La muerte de un juez
El fallecimiento hace ocho d¨ªas de Roberto Garc¨ªa-Calvo, elegido por el Congreso magistrado del Tribunal Constitucional (TC) en noviembre de 2001 para un mandato de nueve a?os, desequilibra la correlaci¨®n de fuerzas dentro de la instituci¨®n. Porque los 12 jueces del TC se hab¨ªan dividido durante la anterior legislatura en dos bloques iguales de seis miembros -el desempate corr¨ªa a cargo del voto de calidad presidencial- cada vez que los litigios enfrentaban al Gobierno con el PP.
La primera escaramuza de esa guerra civil dentro del tribunal fue la emboscada tendida con malas artes y peores enga?os por el bloque de jueces afines al PP -Garc¨ªa-Calvo entre otros- para lograr la mayor¨ªa en la sentencia sobre el Estatuto de Catalu?a. Los magistrados conjurados votaron en febrero de 2007 la recusaci¨®n -solicitada por el PP- de su colega P¨¦rez Tremps; el pretexto agarrado por los pelos fue el encargo que ¨¦ste recibi¨® en noviembre de 2003 -antes de ser nombrado juez constitucional- del Instituto de Estudios Auton¨®micos para hacer un estudio sobre la acci¨®n exterior y la participaci¨®n europea de Catalu?a "ante una posible reforma del Estatuto".
Mientras bloquea la renovaci¨®n del CGPJ y del TC, el PP exige la sustituci¨®n urgente del magistrado fallecido
Luego vinieron las recusaciones de varios magistrados cruzadas entre el Gobierno y el PP en v¨ªsperas de la sentencia del tribunal sobre el recurso contra la modificaci¨®n de su propia ley, que prorroga autom¨¢ticamente el mandato presidencial hasta la conclusi¨®n de las renovaciones trienales del TC. Los alguaciles resultaron alguacilados: Garc¨ªa-Calvo fue recusado -junto con Rodr¨ªguez-Zapata- y la presidenta Casas conserv¨® el voto de calidad.
No hab¨ªan pasado ni 24 horas desde la muerte de Garc¨ªa-Calvo cuando el portavoz popular en la Comisi¨®n Constitucional del Congreso, Federico Trillo, lanzaba necr¨®fagamente las campanas del funeral al vuelo para exigir la inmediata elecci¨®n por los 3/5 de la C¨¢mara (los populares s¨®lo disponen de 154 de los 210 votos precisos) de un candidato previamente designado por el grupo popular -sea un ilustre jurista o su caballo- como sustituto del fallecido. ?No son esas prisas de urinario un gesto de cinismo? Empleando su cuota de bloqueo para boicotear la formaci¨®n de las mayor¨ªas cualificadas requeridas por la Constituci¨®n, el PP est¨¢ retrasando la renovaci¨®n del CGPJ, pendiente desde hace 18 meses, y el nombramiento de cuatro magistrados del TC por el Senado, aplazado desde hace seis.
El ¨²nico m¨®vil de la actual urgencia del PP por reemplazar a Garc¨ªa-Calvo es su obsceno antojo por mantener la ventaja ileg¨ªtimamente ganada con la recusaci¨®n de P¨¦rez Tremps. No menos humillante para las formas democr¨¢ticas es la confesada pretensi¨®n de Trillo: abandonar las negociaciones entre los grupos parlamentarios dirigidas a elegir magistrados competentes y sustituirlas por el reparto de casilleros en blanco entre los partidos que pueda rellenar cada cual con el nombre de fieles cumplidores de sus consignas. -
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