Pol¨ªticas autistas
El Gobierno calcul¨® mal el da?o del choque petrolero y actu¨® tarde en el paro del transporte
El conflicto del transporte est¨¢ produciendo situaciones de violencia que, por el momento, se han cobrado un miembro de un piquete muerto en Granada y varios heridos en enfrentamientos con la fuerzas del orden. La presencia de piquetes en las carreteras y en los mercados centrales de las ciudades, empe?ados en cortar el tr¨¢fico e impedir la entrada de mercanc¨ªas en los mercados, es la causa directa de esta deriva amenazadora del paro. Pero el Ejecutivo no est¨¢ exento de responsabilidades; los acontecimientos indican que ha calculado mal las consecuencias del encarecimiento de los combustibles y que ha reaccionado tarde a las intimidaciones de los huelguistas.
En una huelga masiva del transporte, son tareas fundamentales de la Administraci¨®n mantener el orden circulatorio en las carreteras y garantizar que el conjunto de los ciudadanos no se vean afectados por problemas de abastecimiento de alimentos, medicinas y combustibles. Estos principios no pueden ser menoscabados por el derecho a la huelga o al paro patronal. Sin embargo, al menos durante los tres primeros d¨ªas del conflicto, el Gobierno ha actuado como si no tuviese otra cosa que hacer que negociar con las patronales convocantes de la huelga. Los actos salvajes de Granada y Alicante, el colapso de las carreteras de entrada a las capitales o los enfrentamientos entre piquetes y fuerzas de orden p¨²blico demuestran que una percepci¨®n tan descomprometida estaba equivocada.
Ayer, el ministro del Interior anunci¨® que 25.000 agentes garantizar¨¢n el tr¨¢fico por las carreteras y el abastecimiento de los establecimientos comerciales. Ya era hora. Esta s¨²bita diligencia oficial coincide con las interpelaciones parlamentarias del PP. Bienvenida sea la oposici¨®n si por fin se olvida de su desbarajuste interno y fustiga la par¨¢lisis oficial.
La pasividad inicial ante la ocupaci¨®n de las carreteras no es el ¨²nico error que han cometido el Gobierno en su conjunto y el Ministerio de Fomento en especial. La Administraci¨®n tiene que prevenir las consecuencias inevitables de las subidas bruscas del petr¨®leo; no cabe aducir sorpresa, porque la econom¨ªa espa?ola tiene una larga tradici¨®n de paros y huelgas en las carreteras por este motivo. Prevenir significa en este caso disponer de reflejos para tomar la iniciativa en las negociaciones con los colectivos afectados -transporte, agricultura y pesca sobre todo- y tener en cartera un conjunto de ayudas que mitiguen las subidas insoportables del coste de los carburantes. Hasta ahora, el Gobierno s¨®lo ha tomado una decisi¨®n firme y certera: rechazar las ayudas fiscales, incluida la tarifa m¨ªnima de combustibles, que reclaman los huelguistas. Son discriminatorias y no resuelven el problema de fondo del sector, que es la atomizaci¨®n empresarial. Fomento debe mantenerse firme y ofrecer tan s¨®lo ayudas laborales y apoyos a la reconversi¨®n del sector del transporte.
La inacci¨®n del Gobierno en este conflicto parece un ejemplo m¨¢s de esa pol¨ªtica autista que ha elegido para enfrentarse a la crisis econ¨®mica en cualquiera de sus manifestaciones. Mientras en todo el mundo los responsables pol¨ªticos intentan llegar al fondo de las causas de la crisis -como demuestra la propuesta de Angela Merkel de articular una nueva regulaci¨®n de los mercados de capitales- y debaten soluciones para afrontar la escasez del cr¨¦dito y el choque petrolero, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Pedro Solbes se han quedado atascados en un an¨¢lisis primero negacionista y luego minimalista de la situaci¨®n. Deben apearse de la rid¨ªcula insistencia en la "desaceleraci¨®n" breve de la econom¨ªa porque es irresponsable actuar sobre esa premisa. As¨ª lo demuestra el caos que ha causado actuar sobre una premisa similar en el conflicto del transporte.
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