El escondite de Tamara Rojo en el Covent Garden
Un camerino cuya sencillez no delata la condici¨®n de estrella de Tamara Rojo conforma el refugio de la primera bailarina del Royal Ballet de Londres en la maravillosa sede del Covent Garden. Entre estas cuatro paredes, impermeables al ajetreo de una de las compa?¨ªas m¨¢s prestigiosas del planeta, la artista opera el milagro de "detener el tiempo" antes de salir a escena. "Aqu¨ª me concentro y preparo cada actuaci¨®n, visualizo el personaje que voy a interpretar", explica toqueteando una sugerente peluca que le ayudar¨¢ a transmutarse en una femme fatale en el ballet Rushes, fragments of a lost story, una adaptaci¨®n a los a?os veinte de El idiota de Dostoievski con m¨²sica de una partitura incompleta de Prok¨®fiev. Tiene rendido a sus pies al p¨²blico de Londres, la ciudad donde se ha consagrado como una de las grandes figuras de la danza.
El ¨¦xito de Rojo (Montreal, 1974), premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes 2005 junto a Maya Plisetskaia, se suda a diario. As¨ª lo constatan las decenas de zapatillas que se amontonan por cualquier rinc¨®n: cada par suele durarle tres d¨ªas, a lo sumo una semana. Su rutina arranca con una clase matinal y se prolonga hasta las once de la noche, tras la ca¨ªda del tel¨®n. Alivian esa disciplina las escapadas al cercano Soho a la hora del lunch y alguna que otra siesta sobre el ba¨²l que, armado con un colch¨®n, ejerce de socorrido lecho. Le gusta frecuentar los teatros del West End para aprender de los actores brit¨¢nicos, "los mejores del mundo". Tambi¨¦n apasionada del cine, carteles de pel¨ªculas (Al final de la escapada, Un americano en Par¨ªs) decoran este universo, junto a recuerdos que revelan su amor a Venecia (un dibujo de la plaza de San Marcos) o su afici¨®n a los toros (un aut¨®grafo de El Juli). El p¨®ster de su primera actuaci¨®n con Julio Bocca es la ¨²nica constataci¨®n gr¨¢fica de su paso por los principales escenarios desde que en 1996 abandonara la cantera de V¨ªctor Ullate.
El frustrado proyecto de crear una compa?¨ªa nacional de ballet cl¨¢sico ("en Espa?a no se entiende que la danza no es elitista; sale m¨¢s caro seguir a los grandes equipos de f¨²tbol") aleja la perspectiva de verla instalada en nuestro pa¨ªs. Aunque estar¨¢ en la clausura de la Expo de Zaragoza (el 14 de septiembre) para interpretar una coreograf¨ªa de ocho minutos concebida por Goyo Montero. A punto de embarcarse en una gira estival por China y Jap¨®n, calcula que, "sin lesiones", puede seguir en el Royal Ballet "otros diez a?os", pero su ambici¨®n mira hacia otros proyectos que le permitan "alimentar y alimentarme de otros artistas. Ahora puedo permitirme riesgos, y s¨®lo con riesgos se crea el arte".
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