Los que no pueden ir al colegio

Esther trata de concentrarse en los libros, cruza miradas de complicidad con su maestra voluntaria y con su madre, dos de las pocas personas con las que este a?o ha tenido relaci¨®n, y, ante la perspectiva de contar su historia, intenta controlar su nerviosismo. Tiene 12 a?os y no quiere llamar la atenci¨®n; a esa edad, dicen Esther Florido, su madre, y Rosa S¨¢enz, su profesora, los ni?os evitan destacar por miedo a la verg¨¹enza.

En octubre pasado, Esther sufri¨® un accidente mientras jugaba con un compa?ero. Se rompi¨® el f¨¦mur y la membrana de ¨¦ste desde la rodilla a la ingle y tuvo sucesivas hemorragias internas que provocaron su retiro de las clases y de todo lo que supusiera moverse o rozarse con cualquier objeto. Desde entonces, s¨®lo en el ¨²ltimo mes ha podido salir de casa para acudir, por fin, a rehabilitaci¨®n. Durante meses tuvo la pierna herida completamente escayolada y apenas pudo moverse del sof¨¢.

Esther sufri¨® un accidente mientras jugaba con un compa?ero

En todo ese tiempo, el mayor contacto que ha mantenido con el instituto al que llegaba por primera vez este a?o, el Julio Verne de Sevilla, lo ha representado Rosa S¨¢enz, su profesora voluntaria. S¨¢enz, farmac¨¦utica y estudiante de Educaci¨®n Social, dedica cada semana seis horas a repasar con Esther las lecciones que se imparten en la escuela.

Esther y su madre conocieron el proyecto en el que participa Rosa, a trav¨¦s de una enfermera. Se trataba del programa de atenci¨®n domiciliaria que Save The Children desarrolla gracias a un convenio con la Junta desde 1999. El programa atiende cada a?o a cientos de ni?os, la mayor¨ªa, con problemas oncol¨®gicos, de traumatolog¨ªa o, en menor medida, relacionados con la salud mental. Este a?o, la ONG ha recibido 296 demandas de casos en Andaluc¨ªa. De ellos, ha podido tratar 162 y 26 han sido atendidos por profesorado enviado desde Educaci¨®n. El resto (108) no pudo ser atendido.

Durante los primeros meses, Esther tuvo que realizar tareas de todas las asignaturas y fue tratada como otros alumnos. "Como deb¨ªamos acudir sucesivamente a las revisiones para ver si mejoraba, no pudimos prever que faltar¨ªa a clase durante todo el curso", explica la madre. Al no poder hacer los ex¨¢menes, el equipo docente no quiso evaluarla en el primer trimestre. Por fin, en el segundo, se realiz¨® la adaptaci¨®n curricular.

En ese momento, Rosa S¨¢enz aparec¨ªa en escena. Rosa mantiene contacto habitual con el tutor de Esther y est¨¢ pendiente de los temas diarios de las distintas asignaturas troncales (Matem¨¢ticas, Lengua, Naturales, Sociales e Ingl¨¦s).

Esther ha trabajado por s¨ª misma cada d¨ªa. No tiene ex¨¢menes, pero s¨ª debe demostrar con su esfuerzo que es capaz de pasar de curso, tal y como hizo en el segundo trimestre, cuando aprob¨®, aunque con menor nota de lo acostumbrado. "Esta semana entregamos los trabajos finales. Puede aprobar o no, pero lo importante es que en todo este tiempo, ha sido una m¨¢s del instituto", concluye S¨¢enz.