El factor Arshavin
A juzgar por los resultados, por el juego desplegado, por el rearme an¨ªmico y el impacto medi¨¢tico, hay una Rusia pre Arshavin y una Rusia post Arshavin. En los partidos importantes, los jugadores decisivos cobran una relevancia, seguramente excesiva, pero innegable. Y Arshavin ha sido el jugador decisivo en dos partidos a todo o nada. Resolvi¨® con Suecia y, sobre todo, fue absolutamente decisivo ante Holanda. Arshavin juega como descolgado, sin emplearse a fondo en el trabajo defensivo, pero es el protagonista en el juego de ataque: o bien atrae a muchos jugadores a su alrededor, liberando a sus compa?eros o da el ¨²ltimo pase o directamente se fabrica el gol. Pero siempre ocurre algo cuando el bal¨®n cae en sus botas o ronda a su alrededor y la sensaci¨®n que predomina es que Rusia parece otra tras su irrupci¨®n en el torneo.
Pero resultar¨ªa muy b¨¢sico reducir todas las virtudes de Rusia a un solo jugador. Guus Hiddink sigue agrandando su leyenda en todos los equipos que dirige, reafirmando la condici¨®n de entrenador que transmite buenas vibraciones con un juego siempre r¨¢pido y generando un grado de confianza entre sus jugadores que evidentemente se manifiesta en el terreno de juego. Podr¨ªa decirse que Rusia tiene dos puntos de referencia, sobre los que se ha rearmado tras la goleada recibida frente a Espa?a: uno en el banquillo y otro sobre el c¨¦sped.
Pero siempre que se trata de Rusia me asalta una duda: la falta de constancia hist¨®rica de la selecci¨®n rusa o la antigua selecci¨®n sovi¨¦tica. Prevalecen en la memoria esas antiguas selecciones capaces de deslumbrar un d¨ªa con grandes goleadas y ese juego r¨¢pido, de gran despliegue y buena t¨¦cnica (de los Blokhin y compa?¨ªa) muy emparentado al de la Rusia actual, y al d¨ªa siguiente pr¨¢cticamente pasar desapercibida su presencia en el campo.
Ah¨ª, a priori, tiene ventaja Espa?a, que sabe que se encuentra ante su gran oportunidad, una vez liberada de complejos casi at¨¢vicos, y a sabiendas de que la Europa futbol¨ªstica la mira con los ojos muy abiertos para saber si da por fin el paso adelante. Espa?a, al eliminar a Italia, rompi¨® barreras y cadenas internas y ahora s¨®lo mantiene la presi¨®n de afrontar un partido a todo o nada (como hoy Alemania frente a Turqu¨ªa), pero sin m¨¢s enemigo que el rival, por muy sobresaliente que sea. La base de la selecci¨®n espa?ola est¨¢ acostumbrada a ganar campeonatos importantes en categor¨ªas inferiores. Ahora es el momento de dar el gran salto, aunque Rusia deslumbre con aquel juego del antiguo Dinamo de Kiev pero ahora concebido con un ¨¢nimo y una realidad social radicalmente distintas.
Lo m¨¢s dif¨ªcil sin duda es prever como puede definirse el partido. Habr¨¢ que comprobar qui¨¦n juega m¨¢s r¨¢pido con los espacios. Rusia lo har¨¢, porque es la base de su juego, su fortaleza. Espa?a ha demostrado (precisamente ante Rusia), que tambi¨¦n puede aprovechar los espacios y jugar a la contra.
El componente an¨ªmico y mental de los futbolistas volver¨¢ a ser crucial en el desarrollo del partido. ?Qu¨¦ hago si me marcan un gol?, ?qu¨¦ hago si marco un gol? Est¨¢ claro que Rusia no supo jugar, se derrumb¨®, cuando Espa?a se adelant¨® en el marcador. Eso figura en su debe. En el de Espa?a, por encontrar uno, m¨¢s que un error hay un interrogante. Hasta ahora no ha conocido la adversidad (lo de Grecia no era determinante) y habr¨¢ que ver su respuesta si el partido se le pone cuesta arriba. Dudas, previsiones y una realidad, Arshavin, el chico al que ahora mira toda Europa.
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