Aqu¨ª manda san Rosendo
Pontedeume, el monasterio de Caaveiro y las fragas del r¨ªo Eume
Desde Pontedeume, pueblecito coru?¨¦s de casco medieval y hechizo marinero irresistibles, todos los caminos conducen a las fragas. Caramba, quiz¨¢ se nos haya ido la mano con el lirismo, as¨ª que contaremos toda la verdad. Pontedeume tambi¨¦n es punto de partida para conocer Perbes, el radiante enclave de la r¨ªa de Ares que escogi¨® Fraga Iribarne para sus veraneos; o Redes, el municipio aquel en el que las casas tienen, literalmente, salida directa al mar.
Pero si uno enfila tanto la comarcal hacia As Pontes de Garc¨ªa Rodr¨ªguez como la carreterita de Monfero descubrir¨¢, imponente, el encanto de las estribaciones postreras del r¨ªo Eume, un vergel lo bastante frondoso como para que, ?eureka!, nuestro m¨®vil se quede sin cobertura al primer recodo. Desconecte sin miedo, amigo paseante: el espect¨¢culo que le espera bien merece todas las atenciones.
Fraga (el sustantivo; prometido que ya no volvemos a mentarlo) es el t¨¦rmino gallego para definir al bosque, y este del Eume cumple con los m¨¢s cualificados requisitos. Carvallos, casta?os, pinos, sauces y abedules compiten en esbeltez y exuberancia a lo ancho de las 9.125 hect¨¢reas de parque, una superficie que el cronista cl¨¢sico glosar¨ªa como "equivalente a 9.000 veces el estadio de Riazor".
Distinguido afluente
Y en el epicentro de semejante foresta, a lo alto de un repecho desde el que intuimos el murmullo del Eume abrazando a su m¨¢s distinguido afluente, el Ses¨ªn, se yergue el inopinado monasterio de Caaveiro. Este asentamiento cisterciense, aun llevando casi un par de siglos deshabitado, conserva todav¨ªa esa fascinaci¨®n legendaria en torno a un rinc¨®n que debi¨® de ser no ya ignoto, sino poco menos que inaccesible.
Cuentan los mayores de la comarca que Caaveiro fue cosa, all¨¢ por el siglo IX (y eso est¨¢ confirmado), del bueno de san Rosendo (esto otro, ya no tanto). En cierta ocasi¨®n, nuestro prohombre le reproch¨® al Creador la climatolog¨ªa de la zona (esto, en cambio, suena muy veros¨ªmil) con un sonoro "?Qu¨¦ d¨ªa tan malo!". Atormentado por haberle enmendado la plana a las m¨¢s altas instancias celestiales, arroj¨® al r¨ªo su anillo de poder, que no aparecer¨ªa hasta siete a?os m¨¢s tarde en la barriga de una trucha.
Hoy ya casi nadie conf¨ªa en recuperar ninguna joya medieval a golpe de ca?a y carrete, pero los pescadores son legi¨®n por estas orillas del Eume. Y no s¨®lo pican las truchas, sino tambi¨¦n, en n¨²mero incluso m¨¢s generoso, las llamadas bogas de r¨ªo, que luego est¨¢n bastante ricas, por cierto, aunque les sobran espinas.
Este camino, el que sigue el curso del Eume, es el m¨¢s habitual y frecuentado. S¨®lo once a?os atr¨¢s, cuando el lugar a¨²n no gozaba de protecci¨®n como parque natural, los automovilistas se internaban por el bosque alardeando de cilindrada y, por extensi¨®n, de su propia molicie. El acceso para los coches ahora est¨¢ bastante m¨¢s restringido, pero, en cualquier caso, preferir el volante al caminito de San Fernando (unas veces a pie, otras andando) siempre tiene bastante delito. Sobre todo porque el paseo es del todo llano, dispone de ¨¢reas de descanso a cada rato y ofrece un entretenimiento adicional con sus puentes colgantes (y francamente ondulantes) sobre el r¨ªo. Abst¨¦nganse de cruzarlos ni?os, abuelos y pacientes con v¨¦rtigo que carezcan de la pertinente autorizaci¨®n m¨¦dica.
Una vez familiarizados con el camino principal, estaremos en disposici¨®n de graduarnos en senderismo con una aventura mucho m¨¢s incierta. Si queremos alcanzar Caaveiro desde la franja norte del parque, hemos de dirigirnos a la parroquia de As Neves, deshacernos del coche en un determinado punto de la cuneta (consulte con alg¨²n lugare?o, porque la se?alizaci¨®n es indescifrable) y afrontar un escarpado descenso de unos seis kil¨®metros.
Una bolla de nata
Pertr¨¦chese de buen calzado y ande con cuidado, que entre la hojarasca y el desnivel no ser¨ªa el primero en abandonar el parque con un esguince de tobillo como inesperado souvenir. Pero la bajada resulta espectacular, y durante la subida eliminar¨¢ las suficientes toxinas como para permitirse luego alguna licencia glotona en Pontedeume. Una buena porci¨®n de bolla de nata, pongamos por caso.
Quedan m¨¢s recovecos por inspeccionar, sin duda. Ac¨¦rquese por el embalse y la central hidroel¨¦ctrica, que en el momento de su construcci¨®n, all¨¢ por 1960, debieron de ser toda una virguer¨ªa de los ingenieros y a¨²n hoy impresionan por la magnitud de su gran panza de hormig¨®n. Inspeccione el otro monasterio abandonado de la comarca, el de Monfero, con esas dependencias fantasmag¨®ricas y medio derruidas en las que alg¨²n productor avispado, un buen d¨ªa, terminar¨¢ programando teatro o m¨²sica al aire libre. Y merodee -encomend¨¢ndose, una vez m¨¢s, a las amables indicaciones del paisanaje- por los pe?ascos de Os Cerqueiros, con sus miradores deliciosos. Cuando haya concluido la excursi¨®n, maldecir¨¢ su m¨®vil por haber recobrado las enojosas rayitas de la cobertura.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar Siempre desde Pontedeume, en la carretera de Ferrol (por la N-651 o la AP-9). El camino principal sale de la carretera LC-151, a mano izquierda desde la aldea de Esteiro. A la entrada norte se accede por la carretera de As Pontes (AC-141), desvi¨¢ndose en As Neves a mano derecha.
Dormir
- Hotel Fraga do Eume (981 49 24 06; www.hotelfragadoeume.com), en el municipio de A Capela. El lugar con m¨¢s encanto para alojarse. Tiene tres estrellas. La habitaci¨®n doble, 117 euros en temporada baja y 135 euros en temporada alta.
- Hotel Eumesa (981 43 09 01), en Pontedeume. Algo m¨¢s econ¨®mico, pero muy avejentado. La habitaci¨®n doble con desayuno, entre 60 y 90 euros, seg¨²n temporada.Comer
- Cantina R¨ªo Cov¨¦s (981 43 40 57). En Esteiro. Unos 25 euros. Espectaculares el pat¨¦ casero o la costrada, una especie de empanada gigantesca.
- Cantina de O Franc¨¦s (981 79 38 43), junto a Monfero. Alrededor de 25 euros.
Informaci¨®n:
- www.eumeturismo.org.
- www.eumevisual.negreira.net.
- www.turgalicia.es.
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