Que funcionen las instituciones
Qu¨¦ es lo que hace fuerte a una naci¨®n? Esta pregunta encierra otras dos. Primero, qu¨¦ es una naci¨®n fuerte. Segundo, qu¨¦ es una naci¨®n.
Varias bibliotecas resultar¨ªan insuficientes para almacenar los textos que intentan dar respuesta a estas preguntas. Glosarlas en un folio parecer¨ªa labor arriesgada. Y resumirlas en una palabra, imposible. Pero podemos probar con tan s¨®lo dos s¨ªlabas: Chile. Veamos por qu¨¦.
Ante todo: Chile es una naci¨®n fuerte porque sus instituciones son fuertes. As¨ª es Chile: una justicia independiente y firme; una Administraci¨®n del Estado eficaz y respetuosa; un Parlamento s¨®lido, sobre todo. De que las leyes sean buenas (y por ello se cumplan) o malas (y entonces se cumplan menos, o nada) depende todo lo dem¨¢s, desde la protecci¨®n del medio natural a las normas procesales, desde la seguridad del Estado hasta el funcionamiento de la econom¨ªa. Depende, en suma, de que se pueda hablar o no de un Estado de derecho. Y, por lo tanto, que se perciba un proyecto nacional atractivo. Una naci¨®n fuerte.
El edificio de Chile no est¨¢ en crisis. Esa naci¨®n s¨®lo necesita un nuevo andamiaje
Pues bien: el Parlamento de Chile no es, como en otras latitudes, una s¨ªntesis de excrecencia del poder ejecutivo y de escenario donde se teatralizan debates con m¨¢s ruido que nueces, sino un aut¨¦ntico poder legislativo que cumple su funci¨®n. All¨ª las leyes no las hacen ni los lobbies, ni las organizaciones de presi¨®n, ni los llamados "t¨¦cnicos independientes" a sueldo de partidos o gobiernos, sino legisladores que representan a sus electorados y responden ante ellos, legisladores que en su trabajo no s¨®lo cuentan con suficientes medios materiales y de personal, sino con capacidad real de intervenir en la labor parlamentaria. Aquello es un Parlamento de verdad.
Instituciones fuertes. Imperio de la ley y seguridad jur¨ªdica. Lo que hace fuerte a una naci¨®n es, ante todo, que su armaz¨®n institucional sea s¨®lido y est¨¦ bien concebido. Pero esto, ?c¨®mo se logra? Mencionemos aqu¨ª tres factores que en Chile han sido decisivos. Primero, la unidad territorial. Chile, pese a su alargada geograf¨ªa, es una naci¨®n sin grandes tensiones territoriales. All¨ª son conscientes del viejo axioma pol¨ªtico: si el proyecto nacional es atractivo, las fuerzas centr¨ªfugas pierden su sentido. Es decir: si punto por punto de su ordenamiento jur¨ªdico y viga por viga del armaz¨®n institucional el Estado de derecho resplandece para el orgullo de la naci¨®n, ¨¦sta no se debilita y nadie quiere separarse.
Segundo factor: sus ¨¦lites. Dime, naci¨®n, c¨®mo son tus ¨¦lites, si creen o no en ti o si s¨®lo les interesa el dinero y te dir¨¦ qui¨¦n eres y cu¨¢l es tu futuro. Los grupos dirigentes chilenos han cre¨ªdo en su naci¨®n y han trabajado para consolidar el tercer factor del ¨¦xito: las alianzas pol¨ªticas. Que son dos: la Concertaci¨®n (izquierda y democracia cristiana) y la Alianza (centro y derecha).
La Concertaci¨®n gobierna desde el inicio de la transici¨®n en 1990, y en esos 17 a?os ejemplares esta gran coalici¨®n ha logrado mejor que ning¨²n otro Gobierno de Am¨¦rica avances tangibles en la lucha contra la pobreza. A su frente se han turnado dos figuras de la democracia cristiana (Frei y Aylwin) y dos socialistas (Lagos y Bachelet). Precisamente de Ricardo Lagos es el lema que da t¨ªtulo a estas l¨ªneas. "Dejemos que funcionen las instituciones", sol¨ªa decir ante situaciones en las que el papel presidencial era ¨¦se: recordarlo.
Ahora bien, las grandes coaliciones no pueden ser eternas, porque entonces se convierten en reg¨ªmenes. Se forjan para consolidar reformas institucionales o constitucionales (v¨¦ase la que ahora gobierna en Alemania) m¨¢s o menos amplias. Por seguir con el s¨ªmil arquitect¨®nico: son el andamiaje que recubre la obra mientras se construye (?o se renueva?) el edificio. Una vez logrado el objetivo, que es fortalecer la naci¨®n, los andamios deben retirarse. Eso parece que ahora suceder¨¢ en Chile. Casi 18 a?os despu¨¦s, las tensiones internas en la Concertaci¨®n parecen anunciar el final de ¨¦sta.
Por otro lado, en los ¨²ltimos tres a?os han surgido esc¨¢ndalos inimaginables hace 10: caos del transporte p¨²blico en Santiago, protestas de los estudiantes... A la vez, y con gran eco en la prensa chilena, publicaciones como The New York Times o The Economist parecen ahora empe?adas en demostrar que las instituciones ya no sirven. Pero eso no es as¨ª. Chile superar¨¢ esas dificultades, y en lo que se equivocan los comentarios de estos medios anglosajones no es en se?alar esas tensiones, que las hay, y muy fuertes, sino en el enfoque del lugar donde se producen. Que no es en la estructura del edificio, sino en el andamiaje. Que no es en el armaz¨®n de sus instituciones, sino en la Concertaci¨®n. Todo indica que se est¨¢ preparando el ¨¦xito una nueva coalici¨®n, apoyada por excelentes bases y cuadros en la sociedad chilena. Pero eso no es lo esencial. Lo esencial es que las instituciones seguir¨¢n funcionando. Y que Chile, para orgullo de los chilenos, seguir¨¢ siendo lo que es: una naci¨®n fuerte.
Luis Fraga es senador del PP por Cuenca.
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