?Es Europa la soluci¨®n?
Me estoy comenzando a preocupar por ser "europeo". En el siglo pasado dec¨ªa Ortega que Espa?a era el problema y Europa la soluci¨®n. Terminaba el siglo XX con los espa?oles plenamente incorporados a Europa y pensando que el fil¨®sofo ten¨ªa raz¨®n. Sin embargo, hoy ser europeo ya no parece ser lo mismo.
Comienza uno a sentir verg¨¹enza por el trato que "legalmente" damos a otros seres humanos por el "delito" de tener hambre y querer mejorar como nosotros hac¨ªamos cuando ¨¦ramos pobres, 18 meses encerrados.
Comienza uno a tener miedo porque el "divinizado" mercado nos indica que ser¨ªa necesario trabajar hasta 68 horas semanales: fuera todo lo que signifique vida personal o familiar en aras del beneficio y su acumulaci¨®n en pocas manos.
Comienza uno a sentirse extra?o con determinados compa?eros de viaje: algunos utilizan su vida ¨ªntima para subir en las encuestas, otros elaboran leyes para librarse de sus delitos y, para colmo, alguno de nuestros antiguos modelos n¨®rdicos introducen medidas tan "democr¨¢ticas" como las escuchas telef¨®nicas sin controles judiciales. No s¨¦ si podemos reprochar algo a los dem¨¢s.
Frente a todo esto, un peque?o pa¨ªs ha dicho que no quiere seguir as¨ª; sus razones pueden ser y ser¨¢n muy complejas, pero todav¨ªa no he escuchado a ning¨²n dirigente decir que es necesario analizar las causas de este malestar de ciudadanos y ciudadanas. Quiz¨¢s lo que se pretende hacer "si el pueblo no vota como se debe es cambiar de pueblo". Por eso estoy empezando a preocuparme.- Jes¨²s Ruiz Gallego-Largo. Madrid.
Mi buen amigo Miguel Herrero de Mi?¨®n hace uso de cierto manique¨ªsmo en EL PA?S del 20 de junio: al tildar de "euroentusiastas" a los simples europe¨ªstas, nos hace ingrato defender lo que racionalmente parece bueno o menos malo para la Uni¨®n Europea.
Si al defender algo tan sencillo como unas normas y unas instituciones acordes con los tiempos, los desaf¨ªos de hecho y las necesidades de 450 millones de habitantes, hay que cargar con el sambenito del utopismo, aviados estamos, aviados est¨¢n los que de m¨¢s de medio siglo ac¨¢ nos han legado un tipo de organizaci¨®n al que debemos paz, prosperidad, justicia social, voz y cierta fuerza suasoria en un mundo en que -por cierto- tambi¨¦n se tiende a este modelo de uniones pol¨ªticas regionales.
No parece quepa cejar en la tarea de hacer -a trav¨¦s de los tratados, hoy el de Lisboa- realidad pol¨ªtica lo que la comunicaci¨®n, la inexistencia de fronteras, la tecnolog¨ªa, el desaf¨ªo ambiental, la coincidencia en unos sistemas democr¨¢ticos y ?por qu¨¦ no decirlo? en unos valores, es desde hace tiempo realidad de hecho.
Y si para una Uni¨®n democr¨¢tica y eficaz -decisiones por mayor¨ªa reforzada, codecisi¨®n parlamentaria, cl¨¢usula de solidaridad, iniciativa popular, personalidad jur¨ªdica internacional de la Uni¨®n, etc¨¦tera- necesitamos la entrada en vigor del Tratado, creo no ser eurofundamentalista si me niego a aceptar que el voto de Irlanda -cuya poblaci¨®n no pasa de la cent¨¦sima parte del conjunto de 27- en vez de dejar a ese pa¨ªs fuera del Tratado, para lo cual es muy due?o, consiga impedir cumplimentarlo a todos los dem¨¢s.
Herrero deniega -yo ni entro ni salgo- un demos europeo. ?Qu¨¦ tal, para comprobarlo, y para otros fines, una consulta -coincidente con las elecciones de 2009- donde los ciudadanos europeos en conjunto expresen su s¨ª o su no al Tratado? Porque los demoi, con el mazo dando, es decir, votando.- Carlos Mar¨ªa Bru Pur¨®n, presidente del Consejo Federal Espa?ol del Movimiento Europeo, Madrid.
Nos vendieron la Europa de las libertades, la Europa social y solidaria, la Europa de la fraternidad. Pero la Europa que nos han dado ha sido la Europa de los mercaderes, la de la especulaci¨®n y la del recorte de derechos y libertades.
En la Europa del euro, el poder adquisitivo de los ciudadanos desciende en proporci¨®n similar al aumento de los beneficios de las multinacionales, las mismas multinacionales que agasajan y cortejan a sus corruptas se?or¨ªas en el barrio europeo de Bruselas.
La Europa de la libertad aprueba leyes que restringen derechos elementales de los ciudadanos, la Europa social elimina conquistas hist¨®ricas de los trabajadores y la Europa democr¨¢tica aprueba por decreto una constituci¨®n neoliberal que sus ciudadanos rechazaron en refer¨¦ndum. ?sta es la Europa de los mercaderes, la Europa de la corrupci¨®n y del servilismo a las multinacionales, la gran mentira del sue?o europeo. Ahora, m¨¢s que nunca, otra Europa es necesaria.
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