Prioridades de gasto mundial
Juntaron a ocho de los mejores economistas del mundo, cinco de ellos premios Nobel; les dieron (en teor¨ªa) 75.000 millones de d¨®lares (18.750 millones al a?o durante cuatro a?os), y les pidieron que gastaran ese dinero en los objetivos que, seg¨²n ellos, m¨¢s pod¨ªan beneficiar a la comunidad internacional. El proyecto se llama Consenso de Copenhague, se desarrolla cada cuatro a?os, lo patrocina el Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca y acaba de superar su segunda edici¨®n. Lo m¨¢s importante y dif¨ªcil es establecer un orden de prioridades de gasto. En esta ocasi¨®n, la lista de los 10 primeros objetivos fue bastante sorprendente. El primero de ellos, lo que esos importantes economistas consideraban lo m¨¢s urgente de todo, s¨®lo costaba 60 millones de d¨®lares al a?o. ?Y para lo segundo m¨¢s importante no ten¨ªan que gastar ni un solo centavo!
Los economistas del Consenso de Copenhague creen que lo m¨¢s urgente es dar vitamina A y zinc a 140 millones de ni?os
La segunda prioridad no cuesta un c¨¦ntimo: la Agenda de Desarrollo de Doha, que abre fronteras a los pa¨ªses pobres
Los economistas que aceptaron el reto (entre los que se encuentran Jagdish Bhagwati, Robert Mundell, Fran?ois Bourguignon o Finn Kydland) examinaron m¨¢s de treinta propuestas defendidas por otros tantos especialistas, y previamente analizadas y criticadas, cada una, por escrito, por otros dos expertos. Bas¨¢ndose en el coste y beneficio de cada una de ellas llegaron a la conclusi¨®n de que la prioridad n¨²mero uno es proporcionar vitamina A y zinc al 80% de los 140 millones de ni?os malnutridos del mundo (lo que costar¨ªa esos 60 millones de d¨®lares anuales), porque esos dos micronutrientes supondr¨ªan un incremento tan notable en la salud y en la capacidad intelectual de esos ni?os que la relaci¨®n coste / beneficio ser¨ªa insuperable.
El segundo objetivo no les hubiera costado un solo c¨¦ntimo de sus 18.750 millones de d¨®lares anuales, lo que no quiere decir que no conlleve un coste extraordinario. Se trata de poner en pr¨¢ctica la llamada Agenda de Doha para el Desarrollo, convencer a los pa¨ªses miembros de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) para que liberalicen sus mercados y promuevan una reactivaci¨®n del comercio mundial. Los expertos calculan que, con la Agenda de Doha, los pa¨ªses en desarrollo podr¨ªan recibir recursos por valor de 2,5 billones de d¨®lares, una cifra realmente decisiva para provocar un cambio sustancial en las condiciones de vida de sus habitantes y de erradicar realmente la malnutrici¨®n y la miseria extrema.
Lo interesante de estas conclusiones es que un grupo de grandes economistas dej¨® perfectamente claro de qu¨¦ se trata realmente: de pol¨ªtica. Encontrar soluciones para los 10 problemas m¨¢s importantes del mundo, vinieron a decir, no es un asunto de gastar 18.000 millones de d¨®lares al a?o (aunque seguramente son muy necesarios) ni de planteamientos estrictamente financieros. La principal barrera es totalmente pol¨ªtica, y afecta al comercio. Los beneficios que se podr¨ªan derivar de la Agenda de Doha para el Desarrollo ser¨ªan tan excepcionales, comparados con su bajo coste, que nada ser¨ªa m¨¢s efectivo. No lo dicen voluntarios de ONG ni bienintencionados samaritanos. Lo dicen varios de los m¨¢s famosos e importantes economistas del mundo. Lo l¨®gico ser¨ªa que alguien les prestara atenci¨®n, como cuando hablan de mercados financieros o de modelos de crecimiento, pero la verdad es que su proclama de Copenhague ha tenido muy poca repercusi¨®n.
A la vista est¨¢n, por ejemplo, los resultados de la conferencia celebrada por la FAO en Roma para analizar la crisis alimentaria. Ha pasado escasamente una semana y ya nadie habla, ni en los foros pol¨ªticos ni en los medios de comunicaci¨®n, de los escasos resultados de aquella reuni¨®n. De hecho, no se habla casi de la crisis alimentaria en s¨ª, por m¨¢s que todo el mundo sepa que sus efectos son y van a ser terribles. Pasadas las primeras llamadas de atenci¨®n, se hace el silencio, a la espera, probablemente, de alguna cat¨¢strofe humanitaria que vuelva a levantar ampollas. Por el momento, en los pa¨ªses ricos, las opiniones p¨²blicas parecen narcotizadas, cada vez m¨¢s absorbidas por la crisis econ¨®mica que ha provocado el alza de los precios del petr¨®leo y por las menores expectativas del crecimiento propio. Nadie quiere escuchar lo que dicen los economistas de Copenhague y los pocos pol¨ªticos que no han perdido todav¨ªa completamente la memoria, como los portavoces del Gobierno de Noruega, unos de los pocos que no se cansan de advertir de que no habr¨¢ nada que hacer si los granjeros africanos no logran colocar sus productos en el mercado internacional.
A todo esto, ?saben en qu¨¦ puesto colocaron los economistas del Consenso de Copenhague el problema del cambio clim¨¢tico? En el n¨²mero 30. Quiz¨¢ porque 75.000 millones de d¨®lares en cuatro a?os no ayudar¨ªan a resolver nada en ese campo. -
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