El espect¨¢culo de Cristopher Hitchens
La provocaci¨®n del escritor brit¨¢nico y las recetas conciliadoras de Jimmy Carter se enfrentan en el Festival Hay
Christopher Hitchens, escritor brit¨¢nico y polemista profesional, se comporta como una maldita estrella del rock. Va de un lado a otro con traje claro en un d¨ªa de perros y un vaso siempre en la mano. De algo que parece whisky por la ma?ana y es "un vino asqueroso de las Black Hills", durante su conferencia a mediod¨ªa. Llega a primera hora a la zona VIP del festival Hay-on-Wye y se presenta a Asne Seierstad, a quien, dice el programa, ayudar¨¢ a presentar El ¨¢ngel de Grozni. "?Me est¨¢ diciendo que no conoce mi libro?", pregunta perpleja la autora noruega. "Con que lea un par de p¨¢ginas ser¨¢ suficiente".
Cuatro horas despu¨¦s, Hitchens est¨¢ erguido, con los brazos abiertos en posici¨®n de listo para la pelea, sobre el escenario grande. Es el turno de las preguntas sobre su pol¨¦mico ensayo Dios no es bueno (Debate), en el que combate con munici¨®n tan gruesa como efectiva a la religi¨®n. Y entre el p¨²blico, lleno absoluto, algunas caras de ansiedad y disgusto se mezclan con el jaleo de su nutrida parroquia.
Una se?ora se confiesa disgustada como "miembro de la iglesia brit¨¢nica" por lo que tiene que o¨ªr. "Dir¨ªa que soy dem¨®crata y plural, pero no ser¨ªa verdad", le espeta irritado Hitchens. "No puedo con quienes me dicen que Dios les habla". "?Agnosticismo?", se interroga en otra de sus andanadas. "No puedes decir no s¨¦. Si no sabes, no crees y si no crees, no crees. Si dudas si tragarte que las v¨ªrgenes pueden tener hijos y los muertos resucitar, entiendo que te escondas tras una palabra como agnosticismo".
?se es Hitchens y en el festival gal¨¦s conocen bien su estilo, fascinante como una pel¨ªcula de terror. "Es un arrogante y ?apoy¨® la guerra de Irak!... pero vende", resum¨ªa la encargada de la librer¨ªa, vieja espectadora del show de Hitchens, tras dos horas de firma de ejemplares.
Poco antes de que el columnista de Vanity Fair lo pusiera todo perdido de bilis, en un instituto cercano al festival, Jimmy Carter se mov¨ªa en muy distintos derroteros, ¨¦ticos y est¨¦ticos, ante una selecta audiencia de periodistas. El ex presidente de EE UU aport¨® al festival m¨¢s guardaespaldas que el resto de los ponentes juntos y habl¨® de c¨®mo se ha convertido en el conciliador por excelencia, de la necesidad de crear un gobierno de unidad en Palestina, la "obligaci¨®n de Occidente" de acabar con el bloqueo de Gaza y sus dudas de que Ir¨¢n acabe desarrollando la bomba at¨®mica.
A las 19.00 subi¨® al mismo estrado de Hitchens. Y si qued¨® claro que los protagonistas de la jornada (con permiso de un m¨¢s bien pl¨²mbeo Salman Rushdie) pegan como el beicon y el helado, la inc¨®gnita de por qu¨¦ alguien pagar¨ªa 50 libras (70 euros) por ver la conferencia de un ex presidente de otro pa¨ªs permaneci¨® flotando en el aire cargado de lluvia.
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