No lo hagas
Desconozco en cu¨¢ntos centros de ense?anza de Euskadi se lee a¨²n Tiempo de silencio, de Luis Mart¨ªn Santos, pero me temo que son ya muy pocos los que incluyen esa obra en sus programas. Y lo lamento, porque leer guiada, acompa?adamente, esa espl¨¦ndida novela prepara para acceder luego a otros niveles de lectura -incluidos los m¨¢s sofisticados-, es decir, para moverse intelectualmente por donde se quiera. Pero hoy voy referirme a un texto m¨¢s breve del mismo autor, una joya titulada La educaci¨®n de los hijos, cuya lectura considero no s¨®lo muy recomendable, sino, en estos tiempos que corren, una suerte de servicio p¨²blico. Por eso desde estas l¨ªneas me permito recomendarle a la consejer¨ªa de Asuntos Sociales que lo reedite, aunque sea en forma de campa?a.
El Gobierno deber¨ªa haber creado un departamento de responsabilidades y deberes de los menores
Y quiero relacionarlo con la Defensor¨ªa de la Infancia y la Adolescencia que el Gobierno vasco acaba de crear, en contra del criterio del Ararteko que estima que la defensa de los menores est¨¢ ya debidamente garantizada por su departamento. Yo le supongo a I?igo Lamarca no s¨®lo suficiente, sino exacto conocimiento de cu¨¢les son sus competencias, y si ¨¦l dice que los derechos de los menores est¨¢n en Euskadi suficientemente protegidos por el Defensor del Pueblo, me lo creo. Y me preocupa entonces que esta nueva Defensor¨ªa resulte costosamente redundante, produzca una multiplicaci¨®n de gastos y de procedimientos burocr¨¢ticos y un improductivo enmara?amiento competencial. Y creo, adem¨¢s, que el Gobierno vasco ha perdido con esta iniciativa una oportunidad de responder a una necesidad palpable y urgente de la sociedad y de los j¨®venes, o de la sociedad con los j¨®venes: en lugar de crear un segundo departamento de derechos deber¨ªa, a mi juicio, haber creado uno de deberes y de responsabilidades de los menores para con su entorno familiar, socioeducativo y medioambiental.
Un departamento de estas caracter¨ªsticas podr¨ªa prestar una valiosa ayuda a muchos padres que andan ahora mismo desorientados, desconcertados o desbordados por la educaci¨®n de sus hijos. A muchos profesores deprimidos o desmotivados por tener que destinar gran parte del tiempo lectivo a instaurar en las aulas un orden m¨ªnimo, compatible con el ejercicio docente (?alguien ha valorado el coste presupuestario y social de tantas horas de clase malgastadas?). A la sociedad, en fin, que padece la deseducaci¨®n de muchos ni?os y j¨®venes en ideas tan b¨¢sicas como que la libertad es responsabilidad, o que los derechos nos gustan y nos pertenecen a todos. Por eso insisto en recomendarle a nuestro consejero de Asuntos Sociales que promueva una campa?a institucional de deberes de los menores, cuyo lema podr¨ªa ser No lo hagas, al estilo del citado texto de Mart¨ªn Santos, que dice: "No comprendo los quebraderos de cabeza con que se atormentan los te¨®ricos de la pedagog¨ªa, ni las graves preocupaciones por las que se dejan dominar tantos sesudos padres de familia en torno a las dificultades que -seg¨²n ellos- presenta la educaci¨®n de los hijos. En cuanto a m¨ª, tengo la cuesti¨®n definitivamente resuelta. Y no s¨®lo en el plano de la teor¨ªa, sino, lo que es para m¨ª m¨¢s importante, en la pr¨¢ctica de cada d¨ªa. Cuando mi hijo corre desaforadamente por el pasillo de la casa le digo 'no corras', cuando salta por encima de los muebles de mi despacho le digo 'no saltes"...
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