Obama en los infiernos
El candidato dem¨®crata se enfrenta a la guerra sucia desatada por Hillary Clinton. La senadora prefiere que gane el republicano McCain, para as¨ª tener ella una nueva oportunidad en 2012
Cuando la senadora Hillary Clinton comprendi¨® que era ya poco menos que imposible para ella ganar la designaci¨®n como candidata a la presidencia por el Partido Dem¨®crata, pues su rival, el senador Barack Obama, le llevaba una ventaja en votos, delegados y Estados que no alcanzar¨ªa a igualar, recurri¨®, como suelen hacer los pol¨ªticos, a las armas prohibidas. En este caso, el tema racial. Y dijo, ante la prensa, que lo que las elecciones primarias ven¨ªan demostrando hasta ahora era que a ella la prefer¨ªan los electores de la "Am¨¦rica blanca".
Aunque le llovieron las cr¨ªticas por resucitar un asunto tan ominoso y explosivo en un pa¨ªs como los Estados Unidos -el propio The New York Times, que ha respaldado su candidatura, la censur¨® en un editorial- el vedado recurso dio, por lo menos en apariencia, buenos resultados: el 13 de mayo, en las primarias de Virginia Occidental, el Estado m¨¢s "blanco" del pa¨ªs, Hillary obtuvo una arrolladora victoria con m¨¢s de cien mil votos sobre su contendiente. Se trata de un triunfo llamativo pero insignificante en t¨¦rminos pr¨¢cticos, porque, debido a su escasa poblaci¨®n, Virginia Occidental tiene muy pocos delegados, y Obama sigue conquistando superdelegados entre los independientes e, incluso, algunos que hab¨ªan prometido su apoyo a la senadora se lo han retirado para d¨¢rselo a ¨¦l. Y en estos ¨²ltimos d¨ªas, John Edwards, que fue precandidato presidencial en estas primarias y que hab¨ªa sido afanosamente solicitado por los dos contendientes, se decidi¨® tambi¨¦n por Obama. Su apoyo es importante pues Edwards tiene influencia en el medio obrero y sindical, donde la senadora Clinton es muy popular.
Hillary Clinton es un animal pol¨ªtico fr¨ªo, tenaz, inteligente y sin escr¨²pulos Obama no ha respondido con las mismas armas ni ha descendido al vituperio
Pero, aunque, como se?alan los analistas, ocurra lo que ocurra en las tres elecciones primarias -de cinco peque?os Estados- que a¨²n faltan a los dem¨®cratas, el senador Obama parece tener asegurada la candidatura, la fea operaci¨®n de contornos racistas lanzada por Hillary Clinton puede tener siniestras consecuencias en la futura campa?a presidencial entre Obama y McCain, convirti¨¦ndola en un enfrentamiento entre la Am¨¦rica "blanca" y la Am¨¦rica "negra". No tiene que ocurrir, pero hay indicios alarmantes. Todas las encuestas hechas desde que la senadora se proclam¨® la favorita de los "blancos" indican que un n¨²mero creciente de estadounidenses declara ahora que el tema racial o ¨¦tnico ha pasado a ser importante para ellos en sus preferencias electorales. Lo que significa un serio rev¨¦s para Barack Obama, que hab¨ªa hecho de la solidaridad entre las diferentes razas, tradiciones, creencias, convicciones y costumbres uno de los puntales de su pr¨¦dica desde el inicio de su campa?a.
Hillary Clinton no es una racista, desde luego. Es un animal pol¨ªtico, fr¨ªo, tenaz, inteligente y sin escr¨²pulos. Con la misma glacial serenidad y destreza con que supo salir airosa de los esc¨¢ndalos y humillaciones a que la someti¨® su marido en los comienzos de su Gobierno, ha continuado su campa?a, sin perder la sonrisa y el ¨¢nimo, mientras era derrotada una y otra vez por un adversario que, seg¨²n todas las encuestas, es preferido por los j¨®venes, los profesionales, los empresarios, los universitarios y, en resumen, por los sectores m¨¢s modernos, cultos y liberales de la sociedad norteamericana, dej¨¢ndole a ella los m¨¢s incultos, primitivos y provincianos.
Antes de la operaci¨®n racial, su campa?a lanz¨® ya otra de guerra sucia -de ¨ªndole machista- que no prosper¨®. Consist¨ªa en presentar a la senadora como el verdadero "macho", el aut¨¦ntico l¨ªder viril en la contienda, alguien a quien su propio jefe de campa?a bautiz¨® en Illinois como "el candidato testicular". Obama, en cambio, ser¨ªa el d¨¦bil, el blando, el indeciso, el -horror de horrores- intelectual, alguien a quien ser¨ªa riesgoso y suicida confiar la primera magistratura en caso de un conflicto b¨¦lico. Los avisos pagados de Hillary presentaban a la senadora en una actitud marcial y beligerante, con la siguiente interrogaci¨®n: "?A qui¨¦n preferir¨ªa usted como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos?". Y al lado de la senadora languidec¨ªa un esmirriado y subsumido Obama con una cara de vacilante y asustado. Pero esta tentativa denigratoria no tuvo mayor efecto.
Entonces, la senadora, en uno de esos gestos audaces que la caracterizan, decidi¨® que, como ya no era realista pensar en su nominaci¨®n, s¨ª era posible, en cambio, contribuir a la futura derrota de su rival en las elecciones presidenciales de noviembre frente al republicano McCain. No se trata de una venganza personal, nacida de la frustraci¨®n, sino de un sencillo c¨¢lculo matem¨¢tico de un pol¨ªtico de alto vuelo. Si Hillary Clinton aspira a ser la candidata de los dem¨®cratas a la Presidencia en el a?o 2012, es preciso que en estos comicios el ganador sea un republicano y no un dem¨®crata. Pues si es Obama el pr¨®ximo presidente, la senadora ver¨ªa cerradas las puertas de su candidatura a la Casa Blanca hasta el a?o 2016, ya muy tarde para ella. Nada de esto se puede exhibir a la luz p¨²blica, pero s¨ª enviando indirectos mensajes a la subconciencia y los prejuicios instintivos del electorado. Seg¨²n los sondeos ¨²ltimos, un 50% de los partidarios dem¨®cratas de Hillary Clinton en Virginia Occidental afirmaron que no votar¨¢n por Obama para presidente: si es el candidato se abstendr¨¢n de votar o lo har¨¢n por McCain.
Al mismo tiempo que la senadora envenenaba la campa?a de racismo, el candidato republicano iniciaba su propia guerra sucia, utilizando otro ingrediente explosivo para desacreditar a su casi seguro rival en las elecciones de noviembre. En una conferencia de prensa dec¨ªa que, entre ¨¦l y Obama, el verdadero amigo de Israel era el senador McCain. ?No lo demostraba el hecho de que el l¨ªder de la organizaci¨®n terrorista Ham¨¢s hubiera dicho que simpatizaba con la candidatura de Barack Obama?
De este modo, una especie que hab¨ªa circulado, sin mayor eficacia, hace algunos meses, resucitaba y volv¨ªa a ocupar los primeros planos del debate electoral: Obama, un musulm¨¢n emboscado (pues su padre lo fue), un amigo de los palestinos y, por lo tanto, potencialmente, un presidente que dar¨ªa la espalda a Israel, el mejor aliado de los Estados Unidos, y tender¨ªa la mano a los terroristas palestinos. La acusaci¨®n de McCain es de largo alcance y si prende puede ser decisiva en la campa?a. Los jud¨ªos son una peque?a minor¨ªa en n¨²mero en la sociedad norteamericana, pero el lobby jud¨ªo, las organizaciones que apoyan a Israel y hacen campa?a favorable a los pol¨ªticos que consideran proisrael¨ªes y hostigan a los que no, ejerce una poderosa influencia econ¨®mica y publicitaria en toda campa?a electoral. Y aunque no siempre ganan sus candidatos es seguro que siempre pierden los que considera sus enemigos.
Desde que McCain hizo aquella declaraci¨®n, el senador Obama se ha multiplicado en desmentidos ante diversas asociaciones jud¨ªas y proisrael¨ªes, recordando una vez m¨¢s sus tomas de posici¨®n, tanto en la c¨¢mara estatal de Illinois como luego en el Senado, a favor de Israel y condenando en t¨¦rminos inequ¨ªvocos el terrorismo de Ham¨¢s. Y tambi¨¦n repitiendo que, aunque su padre fuera musulm¨¢n, su madre lo educ¨® como cristiano, al igual que ocurri¨® con su esposa Michelle. Por otra parte, muchos jud¨ªos norteamericanos se han manifestado respaldando sus afirmaciones y desmintiendo las insinuaciones de McCain.
Todo esto es una indicaci¨®n de que la campa?a presidencial ser¨¢ esta vez m¨¢s virulenta que otras veces. ?Conseguir¨¢ Obama enfrentar exitosamente las guerras sucias lanzadas contra ¨¦l? Yo creo que s¨ª, aunque sin duda le va a costar trabajo y no puede permitirse cometer un solo error. Mi optimismo no se basa tanto en las encuestas, como en la actitud que hasta ahora mantiene entre las llamaradas de mugre y de insidia que han encendido a su alrededor. No ha respondido con las mismas armas ni ha descendido al vituperio. Contin¨²a, imperturbable, con su discurso reformista, de ideas, con invocaciones a la uni¨®n, rechazando toda forma de sectarismo e intolerancia, y con propuestas concretas y realistas a favor de los d¨¦biles, los marginados, los guerreristas y los fan¨¢ticos, y una fe contagiosa en las instituciones democr¨¢ticas. Es verdad que a menudo habla m¨¢s como un intelectual que como un pol¨ªtico profesional, pero eso, por fortuna, en vez de desprestigiarlo, le ha ganado la simpat¨ªa y el entusiasmo de millones de sus compatriotas. Su discurso sigue atrayendo sobre todo a los j¨®venes, de todas las razas, que acuden por millares a trabajar como voluntarios en todo el pa¨ªs, fortaleciendo una maquinaria que ha probado tener una eficacia contundente. Esperemos que las campa?as de guerra sucia no prevalezcan y, por una vez, el idealismo y los principios derroten a las maniobras de los pol¨ªticos.
? Mario Vargas Llosa, 2008. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2008.
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