Perplejidad
Ya lo dijo Trillo: ?Manda huevos! Es lo primero que se te viene a la cabeza al comprobar que, finalmente, el desencuentro entre el presidente de la federaci¨®n y el seleccionador ha desembocado en la destituci¨®n de Pepu. La selecci¨®n espa?ola de baloncesto, uno de nuestros mayores orgullos deportivos, un grupo capaz de causar admiraci¨®n dentro y fuera de la pista, un ejemplo para cualquiera que quiera descubrir de qu¨¦ se trata eso del trabajo en equipo, se ve comprometido por un enfrentamiento gestado ya en la preparaci¨®n del Europeo del a?o pasado y que ha estallado en el momento menos oportuno. Los aficionados estamos perplejos. Cuesta mucho trabajo entender que, llegados a un punto ideal, con unos jugadores superlativos, un entrenador que hab¨ªa encajado perfectamente en un papel sumamente complejo, una federaci¨®n a la que le avala un trabajo excelente (ah¨ª est¨¢ la cantidad de medallas que ha coleccionado en los ¨²ltimos a?os en todas las categor¨ªas) y con un seguimiento social impresionante, nos encontremos a dos meses de los Juegos con este l¨ªo. Un l¨ªo en el que s¨®lo hay perdedores. Desde el presidente, al que le va a costar quitarse de encima el papel de malo de esta pel¨ªcula, hasta Pepu, que, como primera consecuencia, no va a poder estar en un acontecimiento de ¨¦sos del tipo once in a lifetime (una vez en la vida).
Por muchas explicaciones que ambas partes han dado en los ¨²ltimos d¨ªas y que seguro que seguir¨¢n dando en los pr¨®ximos, la intuici¨®n de una mala digesti¨®n del ¨¦xito en el Mundial de Jap¨®n 2006 es demasiado grande para pasarla por alto. Parec¨ªa que estaba claro que lo conseguido se deb¨ªa a la suma de muchos esfuerzos que involucraban a todas las partes. Equipo-equipo-equipo, se dec¨ªa. A nadie le pertenec¨ªa en exclusiva ni en mayor medida lo logrado y eso precisamente era una de las cosas que m¨¢s gustaba: que nadie quisiese apuntarse el tanto m¨¢s que otro. Pero, poco a poco, la figura de Pepu fue creciendo. Con los jugadores ya metidos en faena con sus equipos, la m¨¢xima representatividad recay¨® sobre ¨¦l y su presencia en los medios de comunicaci¨®n, las empresas y todo tipo de reconocimientos le llevaron a los altares hasta convertirse en referente casi moral. Tiene toda la pinta que esta situaci¨®n ha terminado incomodando a la federaci¨®n. Basta escuchar a sus representantes para observar que en su discurso hay una buena parte de reivindicaci¨®n, ¨¦sa que hasta hace poco parec¨ªa innecesaria. Tanto empe?o s¨®lo puede surgir de una sensaci¨®n de supuesto desagravio. Una vez que se instala este sentimiento, el resto viene rodado: los desencuentros en el Europeo, que el seleccionador anunciase su marcha de la forma en que lo hizo, los mensajes cruzados y la destituci¨®n.
Cada uno tiene todo el derecho a ver esta pel¨ªcula como quiera y poner nota a los dos actores principales, pero, por encima de ellos, hay que declararles responsables directos de un desprop¨®sito cuyas consecuencias falta por descubrir. Y todo por asuntos que, por mucho que lo intenten, no parecen de la gravedad suficiente para desencadenar este cicl¨®n. El baloncesto pierde imagen, la selecci¨®n pierde un gran seleccionador, la federaci¨®n queda en entredicho y la sombra de este conflicto no va a desaparecer tan f¨¢cilmente como nombrando otro t¨¦cnico, que, a su vez, ser¨¢ juzgado siempre desde la comparaci¨®n.
Total, que ahora resulta que en Pek¨ªn no s¨®lo vamos a disputar unos Juegos Ol¨ªmpicos, sino a dilucidar qui¨¦n sale mejor parado de todo esto. Lo dicho. Perplejidad. Mucha perplejidad.
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