sloan; Seis ej¨¦rcitos en Normand¨ªa, de John Keegan, y El d¨ªa de la batalla, de Rick Atkinson-, parte de la nueva ofensiva (valga el t¨¦rmino) editorial de obras sobre el peor conflicto de la humanidad, con un saldo de 50 millones de muertos. En total, una decena de t¨ªtulos, varios extraordinarios, acaban de desembarcar para ir al encuentro de un p¨²blico aficionado a la historia militar que no para de crecer. Se trata de obras muy variadas en su prop¨®sito, alcance y calidad literaria. Historias de una batalla concreta (Okinawa, Leyte), de una campa?a (Normand¨ªa), de un Ej¨¦rcito (el estadounidense en Italia), de todo un a?o de guerra (Decisiones trascendentales, de Dunquerque a Pearl Harbour, 1940-1941, de Ian Kershaw), de un solo individuo (las memorias del coronel Hans von Luck, Panzer Commander) o de todos (Un mundo en guerra, historia oral de la II Guerra Mundial, de Richard Holmes).
Dejemos avanzar primero a un veterano. El maestro Keegan, cuyo nombre es sin¨®nimo de historia militar, relata la guerra desde el D¨ªa D hasta la liberaci¨®n de Par¨ªs fiel a su estilo, con el punto de mira centrado en los soldados y su vivencia sobre el campo de batalla. A algunos les parecer¨¢ insoportablemente marcial -el honor del var¨®n, los camaradas, etc¨¦tera-, pero Keegan, para el que est¨¢ tan claro como para Montgomery que la guerra se gana o se pierde sacrificando vidas humanas, es un genio a la hora de hacer vivir al lector las impresiones de la lucha. Y su descripci¨®n de los movimientos militares es impecable y clarificadora. En este libro de 1982, el profesor est¨¢ adem¨¢s m¨¢s sensible que de costumbre e incluso se permite hablar de s¨ª mismo en un ins¨®lito pr¨®logo en el que cuenta su experiencia como ni?o (naci¨® en 1934) durante la guerra. Tambi¨¦n tiene detalles sorprendentemente tiernos nuestro historiador de hierro como apuntar que entre los que invadieron Normand¨ªa el recuerdo familiar se centraba sobre todo en las hermanas favoritas. Keegan examina las claves de la decisi¨®n de abrir el segundo frente, recalca el pavor aliado a un contraataque que los habr¨ªa dejado expuestos en las playas y dunkerqueados, y ofrece datos muy interesantes sobre las defensas alemanas, como la presencia en sus filas de 65.000 prisioneros capturados en el frente ruso que se hab¨ªan ofrecido como voluntarios y, l¨®gicamente, no eran muy fiables. Keegan, como buen ingl¨¦s, no le da un gran papel a la Resistencia. Subraya la "grandeza militar" de Eisenhower y sigue con fr¨ªa pasi¨®n a las fuerzas aerotransportadas y paracaidistas (se?ala que la media de edad en un regimiento de ¨¦stos era ?de diecisiete a?os y medio!), a los soldados desembarcados, a los defensores alemanes y a los batallones de carros y granaderos enviados por Hitler en un ¨²ltimo esfuerzo por repeler la invasi¨®n. Lo mejor del libro es sin duda el relato de los brutales ataques y contraataques en los espesos sotos normandos, unas acciones tremendas -algunos panzergrenadier llegaron a suicidarse incapaces de aguantar la intensidad de los bombardeos, capaces de poner boca abajo un tanque Tigre de 60 toneladas- que normalmente quedan ocultadas entre la lucha en las playas y la liberaci¨®n de Par¨ªs. Tambi¨¦n son destacables las consideraciones militares, dignas de Clausewitz o Sun-Tzu: "Donde se instala la confusi¨®n, pocos hombres hacen, con frecuencia, mucho m¨¢s que un gran n¨²mero".
Es dif¨ªcil encontrar un libro tan distinto del de Keegan como el de Olivier Wieviorka, Historia del desembarco de Normand¨ªa, una ins¨®lita aportaci¨®n al tema de un historiador franc¨¦s. Wieviorka considera que hay que desmitificar el "d¨ªa m¨¢s largo" (al cabo, recuerda, la debacle definitiva de la Wehrmacht ocurri¨® en la estepa rusa) y guardarse de una lectura heroica del mismo -algo en lo que no estar¨ªa de acuerdo, por ejemplo, John Wayne: record¨¦mosle encarnando al coronel de paracaidistas Vandervoort en el filme de 1962 basado en el libro de Cornelius Ryan-. De entrada, el franc¨¦s le pega un viaje a Stephen Ambrose (el entusiasta historiador estadounidense de Band of brothers, El D¨ªa D y El puente Pegasus) como representante de la tendencia de presentar a los soldados angloamericanos de Overlord como j¨®venes inocentes, valientes e idealistas. Wieviorka advierte contra una historia "magnificada" del desembarco y recalca la gran violencia de la campa?a, la ignorancia de los soldados estadounidenses sobre las razones morales de su combate y los sentimientos ambivalentes de la poblaci¨®n hacia sus libertadores. La invasi¨®n, recuerda, infligi¨® terribles sufrimientos a los civiles: 14.000 muertos en el verano de 1944, la mitad v¨ªctimas del bombardeo a¨¦reo aliado.
El historiador franc¨¦s invita a "echar una mirada fr¨ªa" sobre el desembarco. No duda en hablar de los pillajes y violaciones de que fueron culpables los soldados desembarcados y que, afirma, habr¨ªa que revisar al alza. Incluso parece que existieron Los Violentos de Kelly: despu¨¦s de la toma de Saint-L?, hubo soldados, explica, que se lanzaron sobre las cajas de seguridad de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale. Wieviorka, por supuesto, elogia a la Resistencia. El libro no carece de interesantes consideraciones militares, como que la campa?a estuvo marcada por una desmodernizaci¨®n y una vuelta a formas arcaicas de combate -armas blancas incluidas- o que el 75% de las p¨¦rdidas aliadas en Normand¨ªa las causaron los morteros.
Ese grand¨ªsimo historiador que es Ian Kershaw ofrece una perspectiva de la II Guerra Mundial ins¨®lita, apasionante e incluso un punto l¨²dica: el an¨¢lisis de las decisiones pol¨ªticas trascendentales tomadas en el periodo crucial de los 19 meses que van de mayo de 1940 a diciembre de 1941. Lo m¨¢s interesante del asunto es que la toma de esas resoluciones implica que hubo otras opciones, que las cosas pudieron suceder de manera muy diferente. Lo que propone Kershaw es distinto de un simple ejercicio de What if. El autor examina minuciosamente diez grandes decisiones y eval¨²a las opciones reales que exist¨ªan de actuar de otra manera, lo que aclara extraordinariamente lo que acab¨® sucediendo. El an¨¢lisis de la decisi¨®n brit¨¢nica de no pactar una paz con Alemania en la primavera de 1940 revela hasta qu¨¦ punto ello era posible y estuvo incluso cerca de suceder. El de la decisi¨®n de Hitler de atacar a la URSS -"la m¨¢s trascendental de toda la guerra"- muestra, sorprendentemente, que hasta cierto punto el l¨ªder nazi no ten¨ªa otro camino, incapaz como era de poner fin a la guerra mediante una paz negociada con Gran Breta?a. "Era una locura, pero no carec¨ªa de m¨¦todo", apunta Kershaw. Entre las decisiones analizadas est¨¢n la del ataque a Pearl Harbour, la de Mussolini de intervenir en la guerra, la de Roosevelt de avanzar en la ayuda a Gran Breta?a y la de Stalin de ignorar la amenaza que se cern¨ªa sobre su pa¨ªs. Especialmente interesante es la ¨²ltima de las decisiones que estudia el historiador, no en balde gran bi¨®grafo de Hitler: la de matar a los jud¨ªos. S¨®lo por ese impresionante cap¨ªtulo, en el que traza la senda sinuosa de la Soluci¨®n Final, ya vale la pena este libro magistral.
Desde el punto de vista literario, no hay duda de cu¨¢l es el gran libro del lote: el extraordinario El d¨ªa de la batalla, de Rick Atkinson. Empe?ado en una gran trilog¨ªa que traza la historia del Ej¨¦rcito de EE UU en la II Guerra Mundial (inaugurada con Un ej¨¦rcito al amanecer), este periodista estadounidense ¨¦mulo de Tuc¨ªdides entrega ahora la segunda parte, mil p¨¢ginas impresionantes correspondientes a la campa?a de Sicilia e Italia. De nuevo el eco ¨¦pico, el h¨¢lito tr¨¢gico, la impactante descripci¨®n de los personajes, la sensacional amplitud de mirada, la grandiosidad que, sin embargo, no est¨¢ re?ida con una fina sensibilidad para plasmar el dolor y el horror individuales, la inteligencia para seleccionar la frase precisa, rotunda, que conmociona. Las p¨¢ginas dedicadas a Salerno, Anzio, Monte Cassino son antol¨®gicas. Todo el libro es una gozada literaria, sin dejar de ser una espl¨¦ndida cr¨®nica de guerra en la que no dejan de explicarse episodios poco conocidos y pol¨¦micos como el fusilamiento sobre el terreno de soldados italianos por los estadounidenses.
M¨¢s libros: a la ¨²ltima gran batalla de la guerra, la tan feroz librada por la isla de Okinawa, dedica su obra del mismo t¨ªtulo el periodista Bill Sloan. Es un relato sobrecogedor, con muchos testimonios de veteranos, a lo Max Hastings (si no lo han le¨ªdo a¨²n no se pierdan de ¨¦ste su emocionante e iluminador N¨¦mesis, sobre la ¨²ltima etapa de la guerra en el Pac¨ªfico, tambi¨¦n en Cr¨ªtica). El libro de Sloan contiene algunas im¨¢genes inolvidables como la del marino que ve alucinado c¨®mo se desploma sobre su lancha PT una bomba Baka con su piloto kamikaze a horcajadas. A otro enfrentamiento decisivo del frente del Pac¨ªfico est¨¢ consagrado La batalla de Leyte, de Jean-Jacques Antier, tambi¨¦n con la f¨®rmula de presentar la voz de los combatientes buscando la implicaci¨®n del lector en la narraci¨®n. Un mundo en guerra, de Richard Holmes, es una estupenda recopilaci¨®n directa de testimonios orales agrupados por teatros y temas, en la que uno puede encontrar a gente tan diversa como el comandante de U-Boot Cremer, un soldado de la 101 Aerotransportada o ?Lawrence Durrell! Los ¨²ltimos cien d¨ªas, de John Willard Tolan, es un ejemplo de un tipo de vieja historia narrativa (es de 1965) de dudoso rigor aunque muy entretenida. Incluye la mejor descripci¨®n del affaire de la Leibstandarte -la leyenda de que esa unidad de ¨¦lite de las SS devolvi¨® sus brazaletes a Hitler en un orinal- que quien firma ha le¨ªdo. Recuerdos de un soldado, del general Guderian, el genio de los panzer, un libro cl¨¢sico, responde a todo un subg¨¦nero de la historia militar, las memorias de altos mandos alemanes, de las que no hay que esperar mucha sinceridad y menos sensibilidad. Guderian no miente como Von Manstein y explica cosas interesantes pero dedica un cap¨ªtulo repulsivo a criticar a Von Stauffenberg ("se comport¨® atolondradamente") y a los otros militares de la conspiraci¨®n del 20 de julio. Otras memoires, las del coronel Von Luck (Panzer Comander), constituyen uno de los mejores testimonios de un combatiente de primera l¨ªnea y est¨¢n llenas de an¨¦cdotas impagables (el pacto de caballeros en el Norte de ?frica con los brit¨¢nicos), pero desgraciadamente la traducci¨®n es un desastre.
En fin, en total casi seis mil p¨¢ginas de historia, acero y sangre sobre un conflicto aterrador que no deja de fascinar y que sigue libr¨¢ndose en campos de batalla de papel y en la pluma de los historiadores.
Seis ej¨¦rcitos en Normand¨ªa, de John Keegan (Ariel). Decisiones trascendentales, de Ian Kershaw (Pen¨ªnsula). El d¨ªa de la batalla, de Rick Atkinson (Cr¨ªtica). Historia del desembarco de Normand¨ªa, de Olivier Wieviorka (Tempus). Okinawa, de Bill Sloan (Cr¨ªtica). La batalla de Leyte, de Jean-Jacques Antier (In¨¦dita). Un mundo en guerra, de Richard Holmes (Cr¨ªtica). Los ¨²ltimos cien d¨ªas, de John Willard Tolan (Tempus). Recuerdos de un soldado, de Heinz Guderian (In¨¦dita). Panzer Commander, de Hans von Luck (Tempus).
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