Los dineros auton¨®micos
Galicia es una comunidad aut¨®noma con un nivel de producto interior bruto (PIB) per c¨¢pita significativamente inferior a la media espa?ola: est¨¢ ligeramente por debajo del 85% y s¨®lo claramente por encima de Extremadura, Andaluc¨ªa y Castilla La Mancha. Lo anterior explica por qu¨¦ hemos recibido ya cerca de 15.000 millones de euros de los fondos estructurales de la Uni¨®n Europea y por qu¨¦ tenemos una balanza fiscal positiva no lejos del 10% de nuestro producto interior bruto, unos 5.000 millones de euros en la actualidad.
Por supuesto, a la hora de calcular el PIB y el saldo fiscal los economistas consideran donde se realiza la producci¨®n y qui¨¦n soporta los impuestos y no el lugar en que se hallan las sedes de las empresas. Es verdad que el gremio de los economistas puede no ser particularmente inteligente. Pero hasta ah¨ª llegamos. Dos estudios especialmente rese?ables sobre balanzas fiscales son el de Luis Caram¨¦s, editado por Caixa Galicia hace ya unos a?os, y el de los profesores Barber¨¢n y Uriel, patrocinado por la Fundaci¨®n BBVA.
Ser¨ªa un retroceso levantar fronteras fiscales regionales para limitar espacios de solidaridad
Reconocer lo anterior no un posicionamiento espa?olista. Es reconocer la realidad que refleja la aplicaci¨®n de los m¨¦todos cient¨ªficos y estad¨ªsticos internacionalmente reconocidos, y exponer el punto de partida desde el que debemos pensar en asuntos como el dise?o de la pol¨ªtica econ¨®mica de la Xunta de Galicia, la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica, el sistema de caja ¨²nica de la Seguridad social, o la articulaci¨®n territorial del Estado.
Por supuesto, siempre existe la alternativa de que los gallegos nos convirtamos en fundadores de una nueva ciencia social, a semejanza de la psicohistoria de Asimov, o que prefiramos optar por otras modalidades de conocimiento no cient¨ªficas, desde la magia de las meigas a la religi¨®n.
Tampoco creo que sea espa?olista la filosof¨ªa pol¨ªtica que inspira un sistema federal fuertemente comprometido con la equidad en la capacidad de acceso a los servicios p¨²blicos. Es verdad que un sistema de este tipo requiere varias cosas. En primer lugar, ciudadanos con identidades duales; esto es, ciudadanos que consideran posible e incluso positivo pertenecer simult¨¢neamente a diferentes comunidades pol¨ªticas. Ciudadanos que se sienten a gusto siendo al mismo tiempo gallegos y espa?oles y que entienden que es mejor que algunas cosas se gestionen de forma descentralizada y otras sigan en manos del gobierno central.
No todo el mundo tiene capacidad para asumir esas identidades m¨²ltiples. Hay personas que prefieren para s¨ª la unidimensionalidad y la simplicidad. Hay que aceptarlo y comprenderlo. Pero tambi¨¦n ellos deben aceptar que existen personas que son capaces de disfrutar de las identidades m¨²ltiples sin caer en la esquizofrenia. Y que, adem¨¢s, ¨¦stas son mayoritarias en Espa?a y Galicia, como lo demuestran de forma reiterada los estudios del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas. El reciente libro de Amartya Sen, Identity and Violence, es una lectura recomendable al respecto.
En segundo lugar, la construcci¨®n de espacios de solidaridad (fraternidad) interindividual es un logro del mundo contempor¨¢neo, a veces no es suficientemente valorado. De hecho, en Espa?a es algo relativamente reciente: hubo que esperar a la muerte de Franco para poder introducir un sistema fiscal capaz de sostener el Estado del bienestar en el conjunto de Espa?a.
Un sistema en el que cada uno paga en funci¨®n de sus capacidades y todos tenemos los mismos derechos. Ser¨ªa un retroceso levantar ahora fronteras fiscales regionales para eliminar o limitar esos espacios de solidaridad. El sentimiento de pertenencia a una comunidad pol¨ªtica espa?ola es lo que soporta la redistribuci¨®n interterritorial actual. V¨¦anse si no las dificultades para que esos flujos se produzcan en comunidades pol¨ªticas menos consolidadas como es el caso de la propia Uni¨®n Europea.
Aunque s¨®lo sea por una raz¨®n instrumental, las fuerzas pol¨ªticas que respaldan la redistribuci¨®n y la justicia social deber¨ªan reivindicar la existencia de un espacio pol¨ªtico com¨²n como es Espa?a. El reto es construir espacios de fraternidad cada vez m¨¢s amplios, no cargarse los actuales.
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