Un beso en el Mortirolo
Contador y el Astana superan la etapa reina y se preparan para certificar hoy su victoria en la contrarreloj de Milan
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El fr¨ªo. Manguitos negros, chubasquero negro, gafas oscuras de montura rosa para protegerse de los reflejos del sol en la nieve del Gavia, 2.623 metros, Alberto Contador se lanza cuesta abajo desde la cima Coppi bien abrigado, por lo menos. Este descenso y otro m¨¢s y su Giro se habr¨¢ acabado. Los huesos, las tripas, a¨²n le recuerdan el fr¨ªo pasado la v¨ªspera en el interminable descenso del Vivione. La cara de su compa?ero Andreas Kl?den, que convulso por los escalofr¨ªos ha debido poner pie a tierra y retirarse unos segundos antes, le ha avivado a¨²n m¨¢s la memoria. Tambi¨¦n el recordatorio de la terrible peripecia del viejo Gilberto Simoni, quien por despreciar el chubasquero casi se congela en el descenso y pierde una buena cantidad de minutos. En su equipo, por lo menos, no han querido correr ning¨²n riesgo. Un mec¨¢nico ha cortado la embocadura de un bid¨®n de agua y en el interior le ha embuchado un chubasquero, un chaleco, unos manguitos, unos guantes. "Mucho m¨¢s c¨®modo extraerlo desde ah¨ª que del bolsillo de la espalda del maillot", dice el chico de Pinto, c¨¢lido y sonriente. Lo dice vestido a¨²n de rosa, despu¨¦s de la temida etapa del Gavia y el Mortirolo, despu¨¦s de una conferencia de prensa, que, pese a que a¨²n falta la contrarreloj de hoy en Mil¨¢n (28,5 kil¨®metros llanos), ha tenido toda la escenograf¨ªa del ganador final.
"Esto, en teor¨ªa, est¨¢ ganado. Alberto es el mejor", dice Bruyneel, su director
Fue la etapa del d¨ªa siguiente, la que demostr¨® la fugacidad del momento: lo que no se hace cuando se debe luego es imposible, luego son otros los que lo hacen. El Giro volvi¨® a su cauce: Simoni se recuper¨® pero no lo suficiente como para que una victoria de etapa apagara su tristeza. Di Luca, el h¨¦roe de la v¨ªspera, el del ataque a la antigua, lejano, el que desestabiliz¨® todo el edificio que pacientemente Contador hab¨ªa tejido, agach¨® la cabeza en el Mortirolo y se dej¨® acompa?ar en el descenso lento, cada vez m¨¢s lento, por el triste y callado Karpets, a quien una moto hab¨ªa derribado en la ascensi¨®n, le hab¨ªa quitado las ganas de seguir luchando. "?Para qu¨¦?", dice. "Di Luca iba muerto y a su ritmo me adapt¨¦". Sella, el incre¨ªble, a quien Ricc¨° hab¨ªa querido humillar llam¨¢ndole "vendido", mostr¨® su superioridad psicol¨®gica sobre el Cobra, tambi¨¦n la f¨ªsica. Ricc¨° fue incapaz de atacar ni una sola vez -gast¨® todas sus, ya escasas, energ¨ªas en intentar frenar, in¨²tilmente, al incordi¨®n de Sella-, con lo que justific¨® plenamente las blasfemias que solt¨® cuando supo la v¨ªspera que se hab¨ªa quedado a 4s del rosa, y a 4s sigui¨®; Purito Rodr¨ªguez, en el descenso hacia Aprica le priv¨® a Ricc¨° de la posibilidad de una bonificaci¨®n de 8s, su ¨²ltima oportunidad de vestir de rosa y de salir hoy el ¨²ltimo en la contrarreloj, y hasta Toni Colom encontr¨® por fin una recompensa digna de su imaginaci¨®n: una placa como ganador en la cima Pantani, la del Mortirolo.
En la ¨²ltima etapa de monta?a, tan cerebral, tan fr¨ªa, tan sin sobresaltos, sin embargo, dos cosas no cambiaron: Contador, el bien abrigado, la vida en rosa, vivi¨® y disfrut¨® de que todas las circunstancias -los piques de Ricc¨°, el ansia de podio de Bruseghin y Menchov...- jugaban a favor de su regularidad, de su solidez; y Ricc¨° sigui¨® mostrando su infantilismo, su nula resistencia a la frustraci¨®n, su gusto por encontrar en todas partes, salvo en ¨¦l, la culpa de sus males, las mismas condiciones mentales que lo convierten en un corredor temible, imprevisible. Ricc¨°, que ha conseguido este Giro 52s en bonificaciones, dijo antes de salir que si ganaba se compraba un Ferrari rosa para hacer pareja con su Porsche Cayenne, "plateado porque todo el mundo lo tiene negro y yo soy diferente". Del coche fabricado en su pueblo, es de M¨®dena, le separar¨¢ finalmente un mundo, un universo de circunstancias: ayer se quej¨® de falta de equipo. "Si hubiera tenido el mismo equipo de Contador ahora ser¨ªa el l¨ªder", dijo, igual que la v¨ªspera ech¨® la culpa por partes iguales a la supuesta ayuda de Sella a Contador y a la mala calidad de su bici, que le impidi¨® usar el plato grande en el ¨²ltimo kil¨®metro.
Todo el mundo supo, Contador el primero, que el Giro se hab¨ªa terminado en la cima del Mortirolo, incluso antes. A 400 metros, en una curva, Macarena, su chica, camiseta rosa, sonrisa sonrosada, grandes ojos, esperaba: al llegar a su altura, su chico, el chico de Pinto, dej¨® un instante de mirar la rueda trasera de Ricc¨°, le envi¨® un beso con la mano, ya sin guantes de invierno, sus brazos, sin manguitos negros, morenos, llenos de vida, su cuerpo vestido de rosa. Junto al autob¨²s, en la meta, Johan Bruyneel, su director, lo resumi¨®: "Esto, en teor¨ªa, est¨¢ ganado. Alberto es el mejor".

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