El MNAC ilustra la relaci¨®n de Duchamp, Man Ray y Picabia
Marcel Duchamp revolucion¨® el mundo del arte y lo dej¨® para convertirse en jugador profesional de ajedrez. Man Ray se hizo c¨¦lebre como fot¨®grafo y Francis Picabia era una fuerza de la naturaleza. Los tres eran guapos y brillantes, amaban la vida y ten¨ªan alma de provocadores y se encontraron en un momento en que la pintura ya no bastaba para expresar la complejidad de un mundo donde el canon de belleza y los ideales hab¨ªan irremediablemente cambiado. Si bien tuvieron personalidades diversas, les uni¨® una intensa amistad, que no s¨®lo les benefici¨® personalmente, sino que se plasm¨® en una base conceptual com¨²n y un gran numero de obras. Es esta la tesis de Duchamp, Man Ray, Picabia, una exposici¨®n que re¨²ne m¨¢s de 300 piezas, coproducida entre la Tate Modern de Londresy el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC), que la acoge hasta el 21 de septiembre.
"Sus contaminaciones se aprecian s¨®lo al poner las obras en un mismo espacio y la amistad es la clave para entenderlas", afirm¨® Jennifer Mundy, conservadora de la Tate y comisaria de la exposici¨®n. Y, sin embargo, los motivos no les faltaron, empezando por la enloquecida pasi¨®n de Duchamp por la mujer de Picabia, que exorciz¨® regal¨¢ndole el ¨®leo Novia de 1912, una de sus obras m¨¢s representativas.
El recorrido, estructurado tem¨¢ticamente, arranca con el apartado dedicado a la nueva concepci¨®n del movimiento (ya no es el espectador, sino el objeto que se mueve), una de las grandes innovaciones conceptuales de los tres, junto con la voluntad de borrar los l¨ªmites entre los medios. El Gran vidrio, una de las obras ic¨®nicas de Duchamp da paso a sus principales ready-made. En un continuo juego de homenajes, la exposici¨®n llega hasta la reproducci¨®n virtual de ?tant donn¨¦s, una obra fuertemente er¨®tica y desacralizadora que Duchamp conservaba oculta en su estudio y que se revel¨® s¨®lo tras su muerte.
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