Mal d¨ªa para la democracia brit¨¢nica
Las confusas, innecesarias y antiliberales medidas antiterroristas en el Reino Unido, que prev¨¦n hasta 42 d¨ªas de detenci¨®n sin cargos, ponen en riesgo la libertad sin aportar mejoras en la seguridad
Cuando, el mi¨¦rcoles por la tarde, los miembros de la C¨¢mara de los Comunes aprobaron por estrecha mayor¨ªa ampliar el periodo de detenci¨®n sin cargos de los sospechosos de terrorismo a 42 d¨ªas, convirtieron esa fecha en un mal d¨ªa para la libertad y la democracia en Gran Breta?a. Esta propuesta innecesaria e intransigente no deber¨ªa haber llegado nunca tan lejos. El Gobierno de Gordon Brown no tendr¨ªa que haberse empe?ado en imponer esta votaci¨®n, con una maniobra que ha mezclado la ret¨®rica rimbombante de la seguridad nacional con una operaci¨®n de captaci¨®n de votos digna de Tammany Hall [el aparato pol¨ªtico del Partido Dem¨®crata estadounidense que control¨® la vida de Nueva York durante el siglo XIX y la primera mitad del XX]. Fueran cuales fueran sus motivos -en algunos casos, incluso puede que fueran buenos-, la mayor¨ªa de los diputados laboristas incumplieron lo que el pueblo brit¨¢nico esperaba de ellos, igual que lo hicieron los nueve unionistas de Irlanda del Norte, cuyos votos fueron decisivos. La defensa de nuestras libertades no deber¨ªa depender de los lores, a los que nadie ha elegido (lo m¨¢s seguro es que la C¨¢mara de los Lores remita de nuevo el proyecto a la C¨¢mara con enmiendas, aunque, al final, no podr¨¢ evitar que se convierta en ley), los jueces (incluidos los de los tribunales europeos, que quiz¨¢ dictaminen que es una ley inapropiada) y los periodistas.
Seamos claros, la libertad est¨¢ amenazada en los pa¨ªses libres por los terroristas y por la sobrerreacci¨®n estatal
Es muy improbable que la norma de los 42 d¨ªas se utilice alguna vez, salvo en casos reales de emergencia nacional
Seamos claros. Nuestras libertades -no s¨®lo en Gran Breta?a, sino en todos los pa¨ªses libres- est¨¢n amenazadas por dos lados. Est¨¢n amenazadas por los terroristas, sobre todo los yihadistas takfiri, que aprovechan las nuevas tecnolog¨ªas y la sociedad libre para matar, herir y aterrorizar a los inocentes. Y est¨¢n en peligro por la reacci¨®n excesiva del Estado, que erosiona dichas libertades con la excusa de defendernos de la otra amenaza. Llevado al extremo, se acaba estrangulando la libertad para salvarla.
Tenemos que disponer de unas pol¨ªticas equilibradas para defendernos ante ambos peligros. Ampliar el periodo de detenci¨®n a 42 d¨ªas altera ese equilibrio de forma desastrosa. Por eso es por lo que ning¨²n otro pa¨ªs libre con un sistema legal comparable tiene nada parecido. Y como destaca el comisario de derechos humanos del Consejo de Europa en su carta de advertencia, "estar¨ªa totalmente en disonancia con los plazos de detenci¨®n correspondientes en otros pa¨ªses de Europa".
Los propios responsables antiterroristas de Gran Breta?a est¨¢n divididos. Algunos est¨¢n a favor, porque, si no, no habr¨ªa existido la propuesta. Pero la opini¨®n mayoritaria entre quienes est¨¢n bien informados es que el Gobierno brit¨¢nico no ha sabido defender sus argumentos. La lista empieza con el actual director de la fiscal¨ªa p¨²blica, sir Ken MacDonald, que ha dicho tajantemente que con 28 d¨ªas basta. Contin¨²a con un antiguo lord canciller (Falconer), un antiguo fiscal general (Goldsmith), un ex primer ministro (Major), un ex presidente del Tribunal Supremo (Woolf) y muchos otros, entre ellos varios abogados de derechos humanos que advierten de que no tiene suficientes salvaguardias y puede infringir el convenio europeo de derechos humanos. Incluso quienes est¨¢n a favor, como el antiguo jefe de la Polic¨ªa Metropolitana John Stevens (hoy, lord), dicen que las investigaciones policiales sobre complejas tramas terroristas internacionales no necesitan esa ley en este momento; dicen que seguramente la necesitar¨¢n dentro de no mucho, por lo que es mejor que la polic¨ªa tenga ese poder "en la reserva". Pero algunos altos funcionarios de polic¨ªa han asegurado que ser¨ªa contraproducente.
El mensaje que reciben los brit¨¢nicos de los ministros del Gobierno es tan simple como paternalista: "Confiad en nosotros, sabemos cosas que vosotros ignor¨¢is". O, como aseguraba el Gobierno de Blair a prop¨®sito de Irak, "nuestros servicios de inteligencia nos dicen...". Respecto a los 42 d¨ªas, nos hacen saber que los servicios de seguridad llevaban tiempo presionando para obtener esa prolongaci¨®n. Ahora, el jefe del servicio de seguridad interior, MI5, ha asegurado en una declaraci¨®n diplom¨¢tica, pero inequ¨ªvoca, que eso no es verdad. Es decir, que hemos vuelto a pillar a nuestros gobernantes adornando los documentos. ?"Confiad en nosotros"? ?Por qu¨¦ vamos a hacerlo?
Mientras tanto, veamos las pruebas de las que disponemos hasta el momento para comprender qu¨¦ significar¨ªan 42 d¨ªas. El escritor y luchador pol¨ªtico Anthony Barnett ha hecho parte de la investigaci¨®n por nosotros en un excelente art¨ªculo que public¨® hace poco en opendemocracy.net. En ¨¦l deja claro que aproximadamente la mitad de los que han sido detenidos con arreglo a los l¨ªmites existentes (7 d¨ªas en virtud de la Ley de Terrorismo del a?o 2000, 14 d¨ªas desde 2003, 8 d¨ªas desde 2006), han acabado en libertad sin cargos. S¨®lo seis sospechosos permanecieron en la c¨¢rcel hasta cumplir los 28 d¨ªas, y, de ellos, tres fueron acusados y tres quedaron en libertad sin cargos. La polic¨ªa, presionada por el portavoz de Interior de la oposici¨®n conservadora, David Davis, revel¨® que a los que quedaron en libertad no se les someti¨® despu¨¦s a ning¨²n tipo de control ni vigilancia. "Entonces, ?eran inocentes?", pregunt¨® Davis. Los representantes de la polic¨ªa respondieron, seg¨²n Barnett, "encogi¨¦ndose de hombros como en asentimiento".
Pensemos, por un momento, en la realidad humana que se esconde tras ese encogimiento de hombros. Aqu¨ª, en Gran Breta?a -no en el Chile de Pinochet ni en la Rusia de Stalin, sino en una tierra que algunos cre¨ªamos que era una de las m¨¢s libres del mundo-, se detiene a un hombre o a una mujer en la calle, se le retiene e interroga durante cuatro semanas y luego se le deja en libertad sin cargos ni explicaciones. "Perdona, t¨ªo, ya puedes irte". Si es que piden perd¨®n. Cuatro semanas. Y ahora, en casos muy excepcionales, quieren ampliarlo a seis. Algunos de los que salgan a la calle ser¨¢n personas culpables que se las hayan arreglado para salir bien librados, pero no creo que sea ¨¦sa la situaci¨®n de todo ese 50% que queda en libertad sin cargos.
Supongan que les ocurre a ustedes. Supongan que son inocentes. Imaginen c¨®mo se sentir¨ªan. Y la ministra del Interior, Jacqui Smith, dice que esta medida no va a contribuir a la radicalizaci¨®n de una juventud musulmana ya profundamente molesta. Que les pregunten a las polic¨ªas locales. En un contexto m¨¢s general, la medida se presenta como un sacrificio de la libertad a cambio de m¨¢s seguridad. Es verdad que ese sacrificio es frecuente, y es verdad que mucha gente da m¨¢s importancia a la seguridad que a la libertad (el 69% de la poblaci¨®n brit¨¢nica apoya la ampliaci¨®n a 42 d¨ªas "en circunstancias excepcionales", seg¨²n un sondeo de The Daily Telegraph, aunque depende en gran medida de c¨®mo se haga la pregunta). Pero seguramente tendr¨¢ un efecto tan negativo en la gente cuya lealtad a Gran Breta?a m¨¢s necesitamos obtener que es posible que, a la hora de la verdad, acabemos teniendo menos seguridad. Es decir, menos libertad a cambio de menos seguridad. Qu¨¦ oferta tan irresistible.
Todo esto sucede, como se?alaba el ex primer ministro John Major en un discreto art¨ªculo que era todo un misil, en un contexto general en el que Gran Breta?a se ha acercado mucho m¨¢s que otras democracias liberales a ser un Estado de seguridad nacional y una sociedad de la vigilancia. Y no hay que olvidar c¨®mo el Gobierno ha impuesto el proyecto a una C¨¢mara de los Comunes reacia, a base de concesiones incoherentes, el sacrificio de principios b¨¢sicos del procedimiento judicial a cambio de la conveniencia pol¨ªtica, y el ofrecimiento de m¨ªseras ayudas a cualquiera que se animara a votar por ¨¦l. Eso, por parte de un primer ministro que el verano pasado lleg¨® al poder prometiendo un Gobierno estrat¨¦gico y apoyado en grandes principios y proclam¨® que la esencia de lo brit¨¢nico era la libertad. Y todo para nada: la disposici¨®n de los 42 d¨ªas tiene ya tantos condicionantes que es muy poco probable que se utilice jam¨¢s salvo en una verdadera emergencia nacional, y en ese caso ya habr¨ªa podido hacerse algo parecido con la legislaci¨®n actual. Los lores, los jueces y los periodistas retrasar¨¢n -aunque no puedan impedir- la aprobaci¨®n final de la ley. Y si llega a entrar en vigor, un Gobierno conservador seguramente la revocar¨¢. De modo que ¨¦ste ha sido un ejercicio de futilidad intransigente. Vive Dios, casi dan ganas de mudarse a Alemania. -
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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