Europa ante la inmigraci¨®n
La inmigraci¨®n legal nos aporta beneficios; la ilegal debe frenarse, y la directiva de la UE ofrece m¨¢s garant¨ªas. La integraci¨®n de los inmigrantes no pide m¨¢s burocracia, sino la mejora de los servicios p¨²blicos
Hace ya siete a?os, en estas mismas p¨¢ginas (Espa?a y la inmigraci¨®n, EL PA?S, 28 de septiembre de 2001), en v¨ªsperas de la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, advert¨ªa sobre la oportunidad que entonces se le presentaba a nuestro pa¨ªs para colocar en primer¨ªsimo primer plano de la agenda europea el gran reto de la inmigraci¨®n. Pero si en estos momentos la inmigraci¨®n se presenta como una cuesti¨®n vital y urgente para la UE es porque no hemos sabido ofrecer una respuesta s¨®lida a nivel europeo y ello ha acarreado que muchos millones de ciudadanos de toda Europa contemplen ahora el fen¨®meno migratorio no como lo que debe ser, una oportunidad social y econ¨®mica, sino como un problema.
En los ¨²ltimos seis a?os, el 38% del crecimiento del PIB de Espa?a se puede asignar a la inmigraci¨®n
Los inmigrantes aportan el 7,4% de las cotizaciones a la Seguridad Social y s¨®lo reciben el 0,5% del gasto
En estos d¨ªas se debate sobre la ya famosa directiva de retorno y Francia, que presidir¨¢ la Uni¨®n el pr¨®ximo semestre, ha anunciado como uno de sus grandes objetivos la consecuci¨®n de un Pacto Europeo sobre Inmigraci¨®n que pueda significar un paso adelante en la configuraci¨®n de una pol¨ªtica com¨²n en la materia. Ciertamente, se trata de un objetivo hacia el que caminamos con retraso: en octubre se cumplir¨¢n nueve a?os desde que el Consejo Europeo de Tempere se propuso sentar las bases de una pol¨ªtica europea de inmigraci¨®n, fij¨® como objetivo prioritario construir esa pol¨ªtica y se?al¨® como fecha tope el 1 de mayo de 2004. Previsi¨®n, pues, incumplida.
Las migraciones se han convertido en un signo distintivo de este tiempo. Es cierto que no es un fen¨®meno nuevo: migraciones siempre han existido, a lo largo de la historia. Conviene en este punto no perder la perspectiva: desde el principio de los tiempos el ser humano ha buscado el lugar m¨¢s propicio para desarrollar una vida m¨¢s digna. Guste o no, podr¨ªamos decir que ese fen¨®meno forma parte del ADN de nuestra conducta como seres vivos. Y frente a una opini¨®n que parece muy extendida, hay que se?alar que, en t¨¦rminos globales, no ha existido un considerable aumento de los flujos migratorios en los ¨²ltimos tiempos. Seg¨²n datos de Naciones Unidas, la variaci¨®n del volumen mundial de emigrantes entre 1960 y 2005 ha sido s¨®lo de una d¨¦cima, del 2,4 al 2,5 %; una d¨¦cima en 45 a?os.
As¨ª que la novedad m¨¢s significativa que se puede apreciar es la nueva pauta de esa migraci¨®n, que hoy se dirige de forma abrumadoramente mayoritaria hacia los pa¨ªses desarrollados. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, Europa se ha convertido en receptora de inmigraci¨®n desordenada, y en muchos casos clandestina y ¨¦se es el gran cambio que se ha producido. ?Qu¨¦ mejor ejemplo que el propio de Espa?a?
Lo cierto es que, junto a fen¨®menos como el cambio clim¨¢tico, la globalizaci¨®n de las finanzas, la seguridad internacional o el aumento de los intercambios comerciales, los movimientos migratorios se han convertido en una de las grandes cuestiones de este inicio del siglo XXI. El desaf¨ªo es grande y debe ser afrontado con decisi¨®n y con todos los recursos disponibles. Europa unida debe trabajar sin descanso por disfrutar de los beneficios que, sin duda, aporta una inmigraci¨®n legal y ordenada y, a la vez, debe poner el mismo empe?o en frenar la inmigraci¨®n ilegal y desordenada, que tiene consecuencias sociales, econ¨®micas, pol¨ªticas y humanas indeseadas.
Mi convicci¨®n es que las migraciones constituyen un factor de un alcance inequ¨ªvocamente positivo en t¨¦rminos de creaci¨®n de riqueza y de convivencia en espacios p¨²blicos cada vez m¨¢s diversos. Pero no por ello su gobernabilidad deja de resultar imprescindible para evitar la aparici¨®n de tensiones o conflictos sociales aparejados a procesos de cambio tan intensos.
Lo importante es que la UE ha asumido que las llegadas clandestinas de miles de personas procedentes fundamentalmente del continente africano no constituyen un problema que afecte tan s¨®lo a los pa¨ªses que, como Espa?a, los reciben directamente por ser frontera sur del continente, sino que representan un desaf¨ªo com¨²n que habr¨¢ de ser abordado conjuntamente.
No obstante, el impulso para la articulaci¨®n de una pol¨ªtica com¨²n por parte de la UE ha sido hasta ahora insuficiente y ha ido muchas veces del ronzal de los acontecimientos, en ocasiones indeseados. Por eso debemos apoyar la propuesta de un Pacto Europeo sobre Inmigraci¨®n, que incluya aspectos tales como el control de fronteras, la regulaci¨®n del acceso y la permanencia de ciudadanos extranjeros en suelo comunitario, la articulaci¨®n de pol¨ªticas migratorias conjuntas en materias como la lucha contra el empleo irregular o los desarrollos en ¨¢mbitos como la integraci¨®n y el retorno.
En esa direcci¨®n, la directiva de retorno recientemente discutida en el Parlamento Europeo supone un paso importante en el camino hacia la armonizaci¨®n de las legislaciones nacionales y, en contra de algunas interpretaciones, ofrece m¨¢s garant¨ªas, mirando a la Uni¨®n en su conjunto, a los ciudadanos extranjeros. Y, desde luego, algo que debemos tener presente es que cualquier pol¨ªtica de retorno debe contemplar todas las garant¨ªas jur¨ªdicas y el respeto escrupuloso de los derechos humanos de todos los afectados por estas decisiones. Por cierto, conviene recordar tambi¨¦n que, para que haya retornos, debe haber pa¨ªses de origen dispuestos a recibir a los retornados, y para ello son imprescindibles acuerdos con esos pa¨ªses, tal y como viene haciendo Espa?a en los ¨²ltimos a?os.
Lo m¨¢s razonable es ligar la entrada de inmigrantes al contrato de trabajo, orden¨¢ndola en funci¨®n de las expectativas de nuestro mercado de trabajo. Para ello hay que potenciar la contrataci¨®n en origen, una pr¨¢ctica en la que en Andaluc¨ªa vamos teniendo una positiva experiencia.
Integraci¨®n significa tambi¨¦n igualdad de los inmigrantes en el acceso a los servicios p¨²blicos. Creo que no debemos olvidar que, en los ¨²ltimos seis a?os, nada menos que el 38% del crecimiento del PIB de Espa?a se puede asignar a la inmigraci¨®n. Y, como se recog¨ªa en EL PA?S hace s¨®lo unos d¨ªas, los inmigrantes aportan el 7,4% de las cotizaciones a la Seguridad Social y reciben s¨®lo el 0,5% del gasto en pensiones. Contribuyen, pues, al Estado de bienestar y deben beneficiarse de sus prestaciones en pie de igualdad.
Al igual que no existen derechos especiales de los inmigrantes, no deben existir obligaciones especiales ni grav¨¢menes exclusivos para ellos. La referencia para cualquier persona que viva en Espa?a o, en general, en Europa es el cumplimiento de la ley. ?ste es el requisito ¨²nico e imprescindible. Por eso, frente a quimeras como el "contrato de integraci¨®n" propuesto por el PP (?alguien se imagina a los funcionarios del Estado buscando a varios millones de inmigrantes para hacerles firmar un papel?), estoy convencido de que uno de los elementos fundamentales de una buena pol¨ªtica de integraci¨®n es el reforzamiento de los servicios p¨²blicos en las zonas de mayor presencia inmigrante. Y ello porque pa¨ªses como los nuestros deben ser capaces de hacer crecer sus servicios p¨²blicos para dar cobertura a sus propios nacionales y a quienes residen en ¨¦l. Sin competencia, sin discriminaci¨®n, sin exclusi¨®n.
A veces, la inmigraci¨®n nos muestra nuestras debilidades en materia social en determinadas zonas de nuestros territorios. La respuesta que permite la convivencia y el progreso no es excluir a los inmigrantes de los servicios, ni ponerlos en el punto de mira como un factor de deterioro de los mismos, sino incrementarlos y ponerlos al nivel de la sociedad que tenemos.
Por otra parte, existe una coincidencia generalizada en cifrar la desigualdad entre ¨¢reas del planeta como la causa fundamental de las migraciones. Mientras el mundo avanzado, a pesar de las dificultades econ¨®micas que estamos atravesando en estos momentos, crece y se desarrolla, otras ¨¢reas se mantienen por debajo de los est¨¢ndares m¨ªnimos de calidad de vida. A la vista de esta situaci¨®n, es ya un imperativo ¨¦tico, y una necesidad social de primera magnitud, que la UE ponga en marcha iniciativas comunes que superen perspectivas coyunturales y contribuyan a sentar las bases del desarrollo de ?frica, en el que los pa¨ªses europeos, como antiguas potencias coloniales, tenemos mucha responsabilidad y debi¨¦ramos tener mucho inter¨¦s, por nuestro propio bien.
Apostar por el desarrollo econ¨®mico de los pa¨ªses africanos contribuir¨¢ a secar las ra¨ªces de la pobreza y de la inmigraci¨®n ilegal y desesperada. Y, nunca perdamos esto de vista, del fundamentalismo, la violencia y las guerras.
Manuel Chaves Gonz¨¢lez, presidente de la Junta de Andaluc¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.