Las artes y sus verdades
Pedro Calapez
Galer¨ªa Max Estrella
Santo Tom¨¦, 6. Madrid
Hasta el 14 de junio
Cualquier lenguaje se forja con su pr¨¢ctica. Sus leyes y reglas son convenciones que surgen como consecuencia directa de su propia actividad, por eso si el lenguaje pierde intensidad de uso se anquilosa y las convenciones en las que se apoyaba desdibujan su sentido originario. Esto es lo que, a grandes rasgos, se supone que est¨¢ sucediendo con el arte de la pintura que, tras una intensa y f¨¦rtil pr¨¢ctica de m¨¢s de quinientos a?os, durante los que gener¨® una rica sintaxis y una ret¨®rica sorprendente, parece entrar en las ¨²ltimas d¨¦cadas en un periodo en el que las convenciones de la representaci¨®n, de la ilusi¨®n de realidad e incluso de la abstracci¨®n se retraen hasta perder su sentido. Por eso la obra de Pedro Calapez (Lisboa, 1953) adquiere una particular importancia ya que, situ¨¢ndose en uno de los extremos de esas convenciones del lenguaje pict¨®rico, el del soporte, investiga y aporta nuevos valores a las cualidades pl¨¢sticas del color y, con ello, extiende el uso y el inter¨¦s por la pintura. El soporte que utiliza en sus obras es el aluminio, algo que en s¨ª no es nuevo puesto que pr¨¢cticamente se han aplicado pigmentos sobre cualquier material, sin embargo, con el aluminio, que es a la vez r¨ªgido y ligero, construye Calapez unos vol¨²menes, por el procedimiento de doblar finas chapas, que le sirven de lienzo en su cara exterior. Estas piezas, realizadas en diferentes tama?os, pero siguiendo las proporciones arm¨®nicas del "n¨²mero de oro", son colgadas en la pared formando grupos que pueden llegar a las sesenta piezas y ocupar hasta nueve metros de pa?o. Obviamente, ni el pintar series crom¨¢ticas con formatos variados ni el clavar conjuntos de cajas met¨¢licas por la pared son ideas originales, tampoco lo es pintar un cuadro, sin embargo, las ¨²ltimas obras que ahora est¨¢ presentando muestran el dominio de una t¨¦cnica eficaz que supone una rendija de aire fresco en el decr¨¦pito panorama de la pintura. En buena medida las cualidades de estas obras se apoyan en juegos de tonalidades efectistas, conseguidos mediante contrastes crom¨¢ticos muy luminosos y acabados de superficie con distintos grados de absorci¨®n y reflexi¨®n de la luz. En todo este trabajo se aprecia un dominio t¨¦cnico de lo meramente pict¨®rico que se detecta en los bordes del soporte, que unas veces son rectos y tersos y otras ondulantes. En esos l¨ªmites la pintura acaba con un tajo finamente biselado, ofreciendo un corte n¨ªtido que permite acentuar el efecto de figura que se destaca del fondo que ofrece la pared. Pero lo que podemos considerar su aportaci¨®n m¨¢s original es la disposici¨®n de esas estructuras livianas sobre el muro que queda detr¨¢s, a muchos cent¨ªmetros de las superficies crom¨¢ticas. En una de estas obras, sujetada con unos ped¨²nculos que quedan ocultos tras las chapas de aluminio, el efecto es de suspensa inmaterialidad, como si las recortadas figuras de aluminio, coloreadas con una materia densa y untuosa, flotaran irrealmente en el aire. Calapez consigue as¨ª crear unos murales que, como aquellos techos de los salones barrocos, sugieren la ingravidez de los cuerpos. Javier Maderuelo
Christo y Jeanne-Claude
Proyectos Mastaba en Abu Dhabi
y Arkansas River. Galer¨ªa Joan
Prats-ArtGr¨¤fic. Balmes, 54. Barcelona
Hasta el 30 de junio
Los nuevos retos en el arte tienen el sello de lo colosal. Aunque vern¨¢cula en la cultura americana, la hiperdimensionalidad ofrece hoy una l¨ªnea prometedora que se mueve en alg¨²n otro rizo de culturas no occidentales prestas a iniciarse en el consumo de masas. El proyecto muse¨ªstico de Tom Krens y Frank Gehry para Abu Dhabi, al que se sumar¨¢ el primer "clon" del Louvre, en 2012, no puede entenderse sin un contexto que cree las necesidades formales y espaciales posmodernas t¨ªpicas del capitalismo y que exige, a la vez, la infusi¨®n y el suplemento de lo precapitalista, por ejemplo, una inmensa pir¨¢mide chata hecha con barriles de petr¨®leo, que rompa el perfil de unas tierras yermas. ?Hay algo m¨¢s contingente? La forma misma de lo injustificable. ?No era eso el arte? A los artistas Christo y Jeanne Claude se los conoce por su incurable afici¨®n por envolver cualquier cosa, desde una silla a unas islas. En 1962, levantaron un "tel¨®n de acero" con barriles de petr¨®leo en una calle de Par¨ªs, en respuesta a la construcci¨®n del muro. Christo es un arquitecto b¨²lgaro que huy¨® de su pa¨ªs, en 1957, envolvi¨¦ndose a s¨ª mismo y ocult¨¢ndose en un vag¨®n de tren. Jeanne-Claude es francesa, ambos nacieron el mismo d¨ªa, a la misma hora y el mismo a?o. La leyenda de esta pareja es tan redonda como la de Beuys, y a¨²n m¨¢s, pues si en 1957 ya hab¨ªan envuelto cuatro barriles de petr¨®leo para una instalaci¨®n en Francia, ahora pretenden usar 410.000 bidones para crear una tumba al estilo de las del antiguo Egipto, en el desierto de Abu Dhabi. La idea se remonta a 1977, casi diez a?os despu¨¦s de que los Emiratos fueran un Estado independiente. Ahora, con la inminente museizaci¨®n de la zona, los permisos de los emires no se han hecho esperar. S¨®lo falta que el capital privado la haga realidad. En la Joan Prats se exhiben los dibujos del proyecto, el coleccionista puede adquirirlos, algunos, por la suma de... lo que vale un piso en Barcelona o en Madrid. Ahora falta saber qu¨¦ tipo de verdad ecol¨®gica representa este mosaico de barriles en forma de mastaba, o si por el contrario puede ser interpretado como la contradicci¨®n misma del ideal del artista. Di¨®genes lo tendr¨ªa claro. ?. Molina
Joaqu¨ªn Peinado
Tan fina y seriamente ?qui¨¦n ha pintado?
Junta de Andaluc¨ªa y Fundaci¨®n Unicaja
Sala de Exposiciones del Palacio Episcopal
Plaza del Obispo. M¨¢laga
Hasta el 15 de junio
Volver al tiempo pausado de la pintura en el que el artista, recogido, se esfuerza por establecer un mundo propio, sin presiones del mercado: ¨¦sa es la dominante en la muestra de Joaqu¨ªn Peinado (Ronda, 1898- Par¨ªs, 1975). Una de las salas recoge su incesante meditaci¨®n sobre el bodeg¨®n. El primero recuerda a un tema de Picasso, Naturaleza muerta ante ventana abierta, aunque la obra de Peinado es m¨¢s r¨ªgida, m¨¢s constructiva, no abandonar¨¢ esa impronta. Sigue m¨¢s a C¨¦zanne que a Picasso. Lo sugieren los espacios ligeramente abombados, el rigor de planos y vol¨²menes, la cuidada relaci¨®n entre los objetos. Algunas piezas son casi monocromas: cuando aparece el color lo hace sobre todo con una funci¨®n relacional. La dimensi¨®n reflexiva de la po¨¦tica de Peinado se advierte a¨²n m¨¢s en sus excelentes dibujos. Quiz¨¢ su ascetismo constructivo brote de su condici¨®n de dibujante. As¨ª se advierte ya en sus trabajos iniciales (retrato de El ni?o de la Palma) y mucho m¨¢s en los bocetos para retratos y en la larga y anal¨ªtica preparaci¨®n de su Desnudo acostado (1968). En los tard¨ªos dibujos er¨®ticos deforma los cuerpos para lograr mayor expresividad: son trabajos en los que domina m¨¢s el gesto aunque el trazo conserva una nitidez envidiable.
Los paisajes urbanos poseen caracter¨ªsticas constructivas similares a las de los bodegones. Algunos de los a?os sesenta tienen m¨¢s valores de superficie y hacen pensar en los ¨¢rboles y las fachadas de Mondrian. Pero los m¨¢s interesantes son sin duda las marinas. Aqu¨ª destaca sobre todo el pintor: los espacios en bandas (cielo, mar, tierra), muy sencillos, con las edificaciones reducidas a suaves vol¨²menes, convierten a la pintura en protagonista. La gama de color, muy restringida, contrasta con la densidad de matices que son los que articulan el cuadro. La muestra tiene el valor de la memoria de quien march¨® a Par¨ªs para aprender y permaneci¨® all¨ª por sus convicciones republicanas. Pero, con independencia de ello, ofrece la obra y el talante de un artista empe?ado, ante todo, en edificar una po¨¦tica propia. Juan Bosco D¨ªaz Urmeneta
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