"Una victoria especial"
Nadal, que sufri¨® un tir¨®n en la primera manga, vence en un gran partido a Federer, cuatro veces ganador del torneo
El gesto de dolor descubri¨® a Rafael Nadal en el banquillo de los tenistas condenados a la derrota. El espa?ol acababa de lograr un break, pero perd¨ªa 5-2 el primer set de la final del torneo de Hamburgo, que le enfrentaba a Roger Federer. Toni Nadal, su t¨ªo y entrenador, le preguntaba si pod¨ªa seguir con cara de funeral. Y un fisioterapeuta le hurgaba en la pierna derecha mientras Federer, un Porsche con raqueta, se deslizaba suavemente hacia la victoria. Ah¨ª, con el break, el dolor y las manos del masajista, muri¨® la autopista y naci¨® un partido bacheado, duro y de d¨ªa grande. Lo pele¨® Federer en tres mangas de tenso pulso, decisiones en el alambre y dominio discontinuo. Y lo gan¨® Nadal con la cara tallada en piedra, midiendo cada paso y sin casi celebrar sus golpes durante el partido. Hab¨ªa demasiado en juego (7-5, 6-7 [3] y 6-3).
"Nuestros ¨²ltimos encuentros han sido extra?os. Nos respetamos"
El mallorqu¨ªn, un cicl¨®n en la pista, ser¨¢ examinado hoy de su dolencia
"Esta victoria es especial, pero lo siento por Federer porque ha jugado muy bien", dijo Nadal; "me ha ayudado que ¨¦l cometiera m¨¢s fallos de lo normal. Me ha dado un pel¨ªn de tir¨®n. Estaba bastante asustado. Me volvi¨® a doler en el tercer set y me cost¨® ponerme en marcha, supongo que por el cansancio. Para m¨ª, es un sue?o, una victoria importante en t¨¦rminos de confianza. La temporada de tierra ha sido casi perfecta".
Durante muchos minutos, Federer fue un tenista aplastante, el¨¦ctrico en el dominio de los tiempos del partido y siempre acertado en el uso del tiral¨ªneas de su raqueta. Luego fue un genio apagado. Un tenista desquiciado. Un jugador confundido por el cambio de planes de Nadal, tan acostumbrado como est¨¢ a que el espa?ol le busque insistentemente el rev¨¦s para luego aprovechar el espacio abierto a su derecha. El suizo grit¨® desesperado, golpe¨® la red con su raqueta, muri¨® buscando soluciones r¨¢pidas y renaci¨® no se sabe muy bien c¨®mo. Varias estad¨ªsticas ins¨®litas iluminan el trago amargo que bebi¨® durante tramos del partido: perdi¨® cuatro saques seguidos, seis en todo el encuentro. Desaprovech¨® dos bolas de set en la primera manga. Concedi¨® 16 bolas de break. Y sobrevivi¨® en el segundo set gracias a su saque, que le libr¨® de una situaci¨®n peliaguda: 0-40 igualados a cinco juegos. Una locura.
"Los ¨²ltimos partidos [contra Federer] han sido mucho m¨¢s extra?os de lo habitual", analiz¨® Nadal; "con muchos breaks. Supongo que es por el respeto que nos tenemos".
Los ¨¦xitos de Nadal han sufrido el estigma de sus m¨²sculos. Parapetado en una capacidad f¨ªsica implacable, el espa?ol ha sido catalogado como tenista de coraz¨®n caliente y raqueta fr¨ªa. Ayer volvi¨® a destruir cualquier sospecha sobre su capacidad t¨¦cnica. Enfrentado al mejor del mundo y hundido en el marcador, Nadal eligi¨® la v¨ªa de la finta y el estoque contra sus dolores. El mallorqu¨ªn ciment¨® su remontada sobre jugadas de ida y vuelta, ejecutadas a alta velocidad y machacadas en un suspiro. El mundo al rev¨¦s.
El espa?ol jug¨® hipotecado en cuerpo y alma por su partido de semifinales, tres horas de sufrimiento frente a Novak Djokovic. El serbio le mostr¨® el camino a Federer, cuatro veces campe¨®n en Hamburgo. Ning¨²n tenista se atreve ya a enfrentarse a Nadal con sus mismas armas sobre tierra. La alergia al juego de fondo, el miedo al peloteo y la ansiedad frente a los partidos t¨¢cticos se han extendido como una plaga por el circuito. Ni siquiera Federer, un tenista superlativo, escap¨® a la especie. Consigui¨® m¨¢s de 20 puntos subiendo una cuarentena de veces a la red. Cuando pas¨® apuros, busc¨® la cinta apoyado en su servicio. Quiso ser contundente antes que paciente. Y eso, en tierra, se paga: con Nadal enfrente, la pelota siempre vuelve.
El mallorqu¨ªn, que hoy se examinar¨¢ de sus dolencias en el adductor, estuvo poderoso al drive y sutilmente selectivo con el saque, que vari¨® con sabidur¨ªa. Fue un jugador inasequible al desaliento. Y un campe¨®n listo para su gran reto: el domingo arranca Roland Garros. Nadal vuelve a casa.
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