A estas alturas, pocas bromas
Algunos amables lectores y algunos amigos que siguen mis reflexiones quincenales en EL PA?S / NEGOCIOS me han recriminado, afectuosamente pero un tanto sorprendidos, que mis an¨¢lisis sobre la situaci¨®n econ¨®mica general, y en particular de la espa?ola, son excesivamente pesimistas.
Pido disculpas por ello. Entre otras cosas porque suelo ser de natural optimista y propenso a ver la botella medio llena aunque est¨¦ casi vac¨ªa, como es el caso. Pero creo, sinceramente, que no es tiempo de eufemismos. Y ya vale de "desaleceraciones aceleradas", de "ajustes abruptos" o de "dificultades objetivas".
Hablemos claro: estamos ante una aut¨¦ntica crisis econ¨®mica de alcance todav¨ªa dif¨ªcilmente cuantificable, pero, sin duda, indiscutible. Esto es lo que hay, y, como se dice en madrile?o castizo, se acab¨® la presente historia.
El Gobierno debe decir a los ciudadanos cu¨¢l es la situaci¨®n real. Y que tiene una hoja de ruta
Y el Gobierno, a rastras, no va a tener m¨¢s remedio que reconocerlo. Y, como todos nos jugamos mucho, debemos ayudarle. Aunque, a corto plazo, esto pase por decirle que deje de negar la realidad. Pocas bromas a estas alturas de la pel¨ªcula.
Y, a lo mejor, es bueno recordar lo que los Gobiernos pueden y no pueden hacer.
Es evidente que el margen de maniobra para la pol¨ªtica econ¨®mica se ha reducido enormemente. Especialmente, desde nuestra incorporaci¨®n a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria Europea y, por consiguiente, a la moneda ¨²nica, al euro.
Hemos perdido toda capacidad para, desde el Gobierno, utilizar la pol¨ªtica monetaria para controlar los tipos de inter¨¦s, la oferta de dinero, y, por lo tanto, la tasa de inflaci¨®n. Por supuesto, nada podemos hacer, desde Espa?a (m¨¢s all¨¢ de imprudentes comentarios como el reciente del presidente Rodr¨ªguez Zapatero, sobre las pol¨ªticas del Banco Central Europeo, nada respetuosos con la independencia -sagrada constitucionalmente, desde Maastricht- del mismo). Dejemos que el BCE haga su trabajo. Y hasta ahora lo est¨¢ haciendo razonablemente bien.
Tampoco nos queda mucho margen en t¨¦rminos de pol¨ªtica fiscal y presupuestaria. El Pacto de Estabilidad est¨¢ ah¨ª. Y que dure. Y eso significa que los m¨¢rgenes deben venir no de incurrir de nuevo en d¨¦ficit presupuestario, sino en contenci¨®n seria del gasto p¨²blico -evitando efectos nefastos en t¨¦rminos del ya casi olvidado crowding out [expulsi¨®n]- y en medidas desde el lado de los ingresos y, como es intuible, desde el lado de los impuestos.
En las Jornadas del C¨ªrculo de Econom¨ªa, en Barcelona, celebrando su 50? aniversario, tuve la ocasi¨®n de preguntarle a Rodrigo Rato, m¨¢ximo responsable de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola durante ocho a?os de ¨¦xito, sobre qu¨¦ deber¨ªa hacerse en la actual y dif¨ªcil coyuntura. Y contest¨®, diplom¨¢tica, pero claramente, que los m¨¢rgenes de maniobra son los que son. Y que no debemos pedirle a los Gobiernos que hagan lo que ya no pueden, ni deben, hacer. Y estoy radicalmente de acuerdo.
Pero dijo tambi¨¦n que, en este contexto, s¨®lo queda espacio para las reformas estructurales. Tambi¨¦n, como todo el mundo, de acuerdo. F¨¢cil de decir y muy dif¨ªcil de hacer.
Partamos, pues, de una constataci¨®n para poder, de verdad, avanzar.
Ya no volver¨¢, al menos en un horizonte previsible, un escenario basado en una oferta pr¨¢cticamente ilimitada de recursos financieros a coste real negativo. Esto se ha terminado. Y los genios empresariales basados en estos par¨¢metros morder¨¢n -ya lo est¨¢n mordiendo- el polvo. Y el Gobierno tambi¨¦n. Tampoco regresaremos a un escenario de costes energ¨¦ticos y de materias primas baratos. Esto va a seguir por mucho tiempo y debemos adaptarnos cuanto antes mejor. Vienen tiempos de precios altos del dinero, de la energ¨ªa y de las materias primas. Y eso obliga a reajustar de manera clara y evidente la combinaci¨®n de factores productivos para seguir siendo competitivos en los mercados globales.
Y la pregunta, a partir de ah¨ª, puede parecer elemental: si los m¨¢rgenes son tan escasos, ?qu¨¦ podemos pedirle a los Gobiernos?
A largo plazo, me parece evidente que le pidamos pol¨ªticas, desde hoy, con efectos a a?os vista. Me refiero a pol¨ªticas de fomento de la innovaci¨®n, de la investigaci¨®n y el desarrollo tecnol¨®gico. Tambi¨¦n, sin duda, debe proseguir el esfuerzo en la dotaci¨®n de infraestructuras, que act¨²a tanto sobre la oferta como sobre la demanda. Y, luego, algo que nuestro pa¨ªs necesita como el aire que respiramos: una educaci¨®n orientada a fortalecer nuestra competitividad, sin que est¨¦ sometida, como lamentablemente as¨ª ha sido hasta ahora, a los vaivenes pol¨ªticos. No creo que sobre estos temas quepa gran discrepancia. Eso s¨ª: hay que hacerlo. Desde ya.
Pero adem¨¢s, hay que actuar a corto plazo. Y algo se puede hacer.
En el ¨¢mbito fiscal y tributario, suprimiendo no s¨®lo el impuesto sobre el patrimonio (buena medida que el PP no fue capaz de realizar), sino el de sucesiones y donaciones (que las autonom¨ªas gobernadas por el PP s¨ª est¨¢n suprimiendo). Tambi¨¦n cabe rebajar el impuesto de sociedades y modificar la tributaci¨®n sobre los movimientos de capital (algo que se hizo, con gran eficacia, por cierto, en 1996, si hablamos del trato fiscal sobre las plusval¨ªas).
Asimismo queda margen para, a trav¨¦s del di¨¢logo social, reformar el mercado de trabajo, incidiendo tanto en la rigidez salarial como en la de los despidos, compatibiliz¨¢ndolo con la seguridad y la formaci¨®n en el puesto de trabajo. Y ah¨ª el nuevo ministro, que apunta buenas maneras y razonables ideas, merece un margen de confianza, particularmente a la hora de afrontar el fen¨®meno de la inmigraci¨®n. Pero de eso ya hablaremos otro d¨ªa.
Queda un ¨²ltimo comentario: hay algo que un Gobierno de un pa¨ªs de la Uni¨®n Monetaria puede y debe hacer, m¨¢s all¨¢ de lo dicho.
LIDERAR. Transmitir veracidad y confianza. M¨¢s all¨¢, pues, de medidas concretas. Decirle a los ciudadanos cu¨¢l es la situaci¨®n real, qu¨¦ se puede o no se puede hacer. Pero que se tiene una hoja de ruta. Sin enga?arles. Sin eufemismos. Pocas bromas, pues.
Josep Piqu¨¦ es economista y ex ministro.
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