Francia parece Rumania
El equipo de Piturca, sin alarde alguno, complica la vida al subcampe¨®n del mundo
En la apertura del grupo de la muerte, Francia se peg¨® un tiro en el pie ante una selecci¨®n de corte plano como Rumania, que no se sinti¨® destemplada en ning¨²n momento ante los subcampeones mundiales. A los rumanos les bast¨® con un poco de tes¨®n para frenar a su afamado adversario, que jug¨® al paso y, encima, termin¨® fundido, tutelado por su rival. A Francia le faltaron argumentos futbol¨ªsticos y f¨ªsicos, como si buena parte de sus eternos gladiadores ya estuvieran empachados de f¨²tbol y quienes se acunan tras ellos a¨²n no se atrevieran a coger el testigo. En esta vieja Francia no ha habido mutaci¨®n alguna y, por ahora, la transici¨®n no parece fluida.
Tal es la militarizada escala gradual que maneja Raymond Dom¨¨nech, su t¨¦cnico, que Benzema, la nueva veta francesa, le quita el tajo a Anelka, aquel supuesto proyecto de estrella m¨¢s reputado entre el c¨ªrculo de intermediarios que le pasean por las gerencias que por su huella futbol¨ªstica. Con Benzema de chico de los recados, Rib¨¦ry fue el ¨²nico agitador de Francia, que mantiene las mismas arterias que hace una d¨¦cada, pero sin Zidane, un vac¨ªo irremediable para cualquier selecci¨®n. Esta generaci¨®n se ha perpetuado con honores y ha logrado la mejor cosecha de la historia del f¨²tbol franc¨¦s y no es sencillo su pase a la reserva. El oficio queda, le falta la energ¨ªa de anta?o. Sus laterales (Sagnol y Abidal) no reman, los centrales (Thuram y Gallas) son demasiado r¨ªgidos y Toulalan, en el eje, a¨²n no pesa lo que Makelele, que no tiene edad y poco que importa. Demasiado lastre para superar a la te¨®rica cenicienta del grupo, Rumania, que se sostuvo en el encuentro sin grandes alardes: una defensa bien ali?ada y a la espera de que irrumpieran Chivu, el pastor del medio campo, y Mutu, el mazo del equipo. Sin herederos de Hagi, Victor Piturca, el seleccionador, ha logrado que el equipo se sacuda viejos vicios. Rumania ya no tiene la gracia de aquel irreverente y espont¨¢neo grupo del Mundial de 1994, pero a cambio no es tan an¨¢rquica. Salvo sus dos sobresalientes, el resto sabe cu¨¢l es su peaje. Suficiente para complicar la vida al subcampe¨®n del mundo, al que cada minuto se le hizo extenuante. No fue extra?o ver c¨®mo la numeros¨ªsima hinchada rumana celebr¨® el empate con alborozo en medio de la chifla de los franceses con su paquid¨¦rmico equipo.
Nadie simboliz¨® la decadencia francesa durante el choque como Anelka, autor de otro de esos partidos mentirosos que tanto le delatan. Instalado como presunto ariete, sus compa?eros, como si no le conociesen, le buscaron de entrada y ni siquiera le encontraron cuando el chico a¨²n ten¨ªa ganas de alg¨²n plano. Luego, mediado el primer cap¨ªtulo, ya no hubo forma. Anelka ya era Anelka, el displicente Anelka de siempre, ese jugador de paso por aqu¨ª y por all¨¢, de juego resacoso y funcionarial. Varios metros por detr¨¢s, Benzema se alej¨® del ¨¢rea para ejercer de aguador del ex madridista. Con el gol fuera de foco, el nuevo mes¨ªas del Ly¨®n apenas dej¨® huellas antes de ser sustituido por Nasri, que aport¨® tan poco como Gomis, que entr¨® en auxilio de Anelka. Para entonces, Francia, con un ritmo empachoso de principio a fin, ya estaba rendida, sin chispa y sofocada. El cuadro de Dom¨¨nech no s¨®lo fue incapaz de aumentar el voltaje, no pudo sostener su cansino ritmo. Nada hizo al respecto Rumania, a la que el tedio le hac¨ªa tirar fuegos artificiales, con Lobont, su guardameta, sin rasgu?os, salvo un remate desviado de Malouda y un disparo centrado de Benzema.
Cada cambio de tuerca del seleccionador franc¨¦s empeor¨® las cosas para su equipo, que no sufri¨® mayor desgarro por la complacencia rumana, una selecci¨®n dispuesta a negociar cada punto en este grupo tan rutilante. Quiz¨¢ por ello Rumania apenas consiente un par de jugadores por delante de la pelota. No lo hizo antes ni despu¨¦s de que Francia se pusiera en evidencia. Dom¨¨nech, si su credo se lo permite, puede que tenga que adelantar la revoluci¨®n pendiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.