Todo aplazado
Los Veintisiete no saben todav¨ªa qu¨¦ hacer con el Tratado de Lisboa; pero la ratificaci¨®n prosigue
Resolver en una semana el problema del no irland¨¦s en refer¨¦ndum al Tratado de Lisboa hubiese sido como lograr la cuadratura del c¨ªrculo. Por tanto, poco se pod¨ªa esperar del Consejo Europeo celebrado ayer y anteayer en Bruselas, en el que, por otra parte, los Veintisiete acordaron levantar las sanciones pol¨ªticas a Cuba a iniciativa espa?ola. Los l¨ªderes de la UE simplemente decidieron continuar con el proceso de ratificaci¨®n del tratado (faltan todav¨ªa ocho pa¨ªses por hacerlo, entre ellos Espa?a) y abordar de nuevo el caso dentro de cuatro meses, en la cumbre de octubre bajo presidencia francesa, que con la crisis irlandesa va a quedar muy deslucida. En resumen, todo aplazado, pero con el agravante de que la situaci¨®n es incierta en la Rep¨²blica Checa, a expensas de lo que dictamine su Tribunal Constitucional, y el peligro de que se reabra el debate en el Reino Unido despu¨¦s de que el Supremo haya solicitado al Gobierno de Brown retrasar la ratificaci¨®n hasta que se resuelva un recurso sobre la petici¨®n de un refer¨¦ndum.
En estas circunstancias, el camino para que la minirreforma salga a flote est¨¢ lleno de trampas, porque de poco sirve afirmar que el proceso sigue y que no habr¨¢ ning¨²n "periodo de reflexi¨®n" como el que se produjo en 2005 tras el rechazo de Francia y Holanda al proyecto de Constituci¨®n. Aquel rev¨¦s sumi¨® a la UE en una gran crisis y desemboc¨® en la revisi¨®n de esa frustrada Carta Magna, convertida luego en un modesto y farragoso tratado necesario para reformar las instituciones comunitarias y agilizar la toma de decisiones en un bloque cada vez m¨¢s ingobernable de 27 socios. Quiz¨¢s ahora la crisis no sea de tanto calado, pero refleja los mismos ego¨ªsmos nacionales de siempre y la escasa identificaci¨®n ciudadana con la idea de Europa, acentuada por una etapa con dirigentes europeos de capacidad de liderazgo bastante limitada.
Es absurdo insistir en que el problema es exclusivamente irland¨¦s y que debe ser Dubl¨ªn quien arregle el entuerto. Se trata de un problema general de los Veintisiete, que puede ampliarse si el Parlamento de Praga rechaza el texto, tal como anhela el euroesc¨¦ptico presidente checo, Vaclav Klaus. Si la Rep¨²blica Checa se opone tambi¨¦n al tratado quiz¨¢s entonces ser¨ªa el momento de darlo por muerto. Pero no antes. El no de Irlanda no parece tener m¨¢s salida que la repetici¨®n de la consulta, idealmente antes de las elecciones europeas de junio pr¨®ximo, incluyendo alguna concesi¨®n, como la de conservar su comisario europeo durante una o dos legislaturas.
Lo que ya no tiene remedio es la fecha de entrada en vigor del Tratado de Lisboa: no ser¨¢ el 1 de enero pr¨®ximo, con lo cual ni habr¨¢ presidente de la Uni¨®n, ni superministro de Exteriores, ni servicio diplom¨¢tico europeo por ahora. Persiste, pues, la sensaci¨®n de crisis existencial y funcional que arrastra la UE desde la ampliaci¨®n de 2004 y la conveniencia de abrir el debate sobre una Europa a varias velocidades.
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