?Oportunidad perdida?
Parece que el debate sobre el modelo territorial ha entrado en el territorio de la pol¨ªtica. El gobierno valenciano acaba de proponer un debate sobre el Modelo Territorial que merece atenci¨®n. Somos muchos los que desde hace a?os venimos reclamando un debate colectivo capaz de construir un amplio consenso b¨¢sico sobre el modelo territorial y de apostar por una concepci¨®n estrat¨¦gica basada en los principios de una nueva cultura de buen gobierno del territorio inspirada en las orientaciones de la Estrategia Territorial Europea.
Con iniciativas de este tipo caben dos posibilidades: que queden reducidas a un mero anuncio sin trascendencia real, al igual que otros muchos anuncios anteriores de planes que no fueron m¨¢s que meras operaciones de marketing pol¨ªtico. A la vista de la experiencia pasada, el riesgo de que tal cosa ocurra no es descartable. Pero tambi¨¦n puede ser una oportunidad para iniciar un proceso de participaci¨®n, de compromiso y de consenso pol¨ªtico, institucional y social de todos los actores implicados y concernidos en torno a un reto colectivo tan ambicioso como ineludible: pensar juntos acerca de qu¨¦ modelo de Comunidad queremos para dentro de veinte a?os y qu¨¦ debemos hacer para ayudar a construir un escenario deseable que, en lo b¨¢sico, debiera ser consensuado. Se tratar¨ªa por tanto de impulsar, como en otras regiones europeas que ya lo han decidido, una nueva etapa de pol¨ªticas p¨²blicas que afectar¨ªan tanto a modelo, contenidos y prioridades como a la forma y estilo de buen gobierno del territorio.
Se tratar¨ªa de impulsar una nueva etapa de pol¨ªticas p¨²blicas
Yo considero que esta iniciativa debe considerarse como una oportunidad. El Modelo Territorial es el mejor instrumento integrador de la escala regional porque le confiere mucha coherencia y es un buen instrumento de cooperaci¨®n interregional. Su punto fuerte radica en el propio m¨¦todo de elaboraci¨®n, discusi¨®n y aprobaci¨®n consensuada de escenarios deseables de medio plazo, primero por una amplia red de actores sociales presentes en el territorio y finalmente por los representantes democr¨¢ticos de los gobiernos locales y del parlamento regional. De otra parte, planes de protecci¨®n como el de la huerta de Valencia son, a otra escala, elementos imprescindibles para ir dando coherencia territorial a pol¨ªticas sectoriales y a planes municipales de ordenaci¨®n urbana, para incorporar valores y visiones de la nueva cultura del territorio y del paisaje y, sobre todo, para garantizar la preservaci¨®n de uno de los paisajes culturales m¨¢s importantes de la cuenca del Mediterr¨¢neo. En este caso tal vez sea la ¨²ltima oportunidad para poder hacerlo.
Dec¨ªa al principio que ahora estas iniciativas est¨¢n en el territorio de la pol¨ªtica. Se trata de una decisi¨®n pol¨ªtica que exige amplitud de miras, generosidad, voluntad de construir consensos y liderazgo pol¨ªtico para consolidar nuevas formas de gobernanza territorial. Ello exige una cultura, actitudes y estilos pol¨ªticos distintos a los que tradicionalmente se exhiben. Desde el gobierno y desde la oposici¨®n. Desde la pol¨ªtica institucional y desde otras esferas. Sin prejuicios y sin descalificaciones. Con voluntad de di¨¢logo y actitud proactiva y propositiva. Tiempo habr¨¢ para la cr¨ªtica en caso de que estas iniciativas que propone el gobierno, y que solamente pueden prosperar si se impulsan desde el gobierno, persiguieran objetivos m¨¢s coyunturales relacionados con el corto plazo y con el ciclo pol¨ªtico. Esta reflexi¨®n es especialmente pertinente en el caso de la izquierda pol¨ªtica y cultural. Lo dec¨ªa Daniel Innerarity en estas mismas p¨¢ginas cuando animaba a la izquierda a salir del pesimismo. Coincido plenamente con aquel punto de vista y reitero la necesidad de di¨¢logos imprescindibles. Algunos argumentos descalificadores que ahora escucho sobre estas propuestas y que ya cierran el paso a cualquier intento de consenso sobre el Modelo Territorial recuerdan a los que se esgrim¨ªan cuando facilit¨¦ un consenso en torno a la lengua. Entonces fui censurado por ello. Sin embargo, el tiempo no les ha dado la raz¨®n.
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