C¨®mo vestir la realidad con fantas¨ªa
La historia de la fotograf¨ªa de moda permite vislumbrar los cambios sociales a lo largo del siglo pasado. Uno de estos artistas explica el desarrollo del g¨¦nero
Estamos en el Museo del Louvre, en la escalera principal; al final, la Victoria de Samotracia brilla. Fred Astaire (encarnando a Richard Avedon) se encuentra enfrente, al pie de ella, con una gabardina corta color hueso forrada de rojo, mocasines Weston y calcetines rojos y supongo que una Rollerflex en la mano. Espera ansioso. De golpe, y apareciendo por detr¨¢s de la Victoria, surge Audrey Hepburn con un vestido de chiffon guinda de Givenchy. Baja apresuradamente las escaleras con su acostumbrada elegancia; el viento hace volar parte del conjunto como si fueran alas de un cisne compitiendo en gracia con la propia Victoria. Estallan los flashes y una sucesi¨®n de fotogramas congelados recrean una sesi¨®n fotogr¨¢fica.
Fueron sus fines comerciales los que le negaron por mucho tiempo la consideraci¨®n de arte a la fotograf¨ªa de moda
Ahora estamos en otra escalera, la de la ?pera de Par¨ªs. Ella lleva un traje blanco y una diadema y nos recuerda a una reina. La sorprendemos tambi¨¦n esparciendo unos globos por Trocadero y envuelta en vapores en la Gare du Nord con un peque?o yorkshire en brazos. Mientras tanto, desde las oficinas de Nueva York, una inmensa Kay Thompson (representando un h¨ªbrido entre Carmel Snow y Diana Vreeland) declara la supremac¨ªa del rosa. Estas im¨¢genes, que tiempo m¨¢s tarde averig¨¹¨¦ estaban asesoradas por Richard Avedon, llenas de glamour, magia y fantas¨ªa, no s¨¦ si son muy intelectuales, pero en mis a?os adolescentes tuvieron la fuerza de los mensajes de Dios a Juana de Arco. En ese momento decid¨ª lo que quer¨ªa. A eso se sumaba que durante los a?os de mi infancia mi madre ten¨ªa un sal¨®n de costura donde abundaban los Vogue y Bazaar y alg¨²n que otro Burda. Desde ni?o he sido un compulsivo devorador de im¨¢genes y a¨²n lo soy. En esa ¨¦poca mi glotoner¨ªa informativa lo procesaba y combinaba todo con la frescura que da la inocencia: los primeros Vogue y los Bazaar con los c¨®mics de la Marvel, hasta conseguir una iconograf¨ªa personal y privada en la que Dovima y Suzy Parker salvaban el mundo en compa?¨ªa de Superman, o la mism¨ªsima Twiggy secundaba a Batman en la ciudad de Gotham, al tiempo que las pesta?as de Jean Shrimpton quedaban atrapadas en las redes de Spiderman; Veruschka era la compa?era perfecta de Tarz¨¢n.
Como ver¨¢n, creo que hay un peque?o rollo de pel¨ªcula de foto de moda enrollado en la cadena de mi ADN. Para m¨ª es muy dif¨ªcil tratar la fotograf¨ªa de moda de forma anal¨ªtica, pues tiene ineludiblemente una connotaci¨®n emocional.
No quiero entrar en la disyuntiva de si la foto de moda es arte o no, pero algunas de ellas han sido realizadas por grandes artistas del siglo XX, y me da qu¨¦ pensar el hecho de que en la ¨²ltima Feria de Arte de Basel en Miami se haya presentado por primera vez un apartado de fotograf¨ªa de moda del que tuve el honor de formar parte.
En fin, que no s¨¦ si es arte o no, tampoco es crucial, pero parece que s¨ª lo es y en este momento tanto la moda como la fotograf¨ªa y el arte est¨¢n en plena retroalimentaci¨®n. Lo que s¨ª pienso es que la fotograf¨ªa de moda es el espejo m¨¢s claro para reflejar unos cambios sociales que han venido sucedi¨¦ndose en el siglo XX. Creo que el primer fot¨®grafo de moda, tal y como se entiende ahora, fue el bar¨®n de Meyer con una imagen pictorialista muy de su tiempo, donde orondas se?oras de sociedad parec¨ªan flotar entre lirios y cortinajes de gasa con portes distinguidos y luciendo prendas de Worth o Paquin; un ligero flou acentuaba esa atm¨®sfera fantasmal. Eran los d¨ªas en que Vogue actuaba como una especie de peri¨®dico y cat¨¢logo, coincidiendo con la primera publicidad de moda de Poiret en las revistas y con unos insertos en los cinemat¨®grafos donde se proyectaban los filmes de M¨¦lies.
Desde el primer momento la foto de moda se hizo con fines comerciales. Opino que fueron sus fines comerciales los que le negaron por mucho tiempo la consideraci¨®n de arte, aunque si analizamos el arte desde sus principios siempre se ha hecho con un fin: la magia, la religi¨®n y el comercio y adem¨¢s ahora con fines terap¨¦uticos, sobre lo que no me encuentro capacitado para hablar.
En fin, que la foto de moda evoluciona cada vez con m¨¢s fuerza. Y sentido. En los a?os veinte grandes nombres de la fotograf¨ªa mundial se acercaron a este g¨¦nero, entre ellos Stieglitz, Steichen y Andr¨¦ Kert¨¦sz, creando im¨¢genes sublimes de moda. En los a?os treinta Cecil Beaton, con un gusto extravagante y aristocr¨¢tico, retrat¨® a grandes damas de la upper class inglesa, incluyendo a la reina y a las princesas, lo que no le impidi¨® al mismo tiempo ser un gran fot¨®grafo de guerra; recuerden un impresionante reportaje de moda sobre las ruinas de una bombardeada ciudad de Londres.
Poco a poco la denuncia empez¨® a formar parte de las im¨¢genes de moda. Contempor¨¢neos de Beaton fueron fot¨®grafos de la talla de Hoyningen-Huene, influenciado por el art dec¨® y el inicio de la tipificaci¨®n de la mujer moderna y su compa?ero Horst, que realiz¨® una labor prol¨ªfica hasta los a?os ochenta. Varios fot¨®grafos brillaron en esa ¨¦poca como George Platt-Lyne, Jean Morel y otros muchos influenciados ya por las corrientes est¨¦ticas de la ¨¦poca como el surrealismo, que impregn¨® la labor de estos fot¨®grafos. La culminaci¨®n de esta escuela la representan los incre¨ªbles trabajos que realiz¨® Man Ray para Bazaar.
La d¨¦cada de los cuarenta llega ensombrecida por la guerra, pero con la esperanza y la novedad del color. Grandes fot¨®grafos experimentaron con ¨¦l e influyeron en las generaciones venideras. Ellos son Paul Outerbridge y Erwin Blumenfeld, verdaderos maestros de la fotograf¨ªa en color. En ese tiempo el contacto y las interrelaciones entre arte, moda y foto fueron muy intensos. Chanel dise?aba vestuarios para el Ballet Ruso con decorados de Picasso, mientras Schiaparelli creaba un traje con estampados de Cocteau que fotografi¨® Man Ray y Dal¨ª dise?aba el envase de su perfume Shocking bas¨¢ndose en el maniqu¨ª de Mae West. Esos vasos comunicantes siempre existieron y ahora pueden detectarse en la colaboraci¨®n fruct¨ªfera de Marc Jacobs con Richard Price, Takashi Murakami y Jurgen Teller.
Siguiendo con la historia, nos plantamos en los cincuenta. Termina la guerra, Dior lanza el new look y la gente, cansada de tanta penuria, quiere verse a la moda. Las grandes tiendas deciden apoyar la moda francesa y por supuesto las grades revistas no le van a la zaga. Bazaar y Vogue se lanzan a la lucha. En este momento un personaje est¨¢ a punto de revolucionar la fotograf¨ªa de moda. Un exiliado ruso, Alex¨¦i Brodovitch aterriza en Nueva York y se hace cargo de la direcci¨®n art¨ªstica de Bazaar durante el reinado de Carmel Snow; luego se har¨ªa con Vogue durante el de Vreeland. Con incre¨ªble olfato ¨¦l vislumbra el potencial de dos j¨®venes talentos: Irving Penn y Richard Avedon. Gracias a su propia experiencia e inspir¨¢ndose en unas fotos que el mismo Brodovitch hab¨ªa tomado del Ballet de Mosc¨², introduce a estos fot¨®grafos en el movimiento y literalmente los lanza a la calle para que las modelos se mezclen entre la gente y la ciudad y pierdan as¨ª las posturas estatuarias que las caracterizaban hasta el momento. Avedon y Penn fueron los reyes de la d¨¦cada y con ellos surgieron las modelos estrellas, Dovima, Suzy Parker, Lisa Fonssagrive y China Machado. Ellas se convirtieron en las nuevas gazelles, envueltas en Balenciaga, Dior o Givenchy y los "nuevos americanos" como Norell. Viajaron a Par¨ªs a retratar las colecciones de Chanel y Dior. Aqu¨ª volvemos a mis im¨¢genes del comienzo del filme Funny Face de Stanley Donen. Son los a?os en que se empieza a retratar a la alta sociedad y los retratos de las grandes damas americanas como Babe Paley, Marella Agnelli, C. Z. Guest, Lee Radziwill y hasta nuestra duquesa de Alba y Nati Abascal florecen en ramilletes; all¨ª figuraban las famosas swans de Truman Capote; sale a la luz el libro, Observations, una colaboraci¨®n de Avedon, Capote y Brodovitch. Otra vez moda, foto y arte vuelven a cruzarse.
En la misma ¨¦poca hay otros fot¨®grafos interesados en una b¨²squeda m¨¢s personal que prestaron su talento a la fotograf¨ªa de moda como Diane Arbus. En los sesenta, tiene lugar una invasi¨®n hist¨®rica representada por el Swinging London. David Bayley, encarnado por David Hemmings en la pel¨ªcula Blow up de Antonioni encabeza la lista de los fot¨®grafos cockney. Otros fot¨®grafos emergentes, en connivencia con los Beatles y los Rolling, como John Cowan, Ronald Traeger o Michael Cooper, expusieron su gusto beat y su rebeld¨ªa generacional acompa?ados de sus musas, Jill Kennington, Twiggy, Jean Shrimpton, Veruschka y Pen¨¦lope Tree. Era otro reflejo di¨¢fano de lo que ped¨ªa la sociedad; j¨®venes al poder. Tampoco hay que olvidar al revolucionario Melvin Sokolsky y el transgresor Bob Richardson, padre del disolvente Terry Richardson.
Eran a?os de revoluci¨®n y los j¨®venes se echaban a la calle; Mayo del 68 ya estaba all¨ª y todo revert¨ªa en las p¨¢ginas de moda que se llenaban de hippies y rebeldes. Anjelica Huston era la adecuada musa del movimiento. Otras ni?as de excelentes familias y esp¨ªritu revolucionario posaban para las sesiones; eran Marisa Berenson, Edie Sedgwick o Talitha Getty, pioneras del estilo high bohemian. Al mismo tiempo en NuevaYork estalla el pop con Warhol y sus supertars, Candy Darling, Ultraviolet, Edie, Donna Jordan, Jane Forth y Nico. Ellos son los causantes de un cambio radical; descartan el aborrecido estilo hippy por un glam que beb¨ªa de las fuentes del Hollywood de los a?os treinta; en ese momento nac¨ªa el revival y el vintage que nos persigue hasta ahora. Fotografiadas por Avedon y Scavullo aparecieron en todas las revistas de moda.
En los a?os setenta, mientras lo americanos se sacud¨ªan al ritmo de la m¨²sica disco, dos fot¨®grafos protagonizaban este alocado movimiento nocturno: Bill King y Chris Von Wangenheim dotaban de ritmo y movimiento a sus fotograf¨ªas. Mientras tanto en Par¨ªs Yves Saint Laurent y Karl Lagerfeld dictaban la moda de un nuevo grupo social, la gauche divine, o los socialistas de caviar y champagne. Nac¨ªa el pr¨ºt-¨¤-porter y sus musas eran Loulou de la Falaise, Marina Schiano, Betty Catroux, Clara Saint y Tad¨¦ Klossowski. Todos luc¨ªan sus modelos en el Club Sept.
Eran nuevamente momentos de liberaci¨®n. Saint-Laurent posaba desnudo para Jean-Loup Sieff anunciando su perfume. Momento de disipaci¨®n, glamour y experimentos con las drogas que desemboca en el lanzamiento del perfume Opium. En ese caldo de cultivo surgen dos fot¨®grafos claves para la historia de la fotograf¨ªa: Helmut Newton y Guy Bourdin. Con ellos se incorpora a la fotograf¨ªa un elemento nuevo, la sexualidad. En el caso de ellos de forma evidente y un tanto perversa y siempre enmarcada en un mundo de lujo y sofisticaci¨®n. Simult¨¢neamente otra tendencia en fotograf¨ªa aparece de la mano de fot¨®grafos que recuperan el romanticismo en sus fotos creando im¨¢genes como David Hamilton, Sarah Moon y Deborah Tuberville; aqu¨ª tuvo su estela en los hermanos Eriguren. Mientras tanto, en Estados Unidos empezaban a destacar los dise?adores americanos coincidiendo con la llegada de los ochenta. Un ejemplo es Calvin Klein, quien, con la ayuda del fot¨®grafo Bruce Weber, idealizaba al hombre americano sublimando la idea del "capit¨¢n del equipo" con una imagen heroica en cierta parte deudora de la est¨¦tica de Leni Riefenstahl.
Nuevamente el arte y la fotograf¨ªa de moda se al¨ªan para el lanzamiento de un calzoncillo. La est¨¦tica de la promiscuidad alcanza su m¨¢ximo exponente en las orgi¨¢sticas im¨¢genes del lanzamiento del perfume Obsesion. Luego, como una venenosa nube, llega el sida y un avance de la derecha y el conservadurismo en Am¨¦rica. Esto se refleja en las campa?as que el mismo Bruce Weber realiza para Ralph Lauren. En ella una aristocracia WASP americana, heredera de los Mayfairs en sus lujosas mansiones en Newport, personifica el sue?o americano.
Paralelamente, otros cambios se estaban produciendo en Europa con la "invasi¨®n japonesa", due?a de una est¨¦tica realmente rompedora. Comme des Gar?ons y Yohji Yamamoto encabezan el movimiento. Comme des Gar?ons utiliza los servicios de Peter Lindbergh creando un nuevo prototipo de belleza femenina. Mientras tanto, Yohji se decanta por una propuesta m¨¢s gr¨¢fica apoy¨¢ndose en el talento de Paolo Roversi y luego en el de Nick Knight. Fueron momentos de oro para la fotograf¨ªa de moda, especialmente porque fue el clima apropiado para que los dise?adores hicieran cat¨¢logos, no tanto para publicitar el producto, sino como apoyo de una est¨¦tica. Es entonces cuando se editan verdaderos libros de arte. Son los de Javier Vallhonrat para Sybilla, Galliano y Martine Sitbon; Peter Lindbergh para Comme des Gar?ons, Armani, y Azzedine Alaia y Nick Knight para Yohji Yamamoto y Jill Sanders.
En Europa la actitud era m¨¢s arty; en cambio, en Estados Unidos apostaban por la working girl. Patrick Demarchelier, Arthur Elgort y Peter Knapp fueron catalizadores de esas im¨¢genes de mujeres con trajes de Armani saliendo de limusinas con portafolios y hablando por tel¨¦fono mientras le¨ªan el Financial Times. Mensaje: la mujer trabajadora puede ir a la moda. Tambi¨¦n cierta opulencia se hizo patente en los medios por influencia de series de televisi¨®n como Dinast¨ªa y Dallas; otra forma hiperest¨¦sica de la power woman.
Los a?os noventa entraron fuerte con el fen¨®meno de los supermodelos: Linda, Christy, Naomi, Claudia, etc¨¦tera. Fue el momento en que en la moda y la fotograf¨ªa inauguraron un novedoso y aut¨¦ntico star system: el dise?ador estrella, la modelo estrella, el fot¨®grafo estrella, el director de arte estrella, la editora estrella. Es un ambiente perfectamente retratado en la pel¨ªcula de Robert Altman Pr¨ºt-¨¤-porter, basado en el relanzamiento de la revista Bazaar y su competencia con Vogue; ahora la lucha por los fot¨®grafos se traduce en contratos millonarios. Para m¨ª un fot¨®grafo que define la d¨¦cada es Steven Meisel, m¨¢s que fot¨®grafo, trend setter, un fot¨®grafo que realmente ama la moda y cuya aportaci¨®n la trasciende. En la historia de la fotograf¨ªa de moda siempre se puede ver y hasta oler una diferencia entre los fot¨®grafos que aman m¨¢s la moda y otros que prefieren la fotograf¨ªa.
Hay un fot¨®grafo que destaca desde mediados de los noventa hasta ahora: es el fot¨®grafo peruano Mario Testino. Tal vez por su origen latinoamericano tiene una fascinaci¨®n por una est¨¦tica que refleja perfectamente el mundo del glamour, la oligarqu¨ªa y la far¨¢ndula. Ya en los noventa, en duro contraste con lo anterior y como reflejo de la moda grunge, la foto de moda, principalmente en Londres, busca lo que ha dado en llamarse el heroin chic, nacido en revistas alternativas como The Face y el I-D . Tiene como cabeza visible a Kate Moss y re¨²ne a j¨®venes estilistas y arist¨®cratas modelos desali?adas como Stella Tennant, Iris Palmer y Karen Elson; sus fot¨®grafos son Jurgen Teller, Corinne Day, Mario Sorrenti y Greg McDean.
El a?o 2000 empieza con br¨ªo y en cierta forma se va delimitando y decantando hacia algo m¨¢s comercial y menos arriesgado; las casas de moda ya pertenecen a grandes trust y grandes compa?¨ªas y ya el di¨¢logo entre dise?adores y fot¨®grafos est¨¢ mediatizado por jefes de marketing; la creatividad se ve menguada y el resultado a¨²n m¨¢s. De cualquier forma, es de destacar en la actualidad la aparici¨®n de las parejas, una nueva f¨®rmula facilitada por el cambio del formato anal¨®gico al digital en la realizaci¨®n de las fotos. Sus exponentes son Mert & Marcus, Inez & Vinoodh y Sofia & Mauro.
En este repaso hist¨®rico se han nombrado a muchos fot¨®grafos, aquellos que me parecen fundamentales en la historia de la fotograf¨ªa de moda. Aun as¨ª faltan otros muchos que tambi¨¦n han influido en esta disciplina en general, y en mi labor en particular. A¨²n queda mucho que decir. Y se dir¨¢.
Juan Gatti (Buenos Aires, 1950) es fot¨®grafo, director de arte y dise?ador gr¨¢fico de amplia trayectoria. Vive en Madrid desde 1980.
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