Los hijos del Rey Lear
Ma?ana, por 9,95 euros, una pel¨ªcula de Kurosawa
Para Ran (Batalla) s¨®lo hay superlativos. Es, en mi opini¨®n, la mejor adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica que se haya hecho nunca de una obra de Shakespeare, la mejor pel¨ªcula ¨¦pica de Kurosawa y, en el conjunto de sus logros formales y dram¨¢ticos, uno de los m¨¢s grandes t¨ªtulos de la historia del cine. Su arranque ya se?ala la presencia majestuosa de los paisajes en los que transcurre la acci¨®n y el sentido que los personajes adquieren en ¨¦l: cuatro arqueros a caballo observan inquietos el horizonte desde una colina, y aunque despu¨¦s sabremos que son oteadores de una partida de caza, m¨¢s parecen sopesar las dimensiones del extenso territorio. De eso trata, entre otros muchos aspectos, la suprema tragedia de Shakespeare, del reparto de un patrimonio, de la vanidad y despojo que ello provoca, de la uni¨®n maligna entre ambici¨®n pol¨ªtica y sentimiento amoroso. Sus protagonistas son todos pr¨ªncipes o mandatarios, pero la obra los expulsa de los lugares del poder, lanz¨¢ndolos a un continuo errar por campos de batalla o p¨¢ramos en los que, como dijo el poeta Auden hablando del texto shakesperiano, "la naturaleza ya no es un hogar".
Es un modelo de dramaturgia f¨ªlmica la libre fidelidad de Kurosawa a Shakespeare, a quien ya antes de Ran hab¨ªa adaptado en dos ocasiones. Todos los temas y figuras de la obra teatral est¨¢n en la pel¨ªcula, y los cambios, lejos de reducir o simplificar el original, le dan otra luz no menos intensa y reveladora. Eso sucede, por citar dos ejemplos, en la opci¨®n de hacer varones a las tres hijas del monarca y en el atrevimiento de encomendar el ambiguo y deslizante papel del buf¨®n a un c¨¦lebre travesti japon¨¦s, Pita, para insinuar, en palabras del propio director, "la relaci¨®n sentimental trabada entre el se?or y su gracioso".
No menos truculenta la pel¨ªcula que la tragedia, el hecho de que la disputa filial sea entre hombres no borra ni mucho menos la importancia de los personajes femeninos (la despose¨ªda Sue, la cruel y siempre inteligente Kaede) o andr¨®ginos, ya que aparte del buf¨®n, Kurosawa convierte al ciego Tsurumaru (una fusi¨®n del Edgar y el Gloucester de Shakespeare) en una alada silueta sin sexo definido: un ¨¢ngel de la desolaci¨®n que cierra la pel¨ªcula, de manera conmovedora, tanteando el precipicio por el que ya se han desplomado antes otros personajes. Esa breve secuencia es otro modelo de extraordinaria transposici¨®n visual de las im¨¢genes y soliloquios shakesperianos sobre el "hombre desguarnecido" que vive y circula por el mundo como un "animal pobre, desnudo y bifurcado".
Pel¨ªcula de enrarecido aliento ¨¦pico, con escenas de batalla comparables a las de Eisenstein en Alexander Nevsky o Welles en Campanadas a medianoche, Ran posee momentos de ¨¢cido humor grotesco (la falsa decapitaci¨®n de la reina) y alt¨ªsima delicadeza l¨ªrica, como el gesto del buen hijo Saburo cubriendo al principio el sue?o de su anciano padre con una rama cortada: en ese plano se condensa, sin palabras, la primera escena teatral de las sinceridades negativas de Cordelia. La tragedia del rey Lear es una de las obras m¨¢s extensas y habladas de Shakespeare; Ran, al contrario, es callada, construida a base de silencios, miradas y elipsis, aunque muy elocuentemente acompa?ada por la creativa y fundamental banda sonora del gran compositor Toru Takemitsu y tambi¨¦n por los numerosos insertos de cielos y nubes y soles oscurecidos, el contrapunto astral de una historia de tierra quemada.
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