El ch¨®fer que espiaba los movimientos del alcalde
El ch¨®fer era adem¨¢s un esp¨ªa. ?ngel Luis R. N., el conductor y escolta del alcalde de Coslada, recibi¨® un encargo de su jefe, Gin¨¦s Jim¨¦nez. Ten¨ªa la orden de comunicarle todas las actividades del alcalde, seg¨²n su testimonio ante la polic¨ªa. El sheriff de Coslada le mandaba llamadas perdidas para que le informara de la posici¨®n del regidor y de lo que estaba haciendo en ese momento. Y as¨ª lo hac¨ªa ¨¦l.
En su declaraci¨®n ante la polic¨ªa, el ch¨®fer del alcalde cont¨® muchas cosas: que pertenec¨ªa a El Bloque -el grupo de polic¨ªas locales que est¨¢ siendo inves-tigado-, que pensaba que Gin¨¦s era una persona corrupta con mucha vida nocturna en diversos locales de Coslada y Madrid capital y que la banda se divert¨ªa a su modo.
Los agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa preguntaron a El Navarro -as¨ª lo conoc¨ªan sus compa?eros de El Bloque- si hab¨ªa mantenido relaciones sexuales con prostitutas sin mediar contraprestaci¨®n econ¨®mica. Y Navarro contest¨® que s¨ª, "pero sin obligar a nadie", aunque no abon¨® el servicio.
En una ocasi¨®n, el Navarro fue con otros cuatro miembros de El Bloque (Carlos, El Isi, Fernando y Mario) a la sala de fiestas La Pir¨¢mide. Pidieron unas copas. Carlos apareci¨® con dos chicas, dos prostitutas de la carretera de Vic¨¢lvaro. Le cedi¨® una a ¨¦l y todos se fueron a una zona reservada. Fernando y Mario tocaban a la mujer mientras Navarro trataba de tener relaciones sexuales con ella. Carlos estaba cerca con la otra. El ch¨®fer del alcalde se sinti¨® inc¨®modo y lo dej¨®.
Ninguno de ellos pag¨® en el local. As¨ª actuaba El Bloque.
El Navarro cont¨® m¨¢s historias en su declaraci¨®n. En una ocasi¨®n, Gin¨¦s sospech¨® de tres de sus hombres. El coche de Jim¨¦nez hab¨ªa aparecido quemado. El sheriff pens¨® que hab¨ªan sido los agentes y tom¨® represalias contra ellos. Quer¨ªa enterarse de su vida personal para destruirles. Fue as¨ª como los hombres de El Bloque, liderados por Carlos y Felipe, se hicieron con la confianza de Gin¨¦s.
Tambi¨¦n actuaban en locales comerciales. El ch¨®fer cont¨® a la polic¨ªa que Gin¨¦s exig¨ªa contraprestaciones para la concesi¨®n de licencia de restaurantes. Si iba a un local y no le trataban como ¨¦l consideraba, es decir, le hac¨ªan pagar, el sheriff movilizaba a los agentes para inspeccionar el local y sancionarlo. Algunos hosteleros no se quedaban cruzados de brazos. Contaban lo que ocurr¨ªa. Pero sus denuncias nunca llegaban al alcalde. El Navarro pone a un hombre en entredicho, el concejal de Seguridad Antonio Murillo. Seg¨²n su testimonio, la amistad de Murillo con Gin¨¦s hace posible frenar las denuncias.
Jim¨¦nez ofreci¨® una plaza de cabo a Navarro si segu¨ªa sus ¨®rdenes. Pero usaba la misma promesa con otros agentes, as¨ª que el ch¨®fer fue separ¨¢ndose poco a poco de su jefe. Y a ¨¦ste no le gust¨®. En una ocasi¨®n, Gin¨¦s llam¨® a la madre de El Navarro y le dijo que su hijo se estaba juntando con malas personas, y que "si le hac¨ªa da?o a Gin¨¦s se atuviera a las consecuencias".
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