La dictadura de las tinieblas

Un cayuco de tripulaci¨®n pirata atrac¨® a finales de enero junto al espig¨®n de Bata, muy cerca de un banco de la segunda ciudad de Guinea Ecuatorial, el nuevo emporio petrolero de ?frica. Diez hombres fuertemente armados saltaron a tierra, corrieron hacia el banco con despliegue de comandos y redujeron a vigilantes y clientes sin encontrar resistencia. Todo ocurri¨® a media ma?ana. "Iban a por el dinero del petr¨®leo", adivina un comerciante, que supo del desarrollo del atraco por un amigo reh¨¦n. Un helic¨®ptero del Ej¨¦rcito persigui¨® a los delincuentes, pero debi¨® retroceder al recibir una andanada desde el cayuco, que no pudo responder porque los servidores de las ametralladoras hab¨ªan olvidado municionarlas. Nunca se public¨® aquel audaz asalto, probablemente ejecutado por piratas de Gab¨®n o Camer¨²n, y nada se conoce sobre la cuant¨ªa del bot¨ªn.

El analfabetismo pol¨ªtico es entendible en un pa¨ªs alejado del mundo de la libertad y de la informaci¨®n

Hubo empresarios espa?oles que contrataron a prostitutas para conseguir contratos

"Hay que vivir aqu¨ª para entender esto", seg¨²n Pl¨¢cido Mic¨®, el ¨²nico diputado de una simb¨®lica oposici¨®n

"Mac¨ªas era mejor presidente. No toc¨® el petr¨®leo, aunque sab¨ªa que hab¨ªa mucho", dice un guineano

La oposici¨®n niega los "avances" rese?ados por la misi¨®n parlamentaria espa?ola que observ¨® las elecciones de mayo

La fortuna del dictador y de su familia asciende a cientos de millones de d¨®lares. "Todo es suyo", acusan los opositores

La selv¨¢tica ex colonia espa?ola (1778- 1968) ha sido pieza apetecida por piratas, mercenarios, comerciantes y gobiernos desde que los barcos negreros del siglo XVI zarpaban de sus puertos con cuerdas de bant¨²es, esclavos en las plantaciones americanas de las potencias coloniales. Guinea Ecuatorial perdi¨® entonces a buena parte de su poblaci¨®n, abasteci¨® de madera, cacao y palma a Espa?a y, desde los descubrimientos de la Exxon Mobil en 1999, el crudo fluye hacia los cargueros de las multinacionales, rumbo a sus refiner¨ªas de Tejas o China. Tercer productor africano despu¨¦s de Nigeria y Angola, el antiguo puerto esclavista ingresa 3.000 millones de euros anualmente, en torno al 25% del total de los beneficios petroleros, y su econom¨ªa crece al vertiginoso ritmo del 20%.

El PIB por cabeza, que pas¨® de los 430 euros anuales a los 17.000 euros, esconde una dram¨¢tica realidad: el 80% de los 600.000 habitantes de Guinea Ecuatorial vive con menos de 200 euros mensuales, y sufre pandemias, insalubridad, chabolismo y frustraci¨®n. La oligarqu¨ªa gobernante controla la riqueza de un pa¨ªs cubierto de selvas ricas en materias primas, estuarios y playas de ensue?o y filones sin aprovechar. "El petr¨®leo ha hecho que pa¨ªses que antes nos apoyaban se olviden de nosotros y, mientras, la dictadura se consolida y la familia presidencial sigue en la opulencia", denuncia el diputado de Convergencia para la Democracia Social (CDS) Pl¨¢cido Mic¨®, simb¨®lico opositor en una naci¨®n sin democracia ni justicia distributiva a las ¨®rdenes, desde el 3 de agosto de 1979, de Teodoro Obiang, de 66 a?os. Fue entonces cuando el ex teniente coronel, formado en la Academia de Zaragoza, derroc¨® a su t¨ªo, el dictador Francisco Mac¨ªas, posteriormente fusilado, y ocup¨® su trono de Malabo.

Espa?a y otras naciones aplaudieron la desaparici¨®n del primer tirano de la independencia, protestaron por los atropellos del nuevo aut¨®crata y no tardaron en bajar el diapas¨®n, casi hasta el enmudecimiento, cuando sus pozos comenzaron a bombear y el precio del barril revent¨® los mercados internacionales. Temeroso de las apetencias territoriales de los vecinos Gab¨®n y Camer¨²n, y de los golpes de mano mercenarios, Teodoro Obiang compr¨® la protecci¨®n de Estados Unidos a cambio de la parte del le¨®n en la explotaci¨®n de los multimillonarios hidrocarburos. El Tercer Mundo acostumbra a exigir el 50% de los beneficios de sus recursos naturales, pero los guineanos se conformaron con el 25%, seg¨²n los datos disponibles. Houston firm¨® a la carrera.

Las espa?olas Repsol y Uni¨®n Fenosa pugnan ahora por un mercado de 810.000 barriles diarios, 2.000 millones m¨¢s en reservas probadas, y unos fecundos yacimientos de gas. Las norteamericanas Exxon, con el 70% de la producci¨®n total, Marat¨®n, Amerada Hess, Chevron, Vanco, Noble, Trit¨®n y Ocean explotan los mejores pozos del Eldorado africano, mientras compa?¨ªas de Francia, Reino Unido, Malaisia, Sur¨¢frica, Jap¨®n o China completan la relaci¨®n de invitados de la bacanal perforadora. "Obiang no tiene que preocuparse mucho de los derechos humanos, con amigos tan influyentes", ironiza un empresario argentino en uno de los bares de la t¨®rrida capital africana. No le falta raz¨®n: Estados Unidos recibir¨¢ del Golfo de Guinea, en el 2015, el 25% del crudo que necesita, contra el 15% importado ahora, seg¨²n c¨¢lculos del Pent¨¢gono. Como el porte?o de los derechos humanos es un hombre irritable, reacciona ante la pachorra del camarero: "Empiezan a parecerse a los venezolanos. Esperan que el petr¨®leo les solucione la vida sin trabajar".

Los contratos asociados a los hidrocarburos y a las infraestructuras convocaron a los t¨¦cnicos franceses, alemanes, japoneses, portugueses, rusos, chinos o espa?oles que se alojan en las limitadas plazas hoteleras de una ciudad de 70.000 habitantes, decadente y plana, colonial en la arquitectura de su centro hist¨®rico. La destartalada flota de taxistas de las principales poblaciones guineanas, sin r¨®tulos que los identifiquen como tales, y el escuadr¨®n de particulares al volante de turismos japoneses de los ochenta conviven con las modernas camionetas de la nueva plutocracia en bulliciosa anarqu¨ªa circulatoria. Numerosos veh¨ªculos no llevan matr¨ªcula, y ninguno utiliza los cinturones de seguridad. No importa mucho. Lo llamativo son la masiva entrada de fondos y el auge constructor de las hormigoneras y gr¨²as, que rehabilitan edificios coloniales, levantan bloques de apartamentos en los barrios emergentes o embellecieron el malec¨®n de Bata. Las peonadas abren zanjas y canalizaciones, se adentran en la jungla para tender puentes y asfaltar caminos y abren trochas hacia los tajos forestales y catas mineras.

Los maliciosos atribuyen el buen trazado de la carretera de Bata a Mongomo a su car¨¢cter de ciudad originaria del clan esangui, que copa el aparato estatal, de la etnia fang, a la que pertenecen el presidente y el 72% de los guineanos. La etnia agrupa a 67 clanes.

Casi todo asombra en el tropical enclave negro: el 45% de los habitantes de un pa¨ªs bendecido, y tambi¨¦n castigado, por el hallazgo de petr¨®leo tiene menos de 15 a?os, y la esperanza de vida ronda los 50. "El Gobierno se est¨¢ gastando bastante en la construcci¨®n, aunque la sanidad, la educaci¨®n y la atenci¨®n social son un desastre", se?ala un empresario espa?ol con m¨¢s de diez a?os de estancia en el pa¨ªs. Los cientos de ingenieros, ejecutivos y t¨¦cnicos estadounidenses colgados de las plataformas mar¨ªtimas viven ajenos a esa precariedad nacional, al 50% de la poblaci¨®n sin agua corriente, al 19% de los ni?os desnutridos, al 3,2% de infectados por el virus del sida, a la masiva deserci¨®n escolar y a las otras lacras se?aladas por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El regimiento de zapadores yanqui cumple con la orden del subsecretario de Asuntos Africanos, Walter Kansteiner, poco despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre del a?o 2001, durante el arranque de la guerra de Irak y el s¨²bito encarecimiento del crudo. "Traed ese petr¨®leo [el de Guinea] a casa", dijo supuestamente el alto funcionario. El crudo ya viajaba a Tejas desde el primer pinchazo del pozo Zafiro, situado en alta mar, a 20 kil¨®metros en helic¨®ptero desde Malabo, en la isla de Bioko. Las otras bolsas son vaciadas a diario en el territorio continental. La plantilla de la encomienda patri¨®tica viaja regularmente a casa en el Houston Express, un vuelo de 15 horas entre Malabo y la metr¨®poli de la petroqu¨ªmica. "Esto es muy aburrido y hay que tener mucho cuidado con las juergas y las mujeres porque hay mucho sida", dice un norteamericano de origen filipino. M¨¢s de 3.000 petroleros residen en una ciudadela de la pen¨ªnsula Punta Europa, abastecida por modernos supermercados, tiendas, wi-fi y servicios propios. Las residencias de los diplom¨¢ticos y de la burgues¨ªa local evitan las casuchas y los tenderetes arrabaleros, que ofrecen la quincalla propia del subdesarrollo: repuestos, pilas, candados, zapatillas, camisetas, ventiladores, o Rolex a 10 euros. Pero algo salpica el man¨¢ negro. Los obreros locales o inmigrantes de las plataformas reciben sueldos que oscilan entre 500 y 700 euros mensuales, y otros braceros abrevan en los negocios residuales del crudo. Este pelot¨®n compra en los supermercados Mart¨ªnez Hermanos, espa?oles, y en los comercios de los emprendedores libaneses, importadores de productos de primera necesidad a precios que aqu¨ª son altos: la botella de leche y la cerveza, a un euro; y la pasta dental, a 2,50.

La carest¨ªa de la vida, los exiguos salarios, el d¨¦ficit habitacional y hospitalario, la penosa calidad de la educaci¨®n, el desamparo social, en suma, siguen ah¨ª, pese a los multimillonarios ingresos y a la hist¨®rica cooperaci¨®n de Espa?a. El trabajo de los claretianos fue siempre abnegado, y el Centro Cultural Espa?ol de Bata es un oasis, pero la penuria agolpa en el puerto de Malabo a los estibadores de los mercantes cargados en muelles europeos o asi¨¢ticos. El pluriempleo es casi obligatorio, pese al triunfalista discurso del Gobierno, cuya ret¨®rica abarata los compromisos con la modernizaci¨®n y el bienestar. El progreso avanza a paso de tortuga, mientras la corrupci¨®n, galopante, se abate como la peste sobre el Kuwait africano y, sobre todo el continente negro. Transparencia Internacional coloc¨® a Guinea Ecuatorial en el puesto n¨²mero 151? de la lista negra de los 163 pa¨ªses m¨¢s corruptos, en paralelo con Costa de Marfil, Camboya, Bielorrusia y Uzbekist¨¢n. Pero la triste estad¨ªstica no interesa a todos.

-Perdone, pero ?d¨®nde puedo comprar una guayabera como la suya?

El caballero de la guayabera estampada con los retratos del presidente Teodoro Obiang y su esposa, tama?o gigante, responde de mala gana en la silla de un soportal habilitado para el alisado de rizos y el tratamiento de u?as. El ciudadano oficialista sumerge los pies en un barre?o, mientras una joven ejecuta una primorosa pedicura. Le cobrar¨¢ medio euro.

-Compr¨¦ la tela y encargu¨¦ que me imprimieran las fotograf¨ªas. Usted puede hacer lo mismo.

-Debe admirar mucho al presidente.

-S¨ª. Ha tra¨ªdo mucha prosperidad.

-Pero dicen que es muy rico y que a la gente no le llega el dinero del petr¨®leo.

-?Y qui¨¦n le ha dicho eso a usted?

-Pues por ah¨ª, pero seguro que me han mentido.

-Todo eso es mentira. ?Y usted, a qu¨¦ ha venido a nuestro pa¨ªs?

El transe¨²nte sospechoso lleg¨® a Guinea Ecuatorial con el visado de turista y el inter¨¦s personal y profesional por la historia y la revoluci¨®n petrolera de una naci¨®n abundante en metales preciosos y maderas nobles, techada por 2.200.000 hect¨¢reas de densas selvas, de las que s¨®lo se han explotado 400.000. El blanco fisg¨®n visit¨® ciudades abrasadoras sin quioscos de prensa, ni librer¨ªas, ni debates; sin sindicatos, ni poderes independientes: una naci¨®n cat¨®lica y espiritista, adormecida por una publicaci¨®n mensual, tres emisoras de FM estatales y una televisi¨®n adscrita a la propaganda gubernamental y a los programas folcl¨®ricos y agropecuarios. Triunfan en pantalla Pipi Calzaslargas y Heidi, la ni?a de los Alpes suizos. Los vecinos con parab¨®licas se libran del naufragio.

El desplante del caballero de la guayabera, los silencios y las esquivas razones escuchadas en calles, tiendas y mercados de Malabo y Bata atestiguan el temor a hablar mal del r¨¦gimen y el entendible analfabetismo pol¨ªtico de una sociedad distanciada del mundo de la informaci¨®n y de la libertad. Las suculentas regal¨ªas petroleras activaron la corrupci¨®n y el desenga?o en una poblaci¨®n sobrada de tel¨¦fonos m¨®viles, pero primitiva en las comunidades de pescadores y cazadores avecindados con las vetas de mercurio y uranio, el gorila, los cocodrilos y el murci¨¦lago de la lengua larga. Los tesoros naturales de un pa¨ªs lastrado por las inmoralidades propias de la descolonizaci¨®n explican el chaqueteo de Estados Unidos, Francia o Espa?a, y el golpe del a?o 2004 de los 60 mercenarios surafricanos financiados por negociantes y pol¨ªticos, varios de ellos brit¨¢nicos, apartados todos de la tarta petrolera. La fallida intentona demostr¨® que el monopolio estadounidense estaba siendo amenazado. La Casa Blanca pronto advirti¨® contra nuevas aventuras. "De ah¨ª, la bienvenida hace dos a?os de Bush a Obiang, a quien se llam¨® amigo de EE UU", seg¨²n subray¨® el profesor suizo Max Lininger-Goumaz.

?Y la fortuna del presidente Obiang es tan cuantiosa, como public¨® la revista Forbes hace dos a?os, 600 millones de euros? Los guineanos desafectos la multiplican hasta el infinito. "Todo es suyo. Ese bloque de apartamentos es de un hijo; esa finca, de su nuera; ese hotel, de un cu?ado, y Teodor¨ªn se paseaba con un Ferrari... Por favor, hable usted bajo y no haga fotos", suplica el acompa?ante, que teme acabar con sus huesos en la prisi¨®n capitalina de Black Beach, de la que fue director Obiang cuando conspiraba contra su t¨ªo Pap¨¢ Mac¨ªas. El ajusticiado antecesor del actual caudillo espant¨® al mundo al asesinar o expulsar al exilio a decenas de miles de bubis, y crucificar a varios opositores. El sanguinario bruto, bien conocido por los esp¨ªas del almirante Carrero Blanco, glorificaba a Hitler, "el salvador de ?frica", ante el cuerpo diplom¨¢tico.

El patrimonio de Teodoro Obiang, custodiado por una guardia de guardaespaldas marroqu¨ªes recomendada por la monarqu¨ªa de Rabat, no s¨®lo fue abordado por la revista norteamericana que publica la lista de hombres m¨¢s ricos del mundo. El Subcomit¨¦ Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos rastre¨® m¨¢s a fondo las cuentas familiares cuando fue alertado sobre el masivo blanqueo de dinero en el sector de los servicios financieros. Los sabuesos del subcomit¨¦ demostraron, hace cuatro a?os, que el Banco Riggs permiti¨® a Teodoro Obiang y a sus familiares el turbio manejo de m¨¢s de 600 millones de d¨®lares, ingresados en 60 cuentas y dep¨®sitos en efectivo. Casi todos correspondieron a pagos de Exxon Mobil y Marat¨®n que se transfirieron despu¨¦s a cuentas del Banco de los Estados de ?frica Central.

Al menos la mitad de las cuentas funcionaban como privadas a nombre del presidente, su esposa, su hermano, su cu?ado, sus hijos varones o su hija. La familia compr¨® casas en Estados Unidos, en Espa?a y en otros pa¨ªses, y sus gastos suntuarios fueron de ¨®rdago. El banco les ayud¨® a crear empresas, fantasmas o reales, y la constructora Abayak, importadora de materiales de construcci¨®n y socia de operaciones inmobiliarias, respond¨ªa directamente al matrimonio presidencial. "Esa empresa particip¨® con un 15% en una filial de Exxon Mobil denominada Mobil Oil Ecuatorial Guinea", revel¨® el informe.

Otras revelaciones fueron period¨ªsticas y confirmaron la sostenida querencia de Teodoro Nguema Obiang, Teodor¨ªn, hijo del presidente, al alegre despilfarro, a las marcas de modas y a los coches de lujo El joven, ministro de Agricultura y Bosques, gast¨® cerca de 1,25 millones de euros en hoteles, autom¨®viles y fiestas durante un fin de semana en Ciudad del Cabo, seg¨²n el peri¨®dico surafricano The Star. El 20 de julio del 2005, el diario Cape Times revel¨® otras adquisiciones del presidente de la Asociaci¨®n Hijos de Obiang: un deportivo Lamborghini de 380.000 euros, y dos Bentley, modelos Arnage y Mulliner, por 800.000 euros. El hedonismo del hijo preferido, due?o de Televisi¨®n Aponga, continu¨® un a?o m¨¢s tarde, con el desembolso de 600.00 euros por el alquiler del soberbio yate del entonces quinto hombre m¨¢s rico del mundo, Paul Allen, cofundador de Microsoft. Los gastos en bienes de consumo fueron tan dif¨ªciles de ocultar como las trampas que engordaron las cuentas bancarias.

Una corporaci¨®n instrumental controlada por el dictador y dos de sus hijos, Otong SA, recibi¨® 11 millones de d¨®lares en efectivo. Funcionarios de la confianza de Obiang los entregaban, en maletines, al gestor norteamericano de las cuentas. Lo gordo ven¨ªa en paquetes plastificados, que no se abr¨ªan, y el resto lo contaban m¨¢quinas de alta velocidad. Para simplificar el proceso de ingreso se recurri¨® al pesado de los paquetes. ?Un mill¨®n de d¨®lares en billetes de cien d¨®lares? Nueve kilos y setecientos gramos. Nadie preguntaba el origen de los d¨®lares porque era de sobra conocido. Las pesquisas norteamericanas alcanzaron al Santander, que recibi¨®, entre el 2000 y el 2003, 60 transferencias del Banco Riggs, por un importe de 26,4 millones de d¨®lares. Todos fueron a parar a la cuenta en la entidad espa?ola de la empresa Kalunga, del presiente. El Senado de Estados Unidos pidi¨® informaci¨®n al Santander, pero el banco se la neg¨®, escud¨¢ndose en la legislaci¨®n espa?ola.

Tampoco Obiang quiso informar al subcomit¨¦ sobre la procedencia de sus ingresos, titularidades mercantiles y movimientos contables. El Riggs cerr¨® todas sus cuentas para evitar males mayores. Nada irreparable, pues su principal cliente abri¨® nuevas cuentas en el Banco de los Estados de ?frica Central, "desde donde opera a sus anchas", seg¨²n fuentes bancarias espa?olas. El r¨¦gimen ha manejado "alrededor de 16.000 millones de euros, el 80% aportado por el petr¨®leo, pero el 80% de la poblaci¨®n vive en la miseria y un 5% del aparato disfruta de un nivel de vida superior a los suizos", seg¨²n afirma Armengol Engonga, portavoz del denominado Gobierno de Guinea Ecuatorial en el Exilio, con sede en Madrid, en ausencia de Severo Moto, encarcelado en Espa?a por su supuesta participaci¨®n en un golpe contra Obiang. El ex embajador norteamericano en Malabo (2004-2006), R. Niels Marquardt, no pudo ocultar la verdad sobre la ex colonia en declaraciones a la progubernamental Gaceta de Guinea Ecuatorial, editada en la capital espa?ola: ha pasado de ser pobre a ser rico, dijo el diplom¨¢tico, "pero muchos guineanos no conocen todav¨ªa cambios en la vida cotidiana, como en el sector educativo y sanitario".

Cuando Guinea era pobre, pero potencialmente millonaria, espa?oles madrugadores urdieron una treta para hacer negocios. "La firma de todos los contratos pasaba por ¨¦l, firmaba todo, y dec¨ªan que hab¨ªa que tener cuidado con las mujeres porque le gustaban todas", recuerda una persona que vivi¨® aquellos tiempos. "Entonces, alg¨²n empresario viaj¨® con prostitutas. Imag¨ªnese el resto". El protagonista de uno de los enga?os coment¨® a Armengol Engonga, hace unos 15 a?os, que "conociendo al personaje, al final ya llev¨¢bamos a profesionales del oficio, y cuanto m¨¢s guapas mejor. En los bailes y las fiestas que hac¨ªa Obiang se encaprichaba de todas. As¨ª se firmaban los contratos y las concesiones".

-?Cu¨¢ntos hijos tiene el presidente?

-Sesenta o setenta.

-Le estoy hablando en serio.

-Y yo tambi¨¦n. ?l se considera propietario de la naci¨®n, y, por tanto, todas las mujeres le pertenecen, todas las propiedades le pertenecen y todos los recursos naturales le pertenecen.

-?Y como Gobierno?

-?l tiene sentido de Estado. Es una tribu lo que gobierna en Guinea, y con los mecanismos de la tribu, en una sociedad de analfabetos funcionales. Y despu¨¦s llegan los diputados espa?oles a hacerle la ola, a re¨ªrle las gracias, a hacernos creer que es de d¨ªa cuando es de noche. Su comportamiento hipoteca el futuro de todo un pueblo.

El guineano del exili¨® alude cr¨ªticamente a la visita a Guinea Ecuatorial de los parlamentarios del PSOE, F¨¢tima Aburto; del Partido Popular, Francesc Ricom¨¢, y de Convergencia i Uni¨®, Jordi Xucl¨¢, en representaci¨®n de sus respectivos grupos, para observar las elecciones legislativas y municipales del pasado 4 de mayo. En un comunicado conjunto afirman que representaron un "nuevo paso en el proceso de democratizaci¨®n de Guinea Ecuatorial y un avance en materia de garant¨ªas electorales respecto a las elecciones celebradas en 2004, que deber¨¢ ser mejorado y completado en futuras convocatorias". La iniciativa del viaje correspondi¨® al Ministerio de Asuntos Exteriores, cuya Embajada en Malabo, encabezada por Javier Sangro de Liniers, parece sintonizar con el apocamiento de muchos guineanos. "El embajador, que ha tenido que salir a una comida, estar¨¢ encantado de saludarle, pero no vamos a hacer declaraciones", reitera el consejero, Javier Irazoqui. "No quiero declaraciones", expliqu¨¦. "Se trata de me habl¨¦is un poco, totalmente off the record, sobre c¨®mo est¨¢ el pa¨ªs". La respuesta del joven y obediente diplom¨¢tico result¨® enternecedora: "Puede usted informarse en la web de la Embajada".

El conciliador acercamiento de Espa?a hacia la dictadura, obviamente encaminada a facilitar los negocios espa?oles, asombra al director de la Asociaci¨®n para la Solidaridad Democr¨¢tica con Guinea Ecuatorial (ASODEGUE), el espa?ol Adolfo Fern¨¢ndez Marug¨¢n. "Los tres diputados reproducen la opini¨®n de Exteriores, que lleva a?os diciendo que Guinea est¨¢ cambiando. Lo ocurrido el d¨ªa 4 es todo un ment¨ªs. Los tres observaron las elecciones con el aparato del partido oficial", se?ala ese experto. "Lo de Espa?a es el misterio. No ha tocado bola en el petr¨®leo. No tiene nada. No ha habido ni una sola concesi¨®n para Repsol, y Uni¨®n Fenosa ha firmado algo para participar en la ampliaci¨®n de una factor¨ªa de gas natural. Eso s¨ª, Espa?a compra petr¨®leo guineano". "Yo me pregunto", dice Fern¨¢ndez Marug¨¢n, "?el petr¨®leo guineano es tan imprescindible a la econom¨ªa espa?ola como para que se trastoque la pol¨ªtica de Espa?a hacia ese pa¨ªs? Eso es lo que hay que valorar".

Repsol ambiciona nuevas parcelas de prospecci¨®n, y Uni¨®n Fenosa participar¨¢, junto al grupo alem¨¢n EON, en la construcci¨®n de un segundo tren de licuefacci¨®n en Bioko, y en tres gaseoductos, con una inversi¨®n de 2.035 millones de euros. La buena marcha de esos proyectos pasa por la amistosa palmada a Teodoro Obiang, siempre ganador electoral por aplastamiento del contrario. Su movimiento, el Partido Democr¨¢tico de Guinea Ecuatorial (PDGE), coligado con nueve formaciones comparsas, triunf¨® en los comicios del 4 de mayo con el 99% de los votos. Cop¨® 99 de los cien esca?os de la C¨¢mara de los Representantes del Pueblo, las 36 alcald¨ªas en juego y todas las concejal¨ªas menos tres. "El PDGE ha ganado tan abrumadoramente porque es la ¨²nica alternativa que resuelve los problemas del pa¨ªs", seg¨²n su secretario general, Filiberto Ntutumu. Para el portavoz gubernamental, el pluralismo nacional es v¨¢lido, ya que "no existe un solo modelo de democracia". Obiang es m¨¢s rotundo: "El ensayo democr¨¢tico de Guinea Ecuatorial, teor¨ªa que yo he inventado, es ya una realidad". El historiador I?aki Gorozpe tambi¨¦n lo es: el dictador "act¨²a como amo y se?or del pa¨ªs" y los comicios no fueron sino una parodia

"Aqu¨ª no hay democracia, sino todo lo contrario. Y quienes califican las elecciones de 'avance democr¨¢tico' [en referencia a los tres parlamentarios espa?oles] se est¨¢n burlando", subraya el ¨²nico diputado de oposici¨®n, Pl¨¢cido Mic¨®. "Ha habido m¨¢s intimidaciones, m¨¢s violencia y m¨¢s violaciones de las normas electorales que nunca".

Burla burlando desde el a?o 1979, incluidos la Embajada y los periodistas espa?oles que quisieron cubrir la consulta del 4 de mayo, a quienes se prometi¨® un visado que nunca lleg¨®, Guinea Ecuatorial permanece anclada en el totalitarismo y la represi¨®n, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. Todo indica que el gatopardismo del 4 de mayo, el formato de la campa?a y de los colegios, las apariencias, en suma, son concesiones a los gobiernos occidentales necesitados de avances para poder defender la moralidad de sus pol¨ªticas de Estado. El discurso de campa?a de Teodoro Obiang estableci¨® los l¨ªmites de su democracia: "Pluralismo, s¨ª, pero siempre dentro del programa pol¨ªtico del PDGE". Pl¨¢cido Mic¨® admite su impotencia: "Hay que vivir aqu¨ª para entender esto. Un pobre joven interventor de mi partido puede asistir al escrutinio, pero despu¨¦s no le dan el acta de votaciones", explica. "Se la lleva el presidente de la mesa, del partido en el poder, que hace lo que quiere con ella. Y si presentamos un recurso, responde el ministro, porque no convoca a la Junta Electoral Nacional. Y as¨ª con otras trampas. Manipulan a su antojo. ?stas han sido las peores elecciones".

Anochece en Malabo y en casa de Antonio, a quien nada interesan las elecciones. El hospitalario guineano, con esposa y cinco hijos, arrastra un cierto sentido fatalista de la vida. "No me puedo quejar. Gano para mis necesidades, pero me da miedo que alguno de mis hijos enferme. En los hospitales tienes que traerte hasta la almohada. Y las medicinas hay que comprarlas en las farmacias, que son muy caras". Los chavales rodean al blanco sentado en el desvencijado sal¨®n de la vivienda. Lo miran fijamente, sonrientes, curiosos. Antonio muestra el certificado de haber votado el 4 de mayo, con su nombre, apellido, direcci¨®n y sello oficial. "Lo llevo siempre en el coche porque lo suelen pedir en las barreras del ej¨¦rcito. Si no lo tienes, te pueden multar, te ri?en o tienes que darles dinero. Hasta puedes perder una beca, y si eres funcionario, el trabajo. Por la ciudad no ocurre. S¨®lo si sales a la carretera". Su agonizante Toyota Carina traslada ni?os a colegios privados en una especie de contrata de 400 euros. No est¨¢ mal. "Lo que m¨¢s rabia me da es que se va a acabar el petr¨®leo sin recibir nada. Antes viv¨ªamos mejor. Mandaba a mi mujer al mercado y le sobraba dinero. El otro presidente era mejor". ?Qu¨¦ otro? ?Mac¨ªas? "S¨ª, Mac¨ªas. Aquel no toc¨® el petr¨®leo, aunque sab¨ªa que hab¨ªa mucho". El s¨¢trapa Francisco Mac¨ªas es la referencia de Antonio porque no tiene otras. Ni ¨¦l, ni sus padres, ni sus abuelos. Nunca hubo democracia en Guinea Ecuatorial, que s¨®lo conoci¨® el primitivismo tribal, el l¨¢tigo de la colonia y los dos aut¨®cratas de la independencia. Son las once de la noche. Una lona militar cubre el carro de combate estacionado cerca del palacio presidencial, junto a la entrada de un hotel franc¨¦s con habitaciones, sin lujos, a 300 euros. Cosas del petr¨®leo y del capitalismo a dedo.