Cambio de escenario, ?cambio de pol¨ªticas?
Se ve¨ªa venir. La creciente desaceleraci¨®n del crecimiento de las econom¨ªas receptoras de inmigraci¨®n, con el consiguiente aumento del paro, explicar¨ªa por qu¨¦ cambia su actitud ante los trabajadores extranjeros. No es tampoco ninguna sorpresa el que ¨¦stos sean uno de los grupos m¨¢s afectados por el desempleo: por la temporalidad de sus contratos en muchos casos, por su excesiva concentraci¨®n en sectores donde el empleo se est¨¢ destruyendo m¨¢s r¨¢pidamente, como la construcci¨®n, por su menor antig¨¹edad en las empresas o simple y llanamente por reacciones xen¨®fobas, conscientes o no, de los empleadores.
Lo que no es tan evidente es saber si ante el cambio de escenario se debe cambiar la pol¨ªtica migratoria. Porque en las propuestas, discursos, declaraciones y noticias recientes se mezclan planos diferentes. Uno es el endurecimiento de la lucha contra la inmigraci¨®n ilegal y de las condiciones de repatriaci¨®n de los ilegales. Resulta sonrojante que esta cuesti¨®n se plantee ahora con m¨¢s energ¨ªa que nunca, pues ning¨²n Gobierno europeo va a reconocer que ha sido m¨¢s o menos tolerante con la inmigraci¨®n ilegal en tiempos de bonanza econ¨®mica, aunque ahora debe desplegar todo el poder del Estado para evitar la entrada irregular de trabajadores extranjeros. Lo que es ilegal ahora lo era igualmente hace 10 o 5 a?os, y tan ilegales son, y eran, las llegadas en cayucos como las entradas por los aeropuertos con visado de turista.
Las pol¨ªticas de retorno voluntario de inmigrantes han sido, hist¨®ricamente, un fracaso
Muy diferente es el control de flujos migratorios legales, es decir, la adopci¨®n de pol¨ªticas para cerrar a¨²n m¨¢s la puerta a la inmigraci¨®n legal y ordenada. ?sta es una medida que entra dentro de las competencias de cualquier Gobierno, y es obvio que se va a plantear en breve tanto para los Estados individuales como a nivel de la Uni¨®n Europea.
El ciclo migratorio europeo de los a?os cincuenta y sesenta se cerr¨® abruptamente cuando tras la crisis de 1973 todos los gobiernos de los pa¨ªses receptores (Alemania, Francia, Suiza, B¨¦lgica) interrumpieron de la noche a la ma?ana la contrataci¨®n y reclutamiento de trabajadores espa?oles, portugueses, yugoslavos, griegos y turcos. Hasta d¨®nde se cerrar¨¢ ahora la puerta plantea de nuevo la irresoluble cuesti¨®n de cu¨¢ntos inmigrantes necesitamos, y est¨¢ claro que muchos europeos, espa?oles entre ellos, piensan que ya tenemos demasiados.
Ahora bien, errar¨ªan aquellos que consideren que con una pol¨ªtica m¨¢s restrictiva a la entrada de inmigrantes cambiar¨ªa el escenario radicalmente. Porque una cosa es que se cierre el grifo de la entrada de trabajadores extranjeros y otra, muy diferente, que descienda el n¨²mero de inmigrantes residiendo en nuestros pa¨ªses.
La experiencia hist¨®rica europea en los a?os de la crisis de los setenta muestra c¨®mo disminuyeron las entradas de trabajadores extranjeros, pero sigui¨® aumentando bastante el stock de poblaci¨®n inmigrante residente, en particular en Francia y Alemania. Los Gobiernos europeos animaron a los trabajadores "invitados" a marcharse, pero siguieron autorizando la entrada de las familias de los inmigrantes ya asentados. La frase es bien conocida: "Necesit¨¢bamos trabajadores y vinieron personas"... y claro, las personas ten¨ªan familia, y bastante numerosas. La pol¨ªtica de reunificaci¨®n familiar, ahora y hace 30 a?os, fuerza el que haya que seguir plante¨¢ndose distintos escenarios de empleo de extranjeros y, por supuesto, pol¨ªticas de integraci¨®n de inmigrantes.
Mucho m¨¢s complejas y discutibles son las medidas de est¨ªmulo e incentivos al retorno voluntario de inmigrantes a sus pa¨ªses de origen. No s¨®lo porque influye, como es l¨®gico, la situaci¨®n de los pa¨ªses de origen y los propios planes de los inmigrantes, entre los que pesan, y mucho, la apuesta de futuro para aquellos con hijos, sino porque ning¨²n plan de retorno voluntario ha tenido los resultados esperados.
No hubo tal retorno masivo de emigrantes espa?oles en la Europa en los a?os setenta. Alemania y Francia lanzaron todo tipo de planes e iniciativas para estimular el regreso de inmigrantes tras la crisis de 1973 con resultados muy desiguales. En torno a 180.000 trabajadores turcos en Alemania a principios de los ochenta capitalizaron sus pensiones y volvieron a su pa¨ªs de origen; s¨®lo 16.000 portugueses encontraron atractiva esa posibilidad. Peor suerte, corrieron los planes de pagos directos a los inmigrantes desempleados para que abandonaran el pa¨ªs con sus familias: la respuesta fue tan pobre que la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos los abandonaron a los pocos a?os. Adem¨¢s, dada la legislaci¨®n actual, el retorno implica la imposibilidad de reemigrar, o al menos la muy costosa reemigraci¨®n en t¨¦rminos administrativos y burocr¨¢ticos. Por ello, dado que el viaje de vuelta genera enormes incertidumbres de poder regresar, es probable que haya un modesto porcentaje de inmigrantes que opten por volver a sus pa¨ªses de origen.
Las pol¨ªticas migratorias no son nunca sencillas de dise?ar, pero el panorama se complica mucho en un escenario de desaceleraci¨®n econ¨®mica y aumento del desempleo. Aparecer¨¢n, desgraciadamente, los que creen tener soluciones f¨¢ciles: que no vengan m¨¢s y que se vayan los que est¨¢n.
Blanca S¨¢nchez Alonso es catedr¨¢tica de Historia Econ¨®mica y profesora de la Universidad San Pablo-CEU.
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