"Una nariz roja no me convierte en payaso"
Gomaespuma llevaba 20 a?os de emisi¨®n radiof¨®nica. Dos partes de humor por cada chorro de amarga actualidad: un c¨®ctel tan efectivo como el pisco sour que Guillermo Fesser no deja calentarse sobre la mesa. Hasta que un d¨ªa Fesser se sinti¨® cansado de madrugar para plantarse frente al micr¨®fono sin gui¨®n pero con un noticiario amueblado dentro de la cabeza. Meti¨® sus apuntes de cine en una maleta y se retir¨® al pueblo de su mujer a escribir un gui¨®n. Con la peculiaridad de que su mujer, Sarah, en lugar de venir de un pueblo de Zamora, hab¨ªa nacido en Rhinebeck, Nueva York.
Luego Fesser volvi¨® a la radio, despu¨¦s se volvi¨® a ir. Le gusta cambiar. De pa¨ªs o de trabajo; tambi¨¦n de sabores, por eso le gusta La Gorda, un restaurante peruano de Madrid. "Que ya es hora de que llegue aire nuevo a esta ciudad, macho", explica por tel¨¦fono a la hora de concertar la cita. En La Gorda conocen su apetito por lo nuevo. Y su sentido del humor: "?Tu mujer d¨®nde sigue: esclavizada en la cocina?", pregunta al due?o nada m¨¢s entrar.
El periodista que meti¨® el humor en las noticias alterna Gomaespuma con el cine y los libros
El resultado del retiro de 2002 fue el gui¨®n de C¨¢ndida, la primera pel¨ªcula dirigida por el periodista. Y en Rhinebeck, Fesser tambi¨¦n descubri¨® un mundo de personajes tan peculiares como los creados por Gomaespuma: chamanes, ancianas adictas al coche... Los encerr¨® a todos en A cien millas de Manhattan, unas memorias que publica Aguilar.
"La informaci¨®n que manejamos aqu¨ª sobre Estados Unidos es correcta pero incompleta", discurre. "Es el Imperio, pero tambi¨¦n son creativos, amables y con un estupendo sentido del humor". Fesser dice que los prejuicios sobre EE UU le molestan tanto como cualquier prejuicio. ?l estudi¨® all¨ª cine despu¨¦s de hacer periodismo en Espa?a. Entonces, como ahora, buscaba la forma de contar cosas. Le gusta hablar. Con una voz radiof¨®nica que llena el peque?o comedor, explica c¨®mo se macera la lubina para confeccionar los tiraditos. "Est¨¢n de muerte, ?eh?", concluye mientras trincha una papa.
La papa hace pensar en uno de los gags m¨¢s famosos de Gomaespuma. La polic¨ªa rodea un bar en el que una tortilla se ha encerrado con rehenes. "Pincho de tortilla, salga con las patatas en alto", ordena un agente con meg¨¢fono. Antes de que Fesser y su socio, Juan Luis Cano, introdujeran el humor, las noticias en Espa?a eran un asunto muy serio. "Pero yo sigo consider¨¢ndome periodista. Una nariz roja no me convierte en payaso, aunque no me molesta que lo piensen, porque fui yo quien se la coloc¨®".
Ahora Fesser aprovecha la libertad econ¨®mica que le ha dado el ¨¦xito en la radio para seguir coqueteando con el cine o coordinar los proyectos con ni?os de la Fundaci¨®n Gomaespuma. Pero antes de terminar, deja claro que no hay que hablar del d¨²o como de un asunto del pasado: dentro de poco vuelve a televisi¨®n con un espacio sobre los Juegos Ol¨ªmpicos. Fesser menciona Pek¨ªn y le entran ganas de coger ya el avi¨®n. "China me atrae mucho. Me plante¨¦ incluso aprender el idioma, pero me ha costado ya demasiados a?os que la gente no piense que soy imb¨¦cil cada vez que hablo ingl¨¦s".
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