La direcci¨®n y los extremos
Durante muchos a?os el principal problema de Esquerra Republicana (ERC) ha sido carecer de una direcci¨®n capaz de seguir en momentos cr¨ªticos el rumbo que ella misma trazaba. Y no est¨¢ claro que la elecci¨®n del s¨¢bado lo haya resuelto. Tanto Joan Puigcerc¨®s como Joan Ridao han sido en el pasado reciente coprotagonistas nada gloriosos de esas crisis en las que Esquerra ha quedado a merced de sus alas extremas.
El ejemplo m¨¢s claro y paradigm¨¢tico de esta falta de direcci¨®n lo proporcion¨® en 2006 la incapacidad de la c¨²pula para imponerse en su propio partido en el ¨²ltimo tramo de la aprobaci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa. La votaci¨®n del s¨¢bado indica claramente que los promotores del no en aquella batalla, Joan Carretero y Uriel Bertran, son minoritarios entre la militancia de Esquerra.
El reto de ERC es superar la incapacidad de la direcci¨®n para adoptar decisiones comprometidas
El mapa interno dibujado en el primer round congresual de Esquerra lo ha dejado muy claro. Carretero pudo imponerse en 2006 s¨®lo por la falta de coraje de Josep Llu¨ªs Carod y su direcci¨®n para dar la batalla y hacerse due?os de la situaci¨®n. Pero tambi¨¦n Puigcerc¨®s evidenci¨® en aquella cr¨ªtica coyuntura una reveladora incapacidad para ser consecuente. ?l era el secretario general y, como se ha visto, quien controlaba el aparato. Lo ¨²nico que qued¨® claro de su comportamiento en aquel lance fue que no quer¨ªa enfrentarse a la presi¨®n de los extremos. Primero estuvo, como casi toda la direcci¨®n, a favor del s¨ª, pero esper¨® a que el equilibrio interno basculara y cuando lo hizo por el no puso sus velas en la direcci¨®n del viento.
No puede decirse que ¨¦sa sea la mejor manera de dirigir un partido en circunstancias dif¨ªciles, que es cuando se mide la val¨ªa de los l¨ªderes. Y sin embargo, es el principal ejemplo reciente que hay a mano acerca de la manera que Puigcerc¨®s tiene de llevar el tim¨®n de Esquerra.
El exagerado y pernicioso peso de los extremos sobre la direcci¨®n no es lo ¨²nico que ha impedido a Esquerra disponer de una direcci¨®n adecuada a las responsabilidades de un partido de gobierno. Otro de los obst¨¢culos que han pesado sobre ella, y de qu¨¦ manera, es la incapacidad de hacer frente a la presi¨®n a que la somete CiU por el flanco nacionalista. Y no en la acci¨®n opositora en el Parlament, a la que los miembros republicanos del Gobierno responden en la medida de sus capacidades, pero sin demasiados complejos, sino sobre todo en la que se ejerce desde los medios de comunicaci¨®n que escriben o emiten en clave nacionalista. Salvando las distancias, a la direcci¨®n de Esquerra le sucede desde hace a?os lo mismo que al PP de Mariano Rajoy: que una parte de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s o menos af¨ªn le dicta lo que debe hacer. En este caso, para ser consecuentemente independentista, o suficientemente nacionalista, o bastante catalanista, o incluso catalana. Hay una mir¨ªada de revistas, radios y p¨¢ginas web a disposici¨®n de una legi¨®n de exigentes vigilantes de Esquerra en nombre de la pureza nacionalista.
Lo relevante del asunto es que, hasta ahora, la direcci¨®n de Esquerra ha demostrado ser incomprensiblemente hipersensible a esta presi¨®n a pesar de ser consciente de que, en no pocas ocasiones, est¨¢ alimentada por la larga mano de CiU. Esta presi¨®n va desde la escala local hasta la general, e incluye por supuesto a los medios de la Generalitat, y ha sido tanto o m¨¢s importante que el asamblearismo a la hora de mantener a la direcci¨®n de Esquerra como un ¨®rgano incapaz de tomar decisiones de gobierno en los ¨²ltimos a?os.
Est¨¢ por ver que la sustituci¨®n de Carod por Puigcerc¨®s vaya a significar un cambio tambi¨¦n en la cultura de direcci¨®n que ha caracterizado a Esquerra en los ¨²ltimos a?os. Es cierto que el asamblearismo no ayuda. Si alguna ventaja tiene el loable ejemplo de democracia interna dado por Esquerra con la elecci¨®n de presidente y secretario general por el sufragio universal de todos los afiliados, es que la nueva c¨²pula tiene ahora un plus de legitimidad incuestionable y superior al que tuvieron los dirigentes en las etapas anteriores.
Pero el primer reto que esta nueva c¨²pula debe afrontar ahora es configurar un equipo de direcci¨®n capaz de ejercer como tal, de trazar su propio rumbo y seguirlo, por mucho que a veces signifique contrariar a los extremos del propio partido y a la oposici¨®n.
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