Quintana, sin complejos
Anxo Quintana no se parece mucho a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pero hay algo en lo que sigue sus pasos: habla sin complejos. Sobre todo en Madrid. Sus dos recientes discursos en la capital -el ¨²ltimo, la semana pasada, invitado por el Foro que organiza la agencia Europa Press- han permitido ver, sin matices de gallego, cu¨¢les son sus objetivos pol¨ªticos y, sobre todo, han despejado dudas sobre esos temores y recelos que a¨²n despierta el BNG en ciertos ambientes, sobre todo urbanos y empresariales.
El BNG se propone conquistar un Estatuto de naci¨®n para Galicia, entre otras cosas para no ser menos que Catalu?a, si bien lo har¨¢ siguiendo su propia v¨ªa, dentro del marco constitucional aunque aspirando a que Espa?a sea un Estado plurinacional. Converg¨¨ncia y el PNV son cada vez m¨¢s sus referentes pol¨ªticos en las otras dos nacionalidades hist¨®ricas, sin que por ello quepa hablar de conductas mim¨¦ticas, en parte como consecuencia de que sus bases son sociol¨®gicamente distintas. No hay, por tanto, veleidades independentistas en la cabeza del vicepresidente Quintana, aunque no por eso vamos a verlo integrado en la caverna del Partido Popular que demoniza al lehendakari Ibarretxe.
Pese a la tensi¨®n en Madrid, los a?os que vienen traer¨¢n la concordia propia de una segunda transici¨®n
Hablando del Partido Popular, es otra gran asignatura pendiente del nacionalismo gallego. De momento, no deja de ser llamativo que la representaci¨®n del PP en la conferencia de Quintana en Madrid fuese muy superior a la del PSOE, a pesar de que es con este partido con el que gobiernan los nacionalistas en Galicia y en numerosos ayuntamientos, entre ellos varios de los m¨¢s importantes, adem¨¢s de en dos diputaciones.
?Qu¨¦ puede explicar esa presencia de Manuel Fraga y de Ana Pastor, mano derecha de Mariano Rajoy, en el Intercontinental? De entrada, un claro deseo de agradar. De salida, un mensaje de posibles acuerdos pol¨ªticos en el horizonte de unos y de otros, partiendo ambas partes de que, a d¨ªa de hoy, sus discursos son muy antag¨®nicos y entre sus bases hay poca comunicaci¨®n. Pero si algo est¨¢ claro es que desde ambos estados mayores se empieza a hacer pedagog¨ªa del di¨¢logo para que si un d¨ªa llega el acuerdo nadie se rasgue las vestiduras.
Calma, por tanto, en el PSOE, que por ahora podr¨¢ seguir gobernando con el BNG en Galicia, aunque por debajo de la mesa est¨¦ preparando la manera de deshacerse de los nacionalistas, a los que incluso en p¨²blico califica de hipoteca, con la negativa connotaci¨®n que a veces tiene esa palabra, especialmente en Galicia.
Ahora bien, por mucho que se miren de reojo y de que Anxo Quintana tenga a Alberto N¨²?ez Feij¨®o tendi¨¦ndole la mano o de que algunos le calienten la cabeza al presidente Emilio P¨¦rez Touri?o con mayor¨ªas imposibles, los l¨ªderes del PSOE y del BNG han decidido asumir por ahora ese refr¨¢n que valora a vaqui?a polo que vale.
La prueba del algod¨®n para el PP gallego ser¨¢, en la pr¨®xima legislatura, el Estatuto de naci¨®n. Todo parece indicar que el Tribunal Constitucional le dar¨¢ luz verde al pre¨¢mbulo del Estatuto catal¨¢n, donde se recoge que para el Parlamento de Catalu?a, ¨¦sta es una naci¨®n, de modo que ni siquiera el PP va a poder rechistar. ?Tendr¨ªa sentido que lo hiciera en Galicia ante un escenario similar, teniendo el peso que tiene el PP aqu¨ª?
Salvo que la caverna de la derecha se imponga a Rajoy, lo probable es que el nuevo PP se olvide de demonizar a los nacionalistas para salir a su encuentro y buscar acuerdos que, entre otras cosas, le permitan gobernar en numerosas instituciones donde ahora est¨¢ literalmente aislado y sin opciones de alcanzar pactos. Por mucha tensi¨®n que veamos en Madrid, donde no olvidemos que hay infinidad de gente viviendo a cuenta de la crispaci¨®n, los a?os que vienen traer¨¢n la concordia propia de una segunda transici¨®n.
Quiz¨¢ lo tiene peor Quintana en otros ambientes menos alborotados pero implacables con su voto. El BNG necesita modernizar su discurso para los j¨®venes y especialmente para los j¨®venes urbanos de Galicia, donde ya pasaron a mejor vida las camisas de cuadros y las faldas del 68.
J¨®venes y grandes ciudades son, de hecho, claras asignaturas pendientes para el nacionalismo gallego, si quiere asegurar su futuro, siendo moderno. Y para ello no basta un Anxo Quintana. Le har¨¢n falta m¨¢s anxos quintanas y m¨¢s teresas t¨¢boas. xeira@mundo-r.com
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