El enigma de la mayonesa
?Por qu¨¦ se corta la mayonesa cuando se corta? Misterio. Los huevos son frescos, el aceite, de primera, el vinagre, en su punto. Y sin embargo, cuando se corta, ya no hay manera de que cuaje.
No cuaj¨® en el Grec esta Hist¨°ria del soldat, a pesar de que los ingredientes, tomados de uno en uno, eran de buena calidad: el octeto de m¨²sicos, procedentes de esa gran escuela que es Barcelona 216, a las ¨®rdenes de una muy competente Virginia Mart¨ªnez; los actores, bien metidos en el papel: un Pavlovsky caricato que daba bien el perfil del mu?eco roto por el mal; un demonio (Maril¨² Marini) de m¨²ltiples registros -las caras del mal son infinitas- que se vaci¨® en escena; y una Misia que narra la historia con claridad y aplomo. La coreograf¨ªa, voluntariamente retro, pero aceptable. Incluso la escenograf¨ªa pod¨ªa considerarse pasable. Pero el conjunto no funcion¨®.
HIST?RIA DEL SOLDAT
De Igor Stravinski y Charles Ferdinand Ramuz. Direcci¨®n de escena: Nigel Lowery y Amir Hosseinpour. Direcci¨®n musical: Virginia Mart¨ªnez. Int¨¦rpretes: M¨ªsia, Marilu Marini y ?ngel Pavlovsky. Teatre Grec. Barcelona, 25 de junio.
?Problema de la obra? Tal vez, pero es dif¨ªcil asegurarlo. Es desde luego una obra "de crisis", escrita por Strawinsky y CharlesFerdinand Ramuz para muy pocos efectivos esc¨¦nicos: corr¨ªa 1918 y no era cuesti¨®n de derrochar. ?Demasiado peque?a para un escenario al aire libre como el Grec? Puede, pero si los m¨²sicos no hubieran estado hundidos en el foso, tal vez se hubiera ganado. En esta obra la m¨²sica nunca es incidental: va de menos a m¨¢s hasta acabar ocupando la totalidad de la escena. Merec¨ªa sin duda mayor protagonismo. Stravinski trabaj¨® con objets trouv¨¦s -una marcha, un vals, un tango, un rag-time, una coral, lo que encontr¨®-, a los que imprimi¨® su potente sello personal, esas idas y venidas entre el impulso y el reposo, ese balanceo permanente entre tonalidad y disonancia, esa voluntad de desequilibrio t¨ªmbrico entre maderas y metales que enrarecen la obra y nos contagian un desazonador sentido de crisis irreparable.
Pareci¨® como si de todo ello la direcci¨®n esc¨¦nica se hubiera apercibido demasiado tarde. Quiso "llenar" con los movimientos de tres bailarinas, pero a la postre resultaron insuficientes. Quiso sorprender con una operaci¨®n quir¨²rgica de la princesa no prevista en el relato original, y no hizo m¨¢s que confundir las ideas. Y algo poco justificable: substituy¨® el viol¨ªn del soldado por... una arm¨®nica. Vale que hay una voluntad expl¨ªcita de arte povero en toda la obra, pero escatimarle al diablo el viol¨ªn es como quitarle al ni?o Jes¨²s el buey y la burra.
La narraci¨®n acaba con una frase brillante que tal vez encierra el secreto del corte de la mayonesa: "Una felicidad es toda la felicidad; dos, es como si ya no existieran". Acaso hubo demasiadas felicidades en este montaje y acabamos sin ninguna felicidad.
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