El arte marca su territorio
El arte es un animal. Lleva mucho tiempo encerrado en edificios y casas, mirando por la ventana o dej¨¢ndose calentar controladamente por la luz artificial. Hasta el m¨¢s radical o rebelde suele terminar bajo techo, protegido. Debidamente mantenido, quieto, silencioso. Preservado, a veces, durante siglos. El arte es, en general, un animal dom¨¦stico. Quiz¨¢ un gato. Un felino que no ha perdido del todo el instinto merodeador. En los ¨²ltimos a?os hay una especie que circula por la ciudad, que aparece y desaparece, y deja colgando en el aire su sonrisa como el enigm¨¢tico gato de Cheshire.
Lo llaman arte urbano, street art, arte callejero de la era posgraffiti. Porque no nos referimos a las pintadas de nombres y tags (firmas) que invaden ya las paredes de las grandes ciudades de todo el planeta, muchas veces estropeando entornos o emborronando a¨²n m¨¢s el caos visual en el que vivimos, sino a aquellas otras manifestaciones que plantean al transe¨²nte una relaci¨®n levemente distinta con su h¨¢bitat. Hoy existen artistas que han elegido los muros viejos y abandonados para devolverlos al mundo visible con un dise?o, otros que atacan los paneles publicitarios transform¨¢ndolos en una parodia de s¨ª mismos, unos terceros que colocan en las calles objetos o signos sorprendentes y algunos m¨¢s que idean distintas estrategias para interactuar con la gente de la calle, aquella que jam¨¢s entrar¨¢ en una galer¨ªa de arte o en un museo. Es un arte ilegal, perseguido, que a menudo se salva por el indulto popular. Pero no faltan los intentos de domesticarlo. Desde hace un par de semanas ha entrado en el templo del arte contempor¨¢neo, la Tate Modern de Londres. Eso s¨ª, por fuera.
Es un arte ilegal, perseguido, que a menudo se salva por el indulto popular. Pero no faltan los intentos de domesticarlo
"El trabajo del escultor Juan Mu?oz me inspir¨® a pensar en instalaciones de esculturas en la calle", afirma Mark Jenkins
El 'street art' tiene todas las caracter¨ªsticas de un reclamo al consumidor joven y las multinacionales han sabido reaccionar
"Lo de ser ilegal o legal era secundario, lo principal era conseguir el impacto visual", dice Rodr¨ªguez Gerada
Jorge Rodr¨ªguez Gerada, neoyorquino de origen cubano que reside actualmente en Barcelona, empez¨® en los a?os noventa dentro del grupo de activismo social Artfux. En el libro No logo, de Naomi Klein, se le cita como "uno de los m¨¢s inteligentes y creativos fundadores de la contrapublicidad, que en la pr¨¢ctica consiste en parodiar los anuncios y en asaltar vallas callejeras para alterar por completo sus mensajes".
?l lo explica: "Hay un fen¨®meno muy norteamericano en el mundo publicitario, que consiste en situar las vallas de anuncios de alcohol y cigarrillos, por ejemplo, en los barrios m¨¢s deprimidos econ¨®micamente. Gente pobre que lo pasa mal y quiere emborracharse r¨¢pido y barato. Nuestras acciones pretend¨ªan llamar la atenci¨®n sobre esta estrategia, algo perversa". Y contin¨²a: "Yo necesitaba hablar de las cosas que cre¨ªa m¨¢s importantes, pero buscaba una salida m¨¢s universal para ellas. No quer¨ªa entregarle el poder sobre mi obra a las empresas sino utilizar sus propias plataformas. Aunque pienso que no deber¨ªan permitirse ese tipo de anuncios en las v¨ªas p¨²blicas, existen leyes que protegen la propiedad de esos espacios privados. ?C¨®mo pod¨ªa hablar de ese tema, quit¨¢ndolos a ellos de la ecuaci¨®n? Lo de ser ilegal o legal era secundario, lo principal era el impacto de lo que pod¨ªas ver. Mi intenci¨®n era llevarlo, adem¨¢s, a la met¨¢fora visual, a la poes¨ªa", dice Rodr¨ªguez Gerada.
Esa etapa ya pas¨®, pero este ex estudiante de Bellas Artes, que dej¨® la carrera a punto de terminarla por no estar de acuerdo con el rumbo fijo que quer¨ªan trazar a su carrera profesional, sigue trabajando en las calles. En su obra actual tambi¨¦n hay poes¨ªa. Escoge a gente an¨®nima, del vecindario, y dibuja sus retratos a gran escala, la de toda una pared de dos plantas, por ejemplo. "En la experiencia con Artfux en Nueva York, ¨¦ramos recibidos, con frecuencia, con gran entusiasmo por parte de la gente que pasaba por all¨ª. Se ofrec¨ªan a ayudarnos, a sujetar la escalera... y ah¨ª vi que el di¨¢logo con la gente del vecindario era una parte muy bonita del trabajo. Me llev¨® un tiempo encontrar la forma de encajar esa idea en la forma que desarrollo actualmente, pero ahora, cuando hago estas intervenciones, la gente viene y me pregunta por qu¨¦ hago esto, yo bajo y se lo trato de explicar. A veces les choca, porque hago un esfuerzo especial para que estas obras se despinten con la lluvia. A la gente le cuesta aceptar que se haga tanto esfuerzo para que al d¨ªa siguiente haya desaparecido, nuestra sociedad no est¨¢ acostumbrada a algo as¨ª. Y eso tambi¨¦n es bonito".
Si se acerca una se?ora que pasa por all¨ª y le pregunta, ¨¦l responde: "Hago esto porque quiero dar otras opciones a los iconos publicitarios que vemos cada d¨ªa y que pretenden vendernos una identidad. En vez de representar un modelo f¨ªsico ideal, que intenta vendernos un producto, es uno de nosotros a la misma escala, el mismo nivel, la misma importancia, el que aparece, con la diferencia de que se trata de alguien de aqu¨ª. Algo muy sencillo. Algo m¨¢s real". Lo entienden bien, s¨®lo que luego dicen: "Pero hombre, que no se vaya, que dure m¨¢s". [R¨ªe].
Su llegada a Barcelona signific¨® el cambio total de registro. "Espa?a me dio tierra f¨¦rtil", explica. "Yo estaba en Nueva York haciendo una cosa que no estaba de moda. [R¨ªe]. Siempre he ido a contracorriente y llegu¨¦ a un punto en que no sab¨ªa bien por d¨®nde tirar, porque no pretend¨ªa vender mis cosas en galer¨ªas de arte. Me interesaba que mis acciones salieran en la prensa para que a la gente le diera pie a discutir sobre ellas a la hora de la comida. Despu¨¦s del 11-S en Estados Unidos la gente estaba muy nerviosa y la polic¨ªa se puso m¨¢s agresiva. Yo hab¨ªa estado en Barcelona de visita y me hab¨ªa gustado mucho, as¨ª que me vine con mi familia por un a?o. Y fue all¨ª donde surgi¨® la idea de c¨®mo encajar todas mis ideas. Hab¨ªa algo que ya me hab¨ªa llamado la atenci¨®n desde mi primera visita a Espa?a, y son las medianeras entre los edificios, con las l¨ªneas y los rastros del contacto. Son hermosas. Te dicen algo, tienen pasado. Al poner encima de eso un rostro, se crea ya una narrativa, tiene una direcci¨®n".
Llega a un barrio, se toma un caf¨¦ en un bar y empieza a observar a la gente del lugar. ?se es su casting. Luego entra en contacto con los que le interesan e intenta explicarles la idea. "A veces no les inspiro mucha confianza porque soy algo raro, muy alto y hablo con acento. Pero suelo ir con alguien que habla bien el idioma y me ayuda. Luego sacas el dossier, les gusta y se sienten halagados por ser escogidos".
Dibuja con carboncillo y depende del tama?o y la dificultad de cada retrato el que tarde m¨¢s o menos. "Los m¨¢s grandes fueron dos caras de dos mujeres en Madrid, en la calle de Fuencarral, y eso me llev¨® casi dos semanas. Pero era invierno, hubo una tormenta de lluvia y nieve, yo estaba con una gripe terrible. Eso fue lo peor, fue f¨ªsicamente muy dif¨ªcil. La cara de Emma, en Barcelona, era de 15¡Á13 metros, lo hice en cuatro d¨ªas y medio. En superficie era casi igual, pero era verano y fue m¨¢s f¨¢cil".
Ya no lo persiguen. "Ahora lo que pasa es que me llaman de ciudades distintas para hacer alguna obra. Lo ven como algo beneficioso. Ellos saben que yo lo hago como reacci¨®n contra la publicidad que invade las ciudades, pero lo ven bien. Lo que no hago es comprometer mi trabajo o aceptar recursos de empresas grandes como Nike o Diesel. Me llaman, pero lo rechazo. Y no les parece mal a ellos tampoco. Es c¨®mico", apunta.
"Creo que lo ¨²nico que realmente tengo es la coherencia. Para m¨ª es muy importante mantenerla. Las corporaciones se portan demasiado mal como para que yo les haga el juego. Tienen mucho dinero, lo planifican todo y saben bien c¨®mo manipular a la gente. As¨ª es nuestra ¨¦poca".
Eltono es franc¨¦s pero vive en Madrid desde hace nueve a?os. Es uno de los seis artistas internacionales invitados por la Tate Modern para intervenir en la fachada del edificio y en distintos lugares de la capital brit¨¢nica hasta el 25 de agosto. Los otros son los brasile?os Nunca y Os Gemeos, el italiano Blu, el catal¨¢n Sixeart, el franc¨¦s JR y el grupo norteamericano Faile. Eltono forma parte tambi¨¦n del colectivo madrile?o Equipo Pl¨¢stico, junto a Nuria, Nano y 3TTMAN, a quienes la Tate encarg¨® tambi¨¦n un proyecto para esta muestra. "Lo m¨¢s destacable es que una instituci¨®n como la Tate d¨¦ una oportunidad a artistas como nosotros que trabajamos en la calle. Al final parece que se nos empieza a tomar como creadores normales, que es lo que somos", afirma Eltono. "Yo, antes que nada, soy artista. Lo que pasa es que he elegido la calle como soporte. Mi lienzo es la pared. Mondrian ya hizo lo que yo hago en puertas y muros. Lo que aporto es que hago pintura contempor¨¢nea en la calle. Estoy muy metido en los dos mundos, trabajo bastante en galer¨ªas y museos, pero no dejo de hacerlo en exteriores".
Solo que ¨¦l s¨ª empez¨® como graffitero. "Al principio no me planteaba ninguna relaci¨®n con el mundo del arte. Yo vengo del mundo del graffiti graffiti. A los 14 a?os ya estaba escribiendo mi nombre por todos lados. Bueno, no exactamente as¨ª porque desde el principio ten¨ªa mucho cuidado al escoger los lugares. No era de los guarros. Despu¨¦s estudi¨¦ Bellas Artes y ah¨ª me abrieron los ojos. Aprend¨ª much¨ªsimo, pero nunca quise abandonar el trabajo en la calle. Utilizarlo como soporte".
Ahora tiene 32 a?os y se ha hecho famoso con sus dise?os geom¨¦tricos, una especie de diapas¨®n. No usa aerosoles, sino pincel y pintura pl¨¢stica. "La gran mayor¨ªa de mis pinturas son ilegales, menos cuando me invitan a pintar como en la Tate", explica. "Pinto mucho de noche, sobre todo en Europa. Cuando voy a sitios como Brasil, puedo hacerlo de d¨ªa. Ah¨ª hay un movimiento muy importante. Internet tiene mucho que ver con eso, pero el graffiti est¨¢ evolucionando much¨ªsimo y muy r¨¢pido. Ahora vengo de Am¨¦rica Latina -he viajado de M¨¦xico a Argentina durante varios meses- y he visto cosas incre¨ªbles. Sobre todo la escena en Buenos Aires. No es muy conocida de momento, pero es como la de S?o Paulo hace cinco a?os".
No piensa renunciar a la calle, por eso sus exposiciones suelen ser tambi¨¦n al aire libre. "Uno de los aspectos m¨¢s importantes para m¨ª cuando hago una exposici¨®n es lograr un intercambio de mundos", dice Eltono. "No suelo pintar en el barrio pijo de la ciudad, sino donde encuentro soportes bonitos, que suele ser en barrios populares o hasta favelas. Por eso intento pintar en esos sitios donde no hay arte, as¨ª esa gente lo ve por primera vez y adem¨¢s integrado en su medio, y hago que la gente de las galer¨ªas vaya a verlo fuera de su lugar habitual. Es un intercambio entre los dos mundos".
Nuria Mora empez¨® a pintar en Madrid con Eltono y lo hicieron juntos durante varios a?os, ahora cada uno desarrolla su carrera individualmente, aparte de los proyectos colectivos. "Yo sal¨ª de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y antes hab¨ªa estudiado en la Facultad de Arquitectura, aunque no termin¨¦. Desde un principio he actuado con una sensibilizaci¨®n especial con el sitio elegido, no destruirlo sino respetarlo", cuenta Nuria. "Hago una selecci¨®n de los lugares, un an¨¢lisis del sitio, y trabajo directamente sobre el soporte. Me interesan sobre todo el color y las l¨ªneas reguladoras que arman una fachada, una puerta o un lugar", contin¨²a. "Se trata de dar a estos sitios escogidos una nueva oportunidad. Normalmente son edificios abandonados y que se han quedado as¨ª porque se los han tragado los grandes almacenes, son las t¨ªpicas tiendas de barrio con una tipograf¨ªa estupenda y tal, que nadie se para a mirar. Sin embargo, en el momento que la utilizas como soporte art¨ªstico mucha gente sensible, no es necesario que sea especializada en arte, lo valora. Y ¨¦sa es la parte m¨¢s importante: dar a esos espacios una nueva vida y car¨¢cter y tambi¨¦n hacer del trabajo una creaci¨®n de oportunidades sociales".
Sus trabajos actuales juegan con dise?os parecidos a los textiles. "S¨ª, son patrones florales. La raz¨®n principal es que intento hacer un trabajo de proceso lento. Es decir, estoy harta de la modernidad diluida en la que todos somos artistas y llega uno y planta una pegatina o una plantilla con algo gracioso en cualquier parte, lo pone en internet y se convierte en el street art de moda del a?o. Yo intento dar un giro, el de utilizar un patr¨®n que ha nacido con el objetivo de ser un motivo de repetici¨®n, de seriaci¨®n, nacido para la industria, y convertirlo en algo totalmente artesano, hecho a mano, en la calle, y como una reacci¨®n contraria a ese origen. Una reacci¨®n tambi¨¦n a lo que est¨¢ pasando en la ciudad, la masiva repetici¨®n de im¨¢genes o grafitis que no tienen ning¨²n sentido".
No hay muchas mujeres en el arte callejero. "Llevo ya nueve a?os haci¨¦ndolo. Pero s¨ª, es un mundo de t¨ªos y adem¨¢s es supermachista", subraya. "De hecho, entre los diez artistas invitados a intervenir en la fachada de la Tate Modern, la ¨²nica mujer soy yo. Es una pena".
Una experiencia distinta es la del estadounidense Mark Jenkins, que suelta sus desconcertantes esculturas en cualquier rinc¨®n de la ciudad. Son mu?ecos, de aspecto realista algunos, y otras figuras transparentes realizadas a partir de moldes con film y cinta adhesiva trasl¨²cida. "Fue el trabajo del escultor Juan Mu?oz el que me inspir¨® a pensar en instalaciones de esculturas, as¨ª como la idea de crear un teatro que absorba a la gente en la escena", explica en un e-mail desde Jap¨®n. Dice que prefiere las obras tridimensionales porque "tienen un impacto m¨¢s fuerte, una presencia f¨ªsica y t¨¢ctil. Lo malo es que el 3D dura mucho menos tiempo porque es m¨¢s f¨¢cil de trasladar", se lamenta. Aun as¨ª, el car¨¢cter ef¨ªmero es parte fundamental en su trabajo.
"Mis piezas se las lleva la polic¨ªa o ciudadanos que piensan que eso no deber¨ªa estar all¨ª. Para m¨ª, eso constituye la escena final de cada performance. En Suecia enviaron un equipo de salvamento y a un buceador para rescatar una de mis figuras que flotaba como un cad¨¢ver en el agua. En otra ocasi¨®n lleg¨® un cami¨®n de bomberos a rescatar una ni?a que estaba sentada al borde de un tejado. La reacci¨®n de las autoridades otorga a la instalaci¨®n de las figuras un grado superior de realidad y permite al arte crear su propio organismo como las instalaciones de Goldworthy. En cuanto a los beb¨¦s (figuras de aire realizadas con film transparente a escala real), creo que varios de ellos han sido adoptados adecuadamente. He recibido e-mails de gente que los encontr¨® en las calles y los tienen en casa".
Jenkins empez¨® en 2003 en Rio de Janeiro. "Estaba ense?ando ingl¨¦s all¨¢ y empec¨¦ a hacer estas cosas como un escape creativo", recuerda. "Antes de eso hab¨ªa hecho m¨²sica, tocando en distintas bandas. Mi relaci¨®n con el arte se limitaba a unos cursos electivos de arte que segu¨ª en la universidad y la costumbre de ir mucho a los museos. En Brasil quise poner mis obras en el exterior para permitirles respirar y compartirlas con la gente, y en ciudades extranjeras lo hago para sentirme de alguna manera integrado en su cultura, a?adiendo algo, en lugar de observarlo todo como un simple turista".
No est¨¢ muy seguro de la calificaci¨®n de lo que hace. "En realidad, yo no lo considero arte o, en todo caso, no s¨®lo arte", dice. "Creo que tiene una base de experimento social y puede utilizarse para entender mejor la interacci¨®n de las personas en la ciudad. En especial, la serie Embed, que se centra en el hiperrrealismo, el camuflaje, etc¨¦tera. Mucha de la gente que pasa al lado de mis piezas no se da cuenta de que estaban al lado de un ser humano no real".
El fot¨®grafo peruano Santiago Roose y la artista espa?ola Pilar Soler buscaban algo en 2006 cuando llegaron a Torrijos (Toledo). Ten¨ªan ganas, pero no dinero, y tuvieron la suerte de que el ayuntamiento pusiera a su disposici¨®n el espacio del pueblo para usarlo como un lienzo en blanco. "Lo primero que hicimos fue hurgar un poco en la vida de la gente del lugar y sacarlos a la calle a trav¨¦s de sus im¨¢genes", explica Roose. Pidieron fotos familiares a los habitantes e hicieron serigraf¨ªas y banderolas, que colgaron atravesando las calles. "Era dar la vuelta a la idea del arte p¨²blico como algo est¨¢tico, r¨ªgido y simb¨®lico, como pueden ser un monumento o una estatua", contin¨²a. "Nos interesaba que sirviera como registro de la composici¨®n. La pieza consist¨ªa en la propia gente y su participaci¨®n activa en la transformaci¨®n de su espacio. Hicimos tambi¨¦n se?ales de tr¨¢nsito serigrafiadas".
Un a?o despu¨¦s los llamaron para las fiestas del Raval, e hicieron un montaje m¨¢s amplio y complejo, pero s¨®lo en una calle. Tienen prevista para hoy la inauguraci¨®n de otra de sus actuaciones en Bad¨ªa del Vall¨¦s (Barcelona), una ciudad dormitorio con forma de mapa de Espa?a, uno de los ¨²ltimos delirios urban¨ªsticos de Franco. "La pieza ir¨¢ a tono con el sitio, que es algo extra?o y l¨²gubre. Pensamos en una estructura colorida para la plaza central, un collage tridimensional de 70 metros o m¨¢s, que supere el simple registro fotogr¨¢fico y en el que la gente pueda intervenir con aerosoles".
Para Roose, la calle ofrece esa respuesta inmediata que permite medir la relaci¨®n de real de la gente con la expresi¨®n art¨ªstica. "Su soporte (la estructura urbana) le otorga un car¨¢cter inevitablemente pol¨ªtico de manifestaci¨®n y reclamo. Creo que lo m¨¢s interesante de trabajar en espacios p¨²blicos es que el resultado final no es la idea floral del arte confrontado a la gente de la calle, sino el producto de una expresi¨®n comunicativa confrontada con su propio origen, como un tatuaje en la frente que de alguna manera habla de lo que pasa en tu cabeza", opina Roose.
Cada vez son m¨¢s los ayuntamientos que celebran su ciudad invitando a artistas para que hagan intervenciones en el espacio p¨²blico. Cartagena ha invitado al franc¨¦s JR, que empapela las fachadas con grandes fotograf¨ªas, para realizar un montaje especialmente encargado por el festival La Mar de M¨²sicas, que se titula Los surcos de la ciudad (del 4 de julio al 29 de agosto). A trav¨¦s de fotograf¨ªas ampliadas, desarrolla la historia de esta antigua urbe portuaria a trav¨¦s de sus edificios y sus habitantes.
Logro?o celebra los pr¨®ximos d¨ªas 5 y 6 de julio La ciudad inventada. Un proyecto que invita a m¨¢s de una decena de artistas de distintas disciplinas -algunos ya consagrados como el cineasta Bigas Luna, el fot¨®grafo Alberto Garc¨ªa Alix o el m¨²sico Lloren? Barber-, junto a artistas urbanos como Suso33, a intervenir art¨ªsticamente en el espacio urbano de la capital riojana. "Propusimos a artistas muy distintos que realizaran su sue?o de una ciudad inventada", explica Alfredo Tob¨ªa, director art¨ªstico del evento. "No queremos hacer algo muse¨ªstico, sino ofrecerles la ciudad como recipiente, jugar con los emplazamientos del casco antiguo como si fuera un puzle. Adem¨¢s, queremos que parezca una pieza ¨²nica, un trabajo colectivo".
Los artistas urbanos, como los gatos callejeros, aprecian la libertad de movimientos. Pero aunque intenten actuar en contra de la invasi¨®n de las im¨¢genes publicitarias que saturan el espacio urbano, no est¨¢n del todo libres de los tent¨¢culos de las grandes empresas. El street art tiene todas las caracter¨ªsticas de un reclamo al consumidor joven y la multinacional J&B no ha tardado en reaccionar. A lo largo de los pr¨®ximos meses ha organizado Party Project, que consiste en una serie de eventos en distintas ciudades espa?olas (Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, M¨¢laga y A Coru?a), a los que ha invitado a una veintena de artistas urbanos para pintar en directo sobre unos paneles de metacrilato de dos metros de alto y diez de largo. La n¨®mina incluye al berlin¨¦s residente en Barcelona Boris Hoppek, Sixeart, Eltono, Nuria, Bruno 9LI, Catalina Estrada, Dalek, el ilustrador japon¨¦s Aya Kato, el italiano Fupete, los ingleses Neasden Control Centre, OVNI & Kenor, 310K, Albert Bertolin, el californiano Tofer y el neoyorquino Chet Purtilar, Evgeny Kiselev, la francesa Diva, MEOMI, Jon Burgerman, la coreana Jinyoung Shin, el argentino Zosen, Raquel Sacrist¨¢n, Lolo, Agentemorillas, Sr. Per¨®, Ternera de Kobe, el brasile?o Cristiano Trinidade o el vasco Blami. "Se trata de artistas que suelen trabajar gratuitamente en las calles y que en estos eventos hacen un arte enlatado pero sin perder su libertad creativa", explica David Quiles, director creativo de Rojo, una organizaci¨®n independiente para la divulgaci¨®n de artistas emergentes. Ellos son los encargados de "armonizar" las relaciones entre la multinacional y estos creadores urbanos. "El cliente tiene unos par¨¢metros de actuaci¨®n y estos artistas otro. Nosotros procuramos que ellos hagan lo que les gusta sin venderse del todo. Estos creadores tambi¨¦n tienen que ganarse la vida", comenta Quiles.
"No hay una expresi¨®n m¨¢s actual en el arte que el street art. Normalmente, los artistas lo hacen y lo dejan en la calle, pero en Londres las obras que hicieron Nuria y Eltono en las calles se las robaron de inmediato. Ellos las dejan de forma gratuita, pero ya tienen un valor en el mercado. Son una generaci¨®n de artistas que no encaja en el sistema convencional de distribuci¨®n, como son las galer¨ªas y museos. Por eso nosotros los ayudamos a encontrar otras maneras de difundir su trabajo. Me parece importante que una firma como J&B quiera salir de la f¨®rmula m¨²sica y copas para promocionarse durante el verano. En este caso apoyan a estos artistas urbanos y a la vez los ponen en contacto directo con el p¨²blico que asiste a estas fiestas en grandes naves industriales. Es arte enlatado, pero tratamos que sea lo m¨¢s cercano posible a la realidad de su trabajo".
Pablo Fl¨®rez, de la asociaci¨®n cultural Rojo M¨¢quina, en el barrio madrile?o de Malasa?a, es un observador cercano del arte urbano. En sus salas han expuesto algunos de estos artistas. Para ¨¦l este tipo de contratos, como el de J&B, no merma la independencia de estos artistas. "Lo que les da independencia es el hacer sus trabajos cuando quieren y donde quieren, aunque hay que reconocer que el discurso del mainstream se lo traga todo. A 3TTMAN, por ejemplo, le han encargado pintar un avi¨®n. Lo ha hecho un poco a rega?adientes, pero tiene que pagar el alquiler. No van de puretas totales, usan la globalizaci¨®n. Es con lo que han crecido. Por eso, aunque su actividad en las calles es muy artesanal, casi todos tienen unas webs muy potentes, v¨ªdeos con mucha posproducci¨®n y un contacto constante con los medios", afirma este historiador del arte.
"Lo que buscan estos artistas es una alternativa a un arte callejero caduco o limitado como puede ser el grafiti. Es curioso que a algunos de ellos, que realizan pinturas murales, la gente los considere grafiteros. Pero los propios graffiteros los rechazan como tales. Siguen otras reglas y est¨¢n en una reinvenci¨®n constante. Han encontrado una f¨®rmula est¨¦tica que vincula el arte y la calle, y para ejercitarlo tienen que superar obst¨¢culos constantemente. Entre ellos, el de la caducidad, porque como lo que hacen desaparece con el tiempo, se ven obligados a producir constantemente. Hay una desobjetualizaci¨®n del arte muy importante en su actitud. Son im¨¢genes que entran en las claves del copyleft. Creo que son la gran alternativa, sea arte o no".
Francesca Gavin, autora del libro Creatividad en la calle. Nuevo arte underground (Blume), una especie de directorio de los artistas urbanos m¨¢s influyentes en el mundo, sostiene que las obras de ¨¦stos son importantes porque fuerzan al p¨²blico a ser consciente y a interactuar con el mundo que los rodea. "La calle es el ¨²nico lugar donde sabemos que algo es real, sin que sea exagerado o interpretado. Los montajes p¨²blicos gratuitos se sublevan contra el consumo sumiso. Son, por definici¨®n, formas de protesta subversiva", escribe. Sea revolucionario o simplemente decorativo, sea contrapublicitario o todo lo contrario, el street art va en busca de otros p¨²blicos. Es un animal que nos sale al encuentro en cualquier callej¨®n. Es un animal que nos hace menos dom¨¦sticos.
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