Retorno al Paralelo
Soy paraleleb¨ªpedo: a los cuatro a?os ya recorr¨ªa el Paralelo. De la mano de mi abuela, peinadora y amiga de Raquel Meller, ¨ªbamos a llevarle la tartera a mi abuelo, que tocaba el viol¨ªn en el Apolo de Luis Cuenca y Pedro Pe?a, o en el C¨®mico, sede oficial durante veinte a?os de los fulgurantes Vieneses, apadrinados por Joaqu¨ªn Gasa, o en el Molino de Escamillo y Olga Vidalia. O en el Nuevo, justo antes de que lo convirtieran en el primer Cinerama de Barcelona. Tocara donde tocase, siempre sab¨ªamos d¨®nde encontrarle: en el diminuto cine Hora, una caja de zapatos a la que iban todos los m¨²sicos de la Avenida para echar una cabezadita entre funci¨®n y funci¨®n. Compart¨ªamos la tartera y luego volv¨ªa al tajo, hasta las mil. Conoc¨ª aquel fulgor de lentejuelas, y las risas, y la m¨²sica, y aquellos bares que no cerraban nunca, pero tambi¨¦n los fosos donde las orquestas se asfixiaban, y los camerinos apestando a sudor, y las jornadas agotadoras: mi abuelo y sus cuates s¨®lo libraban un d¨ªa al a?o, el Viernes Santo. Vi a mi abuelo har¨¢ cosa de un mes, en la malague?a calle de Lario, durante el festival. Colgaban fotos del cine espa?ol de los cincuenta y de repente all¨ª estaba ¨¦l, en blanco y negro, tocando junto a Sara Montiel en una escena de El ¨²ltimo cupl¨¦. Volv¨ª a verle en el Coliseum, la semana pasada, porque ten¨ªa fresca su imagen de entonces y no me fue dif¨ªcil pegar el recortable junto a la invicta Sara ("ochenta a?os os contemplan"), guinda o broche o perla peregrina de Homenaje al Paralelo, una nueva muestra, en funci¨®n ¨²nica, de la arrolladora generosidad de La Cubana.
"?Y toda esta gente, todos estos artistas, qu¨¦ hacen ahora? ?C¨®mo se ganan la vida?" La mayor¨ªa malvive. Ley de vida, dicen, o sentencia del tiempo
Jordi Mil¨¢n y su tropa andaban de gira cuando muri¨® el maestro Juan de la Prada, director musical de El Molino, autor de las canciones de C¨®meme el coco, negro y de unas dos mil m¨¢s, as¨ª que decidieron rendirle un tributo retroactivo, a ¨¦l y a todas las estrellas de las variet¨¦s que quisieran participar en el festejo, y abrieron las puertas del Coliseum a la ciudad, 800 entradas gratuitas y un llenazo espectacular, faltar¨ªa m¨¢s, para levantar un Follies humilde, canalla y me temo que irrepetible, pese a lo sobado del adjetivo. Eso sucedi¨® el martes de la semana pasada, en Barcelona, y fue una noche muy hermosa, con la alquimia justa de exaltaci¨®n y melancol¨ªa. Exaltaci¨®n porque estaban all¨ª, de nuevo, los invictos supervivientes, en plena forma, "reci¨¦n sacados del congelador", como dijo Merche Mar, la ¨²ltima vedette de El Molino. Y melancol¨ªa, por supuesto: siempre arrecia y empapa al imaginar una vela cuando se ha apagado, como bien advirtieron Carroll y Ca¨ªn, pareja c¨®mica. Dieciocho artistas acudieron a la cita. Mechadas con intervenciones de La Cubana, sonaron en el Coliseum 34 canciones. Abri¨® fuego, emocionada y emocionante, Lita Claver, La Ma?a, la reina del Arnau, desfilando por el pasillo central con un tocado de plumas negras y cantando Vuelvo a vosotros, casi un I'm still here en versi¨®n baturra, gentileza, esta vez, del maestro Doncos. Observ¨¦ que los, digamos, "n¨²meros p¨ªcaros", interpretados por hombres (Antonio el Verde, de Israel, o El caramelo, de Pierrot) ten¨ªan para m¨ª un regusto bronco, procaz y casi turbio, pese a la ingenuidad de sus letras, y que esto no suced¨ªa con las mujeres: Ondina, por ejemplo, cantando la explicit¨ªsima El pito, con una alegr¨ªa y una luminosidad extraordinarias. Yo no hab¨ªa visto nunca a Ondina y fue todo un descubrimiento. Por desparpajo, por autoridad esc¨¦nica, por timing, por capacidad de comunicar. Me sucedi¨® lo mismo con el retorno de Merche Mar: una gracia fluida y clara, muy bien controlada. Y con el poder¨ªo de Eva Sorel, otra estrella molinera. Qued¨¦ convencido de que son actrices (subrayo: actrices) a recuperar. En el teatro y la televisi¨®n catalana, de entrada, donde tanto abundan las quejas de que no encuentran c¨®micas "de una cierta edad". Antes esas operaciones eran m¨¢s frecuentes: recuerdo el aldabonazo que peg¨® Queta Claver cuando pas¨® a "lo dram¨¢tico". O trasvases a la inversa: Carme Contreras, repescada por Mario Gas para Full Monty. Calixto Bieito le reparti¨® a Pirondello el Ariel de La tempestad, pero fue un miscasting: aquello no era lo suyo. Tampoco lo fue para Bieito, la verdad sea dicha.
A la salida estuve hablando con Mont Plans, otra cantante (y ex Cubana) que, por cierto, estuvo espl¨¦ndida como la madre de Barcelona mapa de sombras, en su estreno en catal¨¢n, y a la que no le han vuelto a ofrecer papeles as¨ª. Le pregunt¨¦: "?Y toda esta gente, todos estos artistas, qu¨¦ hacen ahora? ?C¨®mo se ganan la vida?". Me dijo que Eva Sorel despachaba en la camiser¨ªa que hay frente al Liceo. Merche Mar hace bolos, cuando la llaman. La mayor¨ªa malvive. Ley de vida, dicen, o sentencia del tiempo, que rige para los templos pero no deber¨ªa regir para sus oficiantes. Aquel Paralelo muri¨® porque cambiaron las costumbres. Pas¨® lo mismo con Atlantic City o el circuito de los Catskills. Mi abuelo lo ten¨ªa muy claro: "La televisi¨®n acab¨® con el Paralelo". ?Qui¨¦n iba a pagar para ver a los Vieneses cuando pod¨ªan verles gratis en Amigos del lunes? "Y la llegada del Seiscientos", a?ad¨ªa. El ocio se traslad¨® a otros lugares. Luego, eso s¨ª, empresarios y gestores "culturales" dejaron que se hundieran El Molino y el Arnau: no eran rentables. Ni "sostenibles". Hay un plan, dicen, para "reinventar" El Molino: cuando lo vea lo creer¨¦. M¨¢s ¨¦xitos de la noche: Amparo Moreno ri¨¦ndose de la luna con Cien kilos de vedette, y Lidia Moreno, envuelta en renards, regalando Nada de nada, y el cimbreo brasile?o de Regina Dos Santos: Jer?me Savary la hubiera raptado. Y Pastora Reyes, antigua stripper, cantando, por la Piquer, Que nadie lo sepa. (Ech¨¦ mucho en falta a Pavlovsky. ?D¨®nde andabas, maestro?) Y la Montiel, talmente una aparici¨®n con vestido rojo y plata, repartiendo claveles "con mi perfume", acompa?ada por Joan Vives al piano, pidiendo un cigarrillo para interpretar Fumando espero como es debido, y B¨¦same mucho, y La violetera. Con el fantasma de mi abuelo a su lado, claro: una secuencia de El ¨²ltimo cupl¨¦ rodada por el mejor Lynch.

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