Paradojas tras la lluvia
La Agencia Catalana del Agua (ACA) ha dise?ado en su espacio de competencia, Cuencas Internas de Catalu?a, una planificaci¨®n hidrol¨®gica ejemplar; probablemente la m¨¢s avanzada y coherente, no s¨®lo de Espa?a, sino de la Uni¨®n Europea, cuando menos en el espacio mediterr¨¢neo. En este contexto, resulta parad¨®jico que la crisis de sequ¨ªa que sufre, o ha sufrido, Barcelona est¨¦ siendo gestionada tan mal. La Agencia Catalana del Agua ha tenido el coraje y la inteligencia de apostar por un modelo de planificaci¨®n coherente con la nueva Directiva Marco de Aguas, basada en la modernizaci¨®n de redes, la gesti¨®n integrada de aguas superficiales y subterr¨¢neas, la regeneraci¨®n y reutilizaci¨®n de caudales y la desalaci¨®n de aguas de mar, desde una s¨®lida perspectiva de recuperaci¨®n del buen estado de los diversos r¨ªos, ecosistemas y acu¨ªferos. Desde este enfoque, se han rechazado de forma consistente las estrategias trasvasistas: tanto la propuesta por CiU de llevar el R¨®dano a Barcelona, como la del masivo trasvase del Ebro, promovido por el PP. Llevar el R¨®dano a Barcelona costar¨ªa m¨¢s de 1€/m3, y trasvasar aguas de baja calidad del Bajo Ebro, no s¨®lo encierra graves incertidumbres de disponibilidad y una evidente conflictividad social, sino que acabar¨ªa costando cerca de los 0,4 €/m3 que supone hoy desalar aguas de mar para obtener caudales de alta calidad. La planificaci¨®n vigente en Catalu?a garantiza olvidarse de los problemas de agua de Barcelona para un buen tiempo, aun en ciclos de extrema sequ¨ªa como el que se ha venido sufriendo. Incluso se prev¨¦ lo que nunca se ha hecho en Europa: revertir un trasvase, el del Ter, del que se obtiene buena parte del agua que bebe Barcelona.
Ya no son aceptables las obras de trasvase previstas como respuesta a la sequ¨ªa en Barcelona
Hay un problema de fondo, el desmedido crecimiento urban¨ªstico
Desgraciadamente, la puesta en marcha de las desaladoras previstas (Llobregat, Tordera y Cunit), con una capacidad de 200 millones de metros c¨²bicos al a?o, llega tarde. Probablemente esa tardanza encierra fallos o indecisiones criticables (el anterior Ministerio de Medio Ambiente fue sin duda m¨¢s diligente en Alicante, Murcia y Almer¨ªa, y gracias a ello ninguna ciudad en aquella zona ha sufrido restricciones ni situaciones de emergencia). Pero, sobre todo, resulta dif¨ªcil de justificar la demora en abrir el pertinente debate ciudadano sobre la eventual posibilidad de que los recursos de Cuencas Internas se agotaran antes de que las desaladoras estuvieran en servicio. Sin duda el calendario electoral jug¨® un papel clave al respecto; pero en ning¨²n caso justifica la improvisaci¨®n con la que se viene actuando.
Menos justificable resulta la actitud del Partido Popular y de CiU. Intentar aprovechar la emergencia ciudadana para sacar el muerto del caj¨®n y volver a debatir la planificaci¨®n basada en grandes trasvases es tan oportunista como irresponsable. El problema
no ha estado ni est¨¢ en la planificaci¨®n, sino en la gesti¨®n de una situaci¨®n de emergencia producida por el ciclo de sequ¨ªa m¨¢s duro que ha sufrido Catalu?a desde que se dispone de datos clim¨¢ticos fiables.
En todo caso, insistimos, la crisis en cuesti¨®n ha sido mal gestionada, con la improvisaci¨®n como norma. La desaparici¨®n del Ministerio de Medio Ambiente tampoco ha ayudado ni ayudar¨¢ en el futuro. Sin embargo, lo que resulta m¨¢s inaudito es la forma como se ha pretendido cerrar la crisis, tras las ¨²ltimas lluvias. El hecho de que, con las recientes lluvias, se haya pasado a cerca del 30% de la capacidad de embalse (cifra que se superar¨¢ en breve) supone garantizar en torno a 50 hm3 de aguas superficiales. Otro tanto puede llegarse a almacenar (aunque m¨¢s lentamente) en los acu¨ªferos, fuertemente castigados por el elevado ritmo de extracciones al que han estado sometidos. Todo ello supone un volumen muy superior a los 35 hm3 que la ACA ha venido estimando como la reserva necesaria (si no llov¨ªa) para llegar hasta el mes de mayo, en el que entrar¨¢ en servicio la desaladora de Llobregat. En estas circunstancias, no es aceptable ni comprensible mantener las obras de trasvase previstas como respuesta, en ¨²ltima instancia, a la situaci¨®n de emergencia. Por el contrario, parecer¨ªa razonable, por prudencia, mantener el ejemplar nivel de compromiso ciudadano conseguido hasta la fecha para ahorrar agua. De forma incomprensible, sin embargo, la decisi¨®n anunciada en principio fue justo la contraria: poder llenar piscinas pero mantener el pol¨¦mico trasvase.
Podr¨ªamos comparar la situaci¨®n a una emergencia m¨¦dica, en la que, ante un diagn¨®stico de grave infecci¨®n intestinal, se impusiera un severo r¨¦gimen alimentario, previo a la correspondiente intervenci¨®n quir¨²rgica, en ¨²ltima instancia. La decisi¨®n adoptada en principio equivale a que, ante una evidente mejor¨ªa del paciente, el equipo m¨¦dico optara por permitirle comer y beber cuanto quisiera pero, eso s¨ª, manteniendo la intervenci¨®n quir¨²rgica, porque el quir¨®fano ya estaba reservado... El problema, m¨¢s all¨¢ de recovecos t¨¦cnicos, pasa a ser de coherencia y de credibilidad pol¨ªtica y social. Esperemos que la rectificaci¨®n del presidente Montilla en lo que se refiere a poder llenar piscinas vaya seguida de una consecuente aplicaci¨®n de los criterios que presidieron la decisi¨®n de hacer ese trasvase, como medida extrema en ¨²ltima instancia, lo que la coloca en un plano de primera instancia al aliviarse la situaci¨®n de escasez.
Desgraciadamente, m¨¢s all¨¢ de garantizar el agua de Barcelona (como la de cualquier otra ciudad de Espa?a), cuesti¨®n, como es bien sabido, que compartimos desde un principio de forma consecuente desde la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua, nadie asume debatir los grandes problemas de fondo que esta crisis deber¨ªa llevarnos a considerar de cara al futuro: el desmedido crecimiento urban¨ªstico de Barcelona y Tarragona, por un lado, y el insensato crecimiento de nuevos regad¨ªos en la cuenca del Ebro. Y todo ello en la perspectiva vigente de cambio clim¨¢tico... Catalu?a tiene una buena planificaci¨®n de aguas, tal y como ya hemos argumentado; pero el revent¨®n urban¨ªstico previsto en la planificaci¨®n territorial, tanto en la zona de Vic como en Tarragona, dista mucho de ser razonable y sostenible. En lo que se refiere a la Cuenca del Ebro, m¨¢s de 300.000 nuevas hect¨¢reas de regad¨ªo (que supondr¨¢n el doble de caudales de los previstos en los trasvases del Ebro proyectados por el Plan Hidrol¨®gico Nacional del PP), es una locura, tanto desde el punto de vista econ¨®mico y social como, evidentemente, desde el punto de vista ambiental; sin contar con la guinda de proyectos como Gran Scala en la estepa monegrina...
La irrupci¨®n del nuevo Ministerio de Agricultura, fagocitando al de Medio Ambiente, y los ¨ªmpetus de la Generalitat, del Gobierno de Arag¨®n y del Gobierno navarro, bajo el impulso de intereses electoralistas, no ofrecen buenos augurios. Esperemos que la movilizaci¨®n ciudadana sea capaz de suscitar un impulso de racionalidad y de inteligencia colectiva que nos permita promover modelos de ordenaci¨®n territorial sostenibles. La sequ¨ªa de Barcelona es tan s¨®lo un aviso.
Pedro Arrojo Agudo. Departamento de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Zaragoza.
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