Valentine Vester, propietaria del American Colony
Su hotel era un rinc¨®n neutral en Jerusal¨¦n, una atalaya de la historia
Valentine Vester (Alverstoke, Reino Unido, 1912) ha sido testigo privilegiado de d¨¦cadas de la trepidante historia de Jerusal¨¦n desde una atalaya sin par, el hotel American Colony, propiedad de su familia. All¨ª viv¨ªa -bajaba al comedor a diario hasta hace un a?o, cuando le fall¨® la salud- y all¨ª muri¨® hace dos domingos a los 96 a?os. Con su marido, Horatio, nieto de los fundadores del Colony, lleg¨® a la Ciudad Santa en 1963 para dirigir un hotelito que convirtieron en el m¨¢s elegante y entra?able de Jerusal¨¦n. Y de los m¨¢s lujosos. "Nunca me plante¨¦ crear un hotel de lujo. S¨®lo uno de verdad", declar¨® la se?ora Vester, de soltera Richmond, a The New York Times hace tres a?os.
Pariente de la arque¨®loga Gertrude Bell, que contribuy¨® a la fundaci¨®n de Irak, y de un diplom¨¢tico brit¨¢nico que trabaj¨® en asuntos ¨¢rabes, la se?ora Vester confesaba entonces que recibi¨® "una educaci¨®n propalestina". Pero siempre se esforz¨® para que el Colony "fuera un lugar neutral". Tarea que requiere inmensas dosis de diplomacia en esta ciudad que en realidad son dos ciudades que se dan la espalda. Su coqueto patio, plagado de flores que mimaba personalmente, y su excelente bar son hace a?os de los poqu¨ªsimos lugares de la ciudad donde israel¨ªes jud¨ªos y palestinos se sientan relajados en mesas contiguas, sin recelar del vecino.
Este antiguo palacete de un pach¨¢, a dos pasos de la avenida que ejerce de frontera invisible, fue fundado como albergue de peregrinos en 1881. Ha estado bajo dominio otomano, brit¨¢nico, jordano y, desde 1967, bajo la ocupaci¨®n israel¨ª. A menudo sinti¨® verg¨¹enza ante sus empleados, la mayor¨ªa palestinos, como cuando, en la primera guerra del Golfo, Israel decidi¨® facilitar m¨¢scaras de gas s¨®lo a la clientela. Se invent¨® un pu?ado de hu¨¦spedes para dar una a cada trabajador.
Tony Blair, enviado del Cuarteto para Oriente Pr¨®ximo, es el ¨²ltimo nombre ilustre en una clientela que abruma: Lawrence de Arabia, Richard Dreyfuss, Mijail Gorbachov... Es el preferido de diplom¨¢ticos y periodistas. Y la habitaci¨®n 16 fue escenario de varios cap¨ªtulos de las casi eternas negociaciones secretas entre israel¨ªes y palestinos.
Como casi todos los vecinos de Jerusal¨¦n, Vester era muy esc¨¦ptica respecto al futuro. "La paz tardar¨¢ mucho, mucho tiempo. No creo que yo lo vea y usted quiz¨¢ tampoco", le dijo a Steven Erlanger, el corresponsal del diario neoyorquino. Fue enterrada en el monte Scopus, junto a su marido.
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