"Casi nadie me identifica como extranjero"
Con un lev¨ªsimo acento, Youssef el Gharbaoui, de 28 a?os, apenas da pistas de haber sido un ni?o inmigrante que lleg¨® a Barcelona con 14 a?os procedente de Kasar el Kebir, una ciudad del norte de Marruecos. Auxiliar de enfermer¨ªa en el departamento de psiquiatr¨ªa del hospital de Sant Gervasi, Youssef es un joven afortunado. Tiene un contrato de trabajo fijo y, aunque se considera mileurista, su salario le permite vivir solo en un piso de La Torrassa. "El Raval me encanta, pero es demasiado caro", admite Youssef en el casal donde colabora como voluntario.
Cuando ten¨ªa seis a?os, sus padres se separaron y su progenitor emigr¨® a Barcelona con su nueva mujer. No dej¨® de insistir en llevarse a los hijos con ¨¦l para que tuvieran un futuro mejor. La madre se resisti¨®, pero Youssef -"a m¨ª me daba igual", dice- al final hizo las maletas y en agosto de 1994, tras un viaje de dos d¨ªas en tren, barco y autocar, se mud¨® a Barcelona gracias a las facilidades para el reagrupamiento familiar. Faltaban a¨²n seis a?os para que Aznar endureciera la Ley de Extranjer¨ªa.
"No ten¨ªa a mis hermanos ni mis amigos, no entend¨ªa el idioma. Todo era distinto, incluso el olor", recuerda ahora. Su familia le apunt¨® en C¨¢ritas y all¨ª le pusieron en contacto con el casal, algo as¨ª como su "segunda casa". No es extra?o. Youssef fue inscrito en las Escuelas P¨ªas Calasanz, donde era el ¨²nico marroqu¨ª -"como soy musulm¨¢n, eleg¨ª ?tica en lugar de Religi¨®n", recuerda-, pero com¨ªa a diario en el casal. Y por las tardes iba al taller a aprender flauta o guitarra, a modelar barro o hacer deporte.
"No nos dejaban hablar ¨¢rabe entre nosotros para que nadie quedara excluido", explica Youssef, que a?os despu¨¦s se convirti¨® en voluntario del casal, al que ha visto transformarse radicalmente. "Cuando llegu¨¦ era una asociaci¨®n, y ahora, una ONG. Ha habido un gran cambio en la forma de trabajar", dice. Y en algo m¨¢s: antes no hab¨ªa becas de comedor y el casal se llenaba de ni?os a mediod¨ªa. Ahora, pese a que dice que hay mucha m¨¢s inmigraci¨®n, ya no: "Vienen por la tarde y hacen lo que hac¨ªa yo: talleres o refuerzos escolares".
Tras empezar a trabajar en una empresa de hosteler¨ªa y luego en otra de electricidad, Youssef se independiz¨® a los 18 a?os y se mud¨® a Badalona por desavenencias con su padre, ahora ya resueltas. Con ¨¦l, se fueron sus cuatro hermanos. No perdi¨® el tiempo: estudi¨® para auxiliar de psiquiatr¨ªa, encontr¨® trabajo y se fue a vivir solo.
No conoce a su compatriota Mohamed y cuando llega al casal se estrechan la mano: "Me da mucha rabia lo que le pasa. Todo el mundo tiene derecho a un futuro digno". Dice que no ha sentido el racismo -"casi nadie me identifica como extranjero"-, aunque advierte de que la pel¨ªcula Said, de 1995, que cuenta la historia de un chico marroqu¨ª acosado por los skins, era un pedazo de realidad. "Ahora no se ven tantos", asegura. Sin inter¨¦s en formar una familia, Youssef, apasionado del monta?ismo y del Bar?a, est¨¢ contento de estar en Barcelona. "He hecho mi vida aqu¨ª", dice para explicar que en verano ir¨¢ de vacaciones a su pa¨ªs y a Noruega a ver los fiordos. Musulm¨¢n practicante, no pierde el norte. Desde 1996 acude a la cita anual para ir a pie a Montserrat. "Es desde las seis a la tarde a las diez de la ma?ana. Para m¨ª s¨®lo es una excursi¨®n m¨¢s".
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