Ya es ma?ana en Brasil
El progreso de Brasil durante los ¨²ltimos 15 a?os se ha basado en consensos democr¨¢ticos, inversi¨®n privada y control de la inflaci¨®n. El pragmatismo econ¨®mico y el progresismo social de Lula confirman el ascenso
Hace un par de meses, cuando Luiz In¨¢cio Lula da Silva habl¨® ante una Economist Conference reunida en Brasilia, estaba exultante. Durante m¨¢s de una hora ofreci¨® a una audiencia compuesta de hombres de negocios chistes y un verbo florido para transmitir un sencillo mensaje. Dijo que su f¨®rmula pol¨ªtica consist¨ªa en ser "conservador en econom¨ªa" y "audaz en pol¨ªtica social".
Es una f¨®rmula que est¨¢ dando sus frutos. Despu¨¦s de haberse librado de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que afectaron a su Partido de los Trabajadores (PT) y que estuvieron a punto de costarle la reelecci¨®n, Lula no s¨®lo cabalga a lomos de la popularidad, sino que Brasil est¨¢ comenzando a ser tomado en serio como nueva potencia econ¨®mica y pol¨ªtica. Cuando en 2003 los economistas del grupo Goldman Sachs juntaron a Brasil con Rusia, la India y China (el grupo "BRIC"), se?alando que estos pa¨ªses dominar¨ªan la econom¨ªa mundial alrededor de 2030, muchos rezongaron, apuntando que la aletargada econom¨ªa brasile?a no pod¨ªa estar en ese club.
A diferencia de China y Rusia, Brasil cuenta con una democracia boyante aunque ca¨®tica
Se han reducido los ¨ªndices de pobreza, que han pasado de un 48% en 1990 al 33% en 2006
Sin embargo, su crecimiento alcanz¨® un respetable 5,5% el a?o pasado, su divisa y sus cuentas p¨²blicas se han fortalecido y la inversi¨®n exterior alcanza niveles sin precedentes. Dos organismos dedicados a la evaluaci¨®n de riesgos crediticios concedieron hace poco un "grado inversi¨®n" a la deuda garantizada por el Estado brasile?o. A diferencia de China y Rusia, Brasil cuenta con una democracia boyante, aunque ca¨®tica, mientras que su renta per c¨¢pita es siete veces mayor que la de la India. En la actualidad, muchos extranjeros ven en el pa¨ªs al l¨ªder de Am¨¦rica Latina, que merecer¨ªa estar presente en el Consejo de Seguridad de la ONU y en el G-8.
Hace tiempo que el potencial de Brasil est¨¢ claro, pero el pa¨ªs rinde sistem¨¢ticamente por debajo de sus posibilidades. Se dice que Charles de Gaulle, despu¨¦s de una visita celebrada en 1960, declar¨® que hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que Brasil "no era un pa¨ªs serio". O milagre brasileiro, el cuarto de siglo durante el cual Brasil creci¨® al ritmo de China, principalmente con gobiernos militares, termin¨® con la crisis de la deuda de 1982. A continuaci¨®n, Brasil perdi¨® pie durante una d¨¦cada. En comparaci¨®n con el resto de la regi¨®n, su transici¨®n a la democracia se produjo con lentitud y a trompicones.
Sin embargo, a comienzos de la d¨¦cada de 1990 los gobiernos brasile?os comenzaron a abrir su protegida econom¨ªa, dominada por el Estado. El Plano Real de Fernando Henrique Cardoso dome?¨® finalmente la inflaci¨®n, tras una ¨¦pica batalla que precis¨® una profunda reforma de las cuentas p¨²blicas, dif¨ªcil desde el punto de vista pol¨ªtico.
Para sorpresa de algunos, Lula decidi¨® partir de los ¨¦xitos de Cardoso. Ha concedido independencia completa al Banco Central do Brasil y, a pesar de las quejas del PT, no intervino cuando ¨¦ste subi¨® los tipos de inter¨¦s para sofocar una escalada inflacionaria en 2003. Tampoco es probable que lo haga ahora, cuando el banco vuelve a subir los tipos para controlar una nueva arremetida de la inflaci¨®n, originada por el incremento mundial de los precios de los alimentos y el combustible. El Gobierno se atiene a sus objetivos presupuestarios, reduciendo poco a poco la deuda p¨²blica.
Est¨¢ claro que Brasil se beneficia enormemente del auge de los precios de las materias primas. Desde 2003, el alza del precio del hierro y de la soja ha ayudado a duplicar el valor total de sus exportaciones, pero gracias a la eliminaci¨®n de las barreras arancelarias la industria brasile?a se ha hecho mucho m¨¢s competitiva. Las compa?¨ªas del pa¨ªs se atreven a salir al extranjero. Embraer construye un avi¨®n en China, Vale se ha convertido en la segunda empresa minera del mundo y otras firmas brasile?as son l¨ªderes en el sector agroindustrial. Si en la actualidad China es el taller del mundo e India la oficina de su trastienda, Brasil es su granja.
Tambi¨¦n tiene posibilidades para ser una superpotencia energ¨¦tica. El etanol brasile?o de ca?a de az¨²car, a diferencia del subvencionado etanol de ma¨ªz producido en Estados Unidos, es eficiente en t¨¦rminos econ¨®micos y medioambientales. Brasil dispone de tierra m¨¢s que suficiente para incrementar su producci¨®n tanto de etanol como de alimentos sin tocar la selva amaz¨®nica. Para colmo, Petrobras acaba de descubrir en las costas brasile?as enormes yacimientos de petr¨®leo y de gas, aunque es cierto que se encuentran a gran profundidad.
La democracia ha reportado beneficios sociales y econ¨®micos. Aqu¨ª tambi¨¦n Lula parti¨® de las pol¨ªticas sociales de Cardoso y ampli¨® la Bolsa Fam¨ªlia, gracias a la cual en la actualidad 11 millones de familias muy pobres reciben peque?as subvenciones en met¨¢lico. Las cantidades se entregan a las madres, a condici¨®n de que se comprometan a que sus hijos vayan al colegio y se sometan a revisiones m¨¦dicas. Gracias a un enorme incremento de los medios docentes todos los peque?os asisten a la escuela primaria, y ahora alrededor del 70% termina el ciclo de secundaria.
Estas iniciativas, unidas a una escasa inflaci¨®n y a un r¨¢pido crecimiento, han reducido los ¨ªndices de pobreza, que han pasado del 48% en 1990 al 33% en 2006. Hasta la distribuci¨®n de la renta brasile?a, tristemente famosa por su desigualdad, est¨¢ mejorando. Seg¨²n los c¨¢lculos de la asesor¨ªa McKinsey, entre 2000 y 2005 unos ocho millones de familias (alrededor de 40 millones de personas) se sumaron a las clases medias. La estabilidad econ¨®mica conlleva que esa gente puede conseguir pr¨¦stamos para comprarse una casa, un coche y otros productos de consumo duraderos, con frecuencia por primera vez.
Junto a todo este progreso, existen problemas muy arraigados. Entre ellos destacan los cr¨ªmenes violentos, en algunos casos vinculados con el tr¨¢fico de drogas. El sistema judicial es lento e ineficiente. La normativa laboral que, basada en la Carta del Laboro mussoliniana, no se ha reformado desde que se implant¨®, constituye un elemento tremendamente disuasorio a la hora de contratar trabajadores, salvo en la burocracia federal, que Lula ha ampliado innecesariamente. La carga fiscal, que representa un 36% del PIB, es tan elevada como la de muchos pa¨ªses desarrollados, aunque los servicios p¨²blicos son mucho peores. D¨¦cadas de inversi¨®n estatal insuficiente significan que las infraestructuras, sobre todo los puertos y las carreteras, dejan bastante que desear. Por otra parte, la ense?anza b¨¢sica es de mala calidad: seg¨²n el Informe PISA, en las pruebas cient¨ªficas los ni?os brasile?os tuvieron resultados un 20% inferiores a los rusos.
Lo peor es que el sistema pol¨ªtico dificulta la movilizaci¨®n de mayor¨ªas para impulsar cambios. En las elecciones de 2006 no menos de 21 partidos obtuvieron esca?os en el Congreso Nacional. Durante la primera legislatura de Lula, el PT ech¨® por tierra la promesa de hacer pol¨ªtica de manera ¨¦tica cuando sus l¨ªderes sobornaron a decenas de diputados para que les votaran. En ocasiones, Lula habla de reformas -fisca-les, pol¨ªticas e incluso laborales-, pero poco ha hecho por llevarlas a cabo. Para muchos economistas tendr¨ªa que haber utilizado la bonanza generada por las materias primas para reducir con m¨¢s decisi¨®n tanto la deuda p¨²blica como los impuestos.
La pol¨ªtica exterior de Brasil tambi¨¦n presenta claroscuros. El pa¨ªs se ha convertido en una gran potencia diplom¨¢tica comercial, pero comparte con Estados Unidos y la UE el fracaso de la Ronda de Doha. Durante su primera legislatura, las pol¨ªticas suramericanas de Lula fueron bastante ingenuas. A pesar de que Hugo Ch¨¢vez le gan¨® la partida cuando acompa?¨® a Evo Morales en su nacionalizaci¨®n de las operaciones de Petrobras en Bolivia, el Gobierno brasile?o anim¨® a Venezuela a unirse a Mercosur. En la segunda legislatura, Lula se ha mostrado m¨¢s pragm¨¢tico. Pero a muchos dem¨®cratas latinoamericanos les gustar¨ªa que Brasil apoyara con m¨¢s decisi¨®n a la atribulada democracia colombiana.
El progreso de Brasil durante los ¨²ltimos 15 a?os se ha basado en un paciente desarrollo de consensos democr¨¢ticos y ¨¦sta es la raz¨®n por la que parece sostenible. El crecimiento brasile?o, a diferencia del venezolano, se basa m¨¢s en la inversi¨®n privada que en el gasto p¨²blico. Al contrario que Argentina, Brasil no est¨¢ permitiendo que la inflaci¨®n ponga en peligro la estabilidad econ¨®mica. Con sus m¨²ltiples defectos, en muchos sentidos, Brasil est¨¢ comenzando a comportarse como un pa¨ªs serio.
Michael Reid es el editor de la secci¨®n de Las Am¨¦ricas de The Economist. Su libro El Continente olvidado: la lucha por el alma de Am¨¦rica Latina ser¨¢ publicado en Espa?a por Editorial Belacqva. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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